Mientras el "Ángel de la Muerte de Auschwitz" era buscado, así fueron los cruces diplomáticos para juzgarlo en Alemania. Segunda parte del informe, el final.
Josef Mengele en Argentina. Fotos: AGN y Ministerio del Interior.
Cuando en marzo de 1960 se produjo la muerte de Nora Eldodt en las laderas del Cerro López, en Bariloche, se activó una cuenta regresiva para Josef Mengele, el médico nazi criminal que vivía sin sobresaltos en la Argentina desde 1949.
Pese a que el "Ángel de la Muerte de Auschwitz", conocido por las atrocidades cometidas en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau durante los oscuros días de la Segunda Guerra Mundial, se sintió a salvo tras su escape de Europa en los días de posguerra, el avance de agentes del Mossad (servicio de inteligencia israelí) por diferentes partes del mundo lo puso en alerta y en la permanente necesidad de estar en movimiento para no ser encontrado. El "caso Eldodt" sacó a la luz su presencia en la Argentina, mientras era intensamente buscado por ese grupo de agentes (que integraba la fallecida Eldodt) que lo perseguían -a sol y a sombra- con datos certeros y precisos.
Mengele supo que sus horas podrían estar contadas cuando, el 11 de mayo de 1960, fue capturado Adolf Eichmann, uno de los cerebros de la llamada "Solución Final" al "problema judío" (según la violenta y sectaria visión de los nazis), que también se encontraba oculto en el país amparado bajo el alias de Ricardo Klement y que trabajaba como un simple operario en la fábrica de Mercedes-Benz, en la provincia de Buenos Aires. El secuestro de Eichmann derivó en un escándalo internacional de grandes proporciones que enfrentó al gobierno argentino del presidente Arturo Frondizi con el de Israel, denunciando la violación de acuerdos y la soberanía por haberse desplegado un operativo secreto que culminó con la captura del jerarca nazi. Con ese marco es que las autoridades argentinas decidieron tomar cartas en el asunto y ventilar (o admitir) -de una vez por todas- la presencia de Mengele en el país.
El "Ángel de la Muerte de Auschwitz" no solo vivía sin sobresaltos hasta entonces sino que también hacía pingües negocios con firmas químico-farmacéuticas y laboratorios en el ámbito local, e incluso llegó a recuperar su verdadera identidad tras haber solicitado -en 1956- la célula la cédula de identidad argentina, algo que en efecto consiguió. Sin embargo, y pese a la aparente protección de la que gozaba, el hecho de que Eichmann hubiera caído en manos israelíes para ser juzgado y luego condenado a muerte hizo que el médico criminal se sintiera en evidente peligro.
La Argentina se vio obligada a "apurar el paso" y en 1959 abrió el Expediente N°28.521 a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, con el cual se daba inicio al proceso de extradición. La nota N°179/59 de la Embajada de la República Federal de Alemania en Buenos Aires, fechada el 30 de septiembre de ese año, reclamaba a las autoridades locales la captura del médico nazi criminal, cuya causa (por los crímenes cometidos bajo la cubierta de la investigación científica en campos de concentración) -según el paper- no había prescripto.
Carátula del expediente por extradición de Josef Mengele. Foto: Ministerio del Interior.
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El primer movimiento del Gobierno argentino se produjo el 6 de noviembre de 1959, cuando desde el Ministerio de Relaciones y Culto se envió la nota N°8547, cuyo destinatario era el doctor Ramón Lascano, Procurador General de la Nación. En la carta se hacía mención a la inexistencia de un tratado de extradición previo entre Argentina y Alemania, dejando a consideración del funcionario la posibilidad -o no- de avanzar con la causa. El 17 de noviembre Lascano había respondido con una incial y posible prosecución de la causa, aunque dio confirmación para avanzar de manera (supuestamente) concreta recién el 24 de junio de 1960, dilatando el accionar de la Justicia, algo que -con los años- muchos han tomado como la encubierta habilitación de una "zona liberada" para que Mengele se moviera hacia su próximo destino sin inconvenientes.
Nota de la embajada alemana en Buenos Aires. Foto: Ministerio del Interior.
Carta de la Cancillería argentina al Procurador General. Foto: Ministerio del Interior.
El punto de inflexión llegó el 28 de junio de 1960 cuando se hizo pública la nota N°7247-M.377, difundida por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, con la decisión del Poder Ejecutivo que iba firmada por José María Guido en su carácter de Presidente Provisional del Senado de la Nación (pero en ejercicio del Poder Ejecutivo), y refrendada por Luis Rafael Mac Kay, Ministro de Educación y Justicia durante la presidencia de Frondizi.
Respuesta del Procurador General de la Nación. Foto: Ministerio del Interior.
Orden del Gobierno argentino para proceder a extradición de Mengele. Foto: Ministerio del Interior.
Pese a las negativas previas -sostenidas durante años- insistiendo en que Mengele no se encontraba en la Argentina, el Gobierno decretó mediante esa circular dar curso al pedido de extradición del médico nazi solicitado por la República Federal de Alemania. Sin embargo, la historia demostró que nada se hizo para detenerlo y ponerlo tras las rejas. Oscuros intereses, mayoritariamente comerciales y económicos, movieron sus hilos para que el "Ángel de la Muerte de Auschwitz" lograra escapar en una primera instancia hacia Paraguay y, luego, con rumbo a Brasil.
Expedientes sobre Josef Mengele. Fotos: Marcelo García / Archivo General de la Nación.
Josef Mengele se burló de la Justicia, se movió libremente por diferentes partes del mundo (incluida Europa en los años '50) y demostró que hay quienes pueden cometer el crimen perfecto sin ser llevados ante la Justicia. Murió el 7 de febrero de 1979 mientras se daba un baño de mar en las playas brasileñas de Bertioga. Sus restos fueron identificados, tras ser exhumados el 31 de mayo de 1985 de una tumba en el Cementerio de Embú. El 10 de junio de ese mismo año, Rolf Mengele (hijo del nazi) admitió públicamente que el cadáver exhumado era el de su padre y dijo que la noticia de su muerte fue guardada bajo siete llaves para proteger a quienes lo habían ayudado a ocultarse durante tanto tiempo.
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Twitter: @mdGarciaOficial
Gracias al ingeniero Pedro Alberto Filipuzzi.
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