Invierno en Buenos Aires,Argentina. Foto: NA
*Por Dr. Marcelo Suárez
A priori no parece una fórmula que maride, pero si hacemos las cosas bien, este frío es un gran estímulo para desarrollar una muy buena resistencia inmunológica además de otras ventajas.
En principio, lo ideal es prepararse en las estaciones de calor, ya que la habituación al frío, tarda en desarrollarse y es muy necesaria. Estos desafíos, se denominan estresores horméticos, o sea, los mínimos necesarios para hacernos fuertes, no para aplastarnos. No se trata de desafíos extremos, deben ser esfuerzos pequeños y sostenidos para que el cuerpo se adapte y se fortalezca.
Somos evolutivamente hablando, hijos del frio, del estrés térmico, nuestro cuerpo está adaptado a él, nos hemos desarrollado bajo extremas variabilidades térmicas. La persecución continua de la comodidad, nos enferma y mucho.
Ventajas: el frío mejora la utilización de la grasa y la glucosa como combustible (lo que nos beneficia para no engordar), fortalece el sistema inmunológico, ayuda a liberar antioxidantes, promueve la autofagia (gran y profunda limpieza celular), favorece el poder antiinflamatorio y mejora la depresión.
Lo ideal no es la exposición constante, sino a intervalos de alta intensidad, como con el ejercicio. Después del oxígeno, mantener la temperatura corporal es lo más importante, si debilitamos esa capacidad (manteniéndonos siempre a la misma temperatura en invierno y verano), estamos complicados, ya que el organismo adormece esos mecanismos y vamos perdiendo capacidad de adaptación y fortaleza. Un dato importante es que la exposición al frío estimula el crecimiento de un tipo de un tejido graso (el marrón o pardo), a diferencia de la grasa blanca (que es la que nos enferma), éste, quema grasa y nos da calor, por eso los bebes no tiritan, tienen mucha grasa parda que los protege del frío.
El mecanismo por el cual nos resfriamos, nos engripamos y nos llenamos de moco en las épocas frías es porque nos encerramos sin ventilación (más contagios) y porque los vasos sanguíneos se cierran (vasoconstricción), entonces las células de defensa llegan en menor número, permitiéndole al virus en cuestión ganar terreno.
Por lo tanto, dado todos los beneficios que nos ofrece, deberíamos exponernos más al frío, en forma paulatina e inteligente:
-Abrigarnos después de un rato de la exposición, no inmediatamente.
-Finalizar las duchas con agua fría, empezando con 5/10 segundos e ir aumentándolo con cada baño.
-Bañarse en el mar, lago, río, laguna
Lo que podemos sumar para fortalecer nuestras defensas ante las bajas temperaturas: Vitamina C, Vitamina D, Zinc y Omega 3, importantes complementos que le aportan a las células lo necesario para su mejor desarrollo.
Nota: ojo con la ingesta de alcohol para calentarse, porque en realidad nos aumenta el calor de la piel por vasodilatación, pero a la vez nos acelera la pérdida del mismo en el interior del cuerpo; lo que genera una ecuación nada favorable.
Nuestro organismo tiene todo para resolver cualquier problema, sepamos cómo cuidarlo y viviremos más y mejor.
*Clínica Médica/Conductas Saludables
Instagram: @doctormarcelosuarez
M.N. 73796
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