Wilhelm Canaris, segundo piloto del buque alemán "Dresden", escapa de los británicos tras la épica batalla de las Islas Malvinas durante la "Gran Guerra". Un viaje digno de películas, lo pondrá cara a cara con Carlos Wiederhold, un encuentro que -en 1915- sentará las bases para que la historia culmine en 1945, con un protagonista impensado, en un curioso lugar: Adolf Hitler en la Estancia San Ramón, cercana a Bariloche, en la Patagonia de Argentina.
Wilhelm Canaris, Adolf Hitler, Eva Braun y la estancia San Ramón.
Hablar sobre las diferentes formas de infiltración y actividades nazis fuera de Alemania y -al mismo tiempo- hacer foco sobre lo que luego se daría en Sudamérica y muy puntualmente en la Argentina, implica dar una mirada a la verdadera semilla germinal: la llegada de influyentes alemanes que -de una u otra manera- se instalaron en el país y a determinadas condiciones y circunstancias sin las cuales todo hubiese sido imposible.
Si bien la lista es muy extensa, viene al caso detenernos en la historia de un descendiente de alemanes que -sin saberlo- estaba destinado a sentar base firme para una futura inmigración diferente. Su nombre era Carlos Wiederhold, nacido en la localidad chilena de Osorno en 1867, era hijo de un matrimonio de alemanes emigrados que viajó a Alemania para recibirse de arquitecto regresando a Chile en 1893, tras lo cual su espíritu aventurero lo llevaría a dejar de lado su profesión dedicándose a recorrer la Cordillera de los Andes desde donde cruzó a la Argentina descubriendo las bellezas del Lago “Nahuel Huapi” en la patagónica provincia de Río Negro. Wiederhold se dedicaría al comercio entre Chile y la Argentina importando distintos tipos de mercadería desde Alemania para luego distribuírlas por las zonas vecinas.
El crecimiento del negocio motivó su regreso a la Argentina tras lo cual, el 2 de febrero de 1895, fundó la ciudad de San Carlos de Bariloche. Así mismo, y dada la escasa conexión del nuevo poblado con otras zonas del país como las pujantes Bahía Blanca o Buenos Aires, tiempo después estableció un ventajoso sistema de comercio directo con Alemania mediante la línea marítima alemana “Kosmos”, una de las más importantes de aquel entonces, logrando arreglos comerciales que le permitían -no sólo a él sino también a otros pioneros alemanes llegados a Bariloche- enviar sus productos hacia Alemania, haciendo el camino inverso hacia el puerto de Hamburgo en donde se instalaría uno de los principales “Nest” (Nido) de la Organización en el Exterior del Partido Nazi que controlaba a los primeros agentes partidarios enviados a Sudamérica.
La ciudad de Bariloche pasó a ser -entonces- el centro neurálgico de las actividades de los alemanes y sus descendientes en el sur del país. Sin embargo, el gran aporte de Wiederhold había sido el de fomentar y establecer un sistema de comercio directo entre Alemania, Chile y la Argentina y, al mismo tiempo, haber trazado una ruta segura para los alemanes que ya ponían proa hacia el extremo más austral de América, lo que resultaría de particular importancia e interés para la Alemania y la Argentina que estaban por venir. Como descendiente de alemanes que era y en reconocimiento a sus propios méritos dado el favorable circuito comercial que logró activar, el gobierno germano lo designó Cónsul General de Alemania en su Osorno natal, actividades que no le desagradaban en absoluto pero que, sin embargo, carecían de la vieja chispa aventurera de otros tiempos.
La “Gran Guerra” estaba en plena ebullición pero las acciones bélicas tenían como escenario a sitios muy lejanos de Chile, o eso era lo que al menos creía Wiederhold ya que -en agosto de 1915- recibió una visita que iba a convertirlo en impensado protagonista de la guerra que sentía tan lejana.
Quien se presentaba en el consulado alemán era Wilhelm Canaris, joven Segundo Piloto del crucero alemán “Dresden”, buque que se había unido a la Armada alemana del legendario Maximilian Graf von Spee en los inicios de la Primera Guerra Mundial. Tras una épica batalla contra los ingleses en cercanías de las Islas Malvinas, un complicado escape y el autohundimiento del buque alemán, la tripulación sería internada en la isla de Quiriquina desde donde Canaris lograría escapar. A partir de entonces, fueron los colonos alemanes del sur chileno quienes resultaron de gran ayuda para Canaris permitiendo que llegara sano y salvo hasta el Consulado alemán.
Foto aérea de las vastas extensiones de la Estancia San Ramón.
Finalmente, Canaris estaba frente a Carlos Wiederhold y allí –juntos- buscarían el modo más seguro para poner al joven teniente del “Dresden” de regreso a Alemania evitándole caer en manos de los británicos. El apuro y las necesidades de Canaris, sumados a la colaboración de los alemanes locales, más los contactos de Wiederhold, forjaron la llave con la cual el marino encontraría la ruta de regreso a su país. Fue así que -en octubre de 1915- también Canaris cruzaba las montañas de Los Andes emprendiendo un camino que, sin saberlo, estaba destinado a hacer historia. Del otro lado de la Cordillera –en Bariloche-, uno de los “fundistas” alemanes más influyentes y destacados que habían hecho prácticamente suya esa “tierra de nadie” era Christian Lahusen, ante quien pudo presentarse Canaris revelándole su verdadera identidad.
El joven marino se vio sorprendido dada la incontrastable similitud de aquel poblado con las comarcas de su añorada Alemania, reminiscencias que incluían a una población conformada casi en su práctica mayoría por alemanes o descendientes de los mismos. Wiederhold sabía muy bien con quienes habría de hacer contacto Canaris, de hecho fue Lahusen quien le daría refugio en uno de los más importantes establecimientos de la zona: la “Estancia San Ramón”.
El lugar, ubicado a unos 35 kilómetros de Bariloche, pertenecía desde el 5 de abril de 1910 al principado alemán de Schaumburg-Lippe y era administrado por el Barón Luis von Bülow, un influyente y acaudalado alemán que contaba entre sus amistades al Conde Karl Graf von Luxburg, quien había sido nombrado ministro plenipotenciario del Imperio alemán en la Argentina desde 1914 en coincidencia con el estallido de la “Gran Guerra”. Von Luxburg era miembro de la familia real alemana y daba forma a muchas de las decisiones a tomar en materia de política exterior del Imperio Alemán.
Años después, una vez llegados al poder, si bien los nazis se opondrían a que miembros de la nobleza integraran las filas del Partido, resultaría de vital importancia para el régimen de Hitler dado su dominio en el arte de la diplomacia internacional y sus contactos y conocimientos sobre la Argentina.
Entrada a la Estancia San Ramón en la actualidad.
La “Estancia San Ramón” era el lugar más importante de toda la zona circundante a Bariloche y eso quedaba demostrado con el paso -por dentro de su propio terreno- de la única línea férrea que llegaba hasta allí (la del viejo Ferrocarril del Sud); por contar con los únicos caminos en condiciones de ser transitados por vehículos y con una pista de aterrizaje, algo poco común en centenares de kilómetros a la redonda. Gracias a von Bülow, Canaris se hizo de un pasaporte con el nombre falso de Reed Rosas -un supuesto viudo chileno que debería embarcarse hacia Holanda para ocuparse de una herencia familiar- con el cual el marino alemán se abrió camino hasta las costas patagónicas del Océano Atlántico desde donde llegó hasta el Cabo San Antonio en el comienzo del litoral del Mar Argentino.
El paisaje imponente de los alrededores de la estancia.
Allí, pudo hacer un rápido relevamiento de la zona vislumbrando las muy buenas posibilidades que brindaban las costas para emplazar futuras bases alemanas o en su defecto ser utilizadas como posibles zonas de desembarco, llegando luego a Buenos Aires desde donde zarpó a bordo del vapor “Frisia” –del Lloyd Holandés- con rumbo a la ciudad de Rotterdam.
La importancia del viaje de Canaris radicaba en el hecho de haber trazado una ruta segura partiendo desde Bariloche y atravesando la Patagonia argentina para llegar a las aguas del Atlántico, camino que 30 años después haría -en sentido inverso- un “ilustre visitante” que desembarcaba de un U-Boot alemán en las desoladas costas del sur de la Argentina y que también llegaría a instalarse durante un tiempo en la “Estancia San Ramón”, lugar que había sido vendido el 2 de marzo de 1928 a la “Sociedad Anónima de Industrias Rurales”, coincidentemente administrada por el mismísimo Christian Lahusen.
Ese “ilustre visitante” sería el mismísimo Adolf Hitler.
Con los años, Canaris llegó a ser almirante y jefe de inteligencia de la Marina Imperial y el ejército alemán durante los días de apogeo del nacionalsocialismo en Alemania. Fue jefe de la Abwehr y uno de los cabecillas en varias conspiraciones contra Hitler, principalmente la Operación Valquiria, llevada a cabo el 20 de julio de 1944, por la que fue condenado a la horca (también por conocer el secreto del futuro refugio del Führer en la Argentina).
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Nota: El artículo no expresa ideología política, solo investigación histórica.