Un estudio realizado por Harvard reveló que la alimentación mediterránea puede desempeñar un papel crucial para reducir la depresión.
Por Canal26
Miércoles 7 de Agosto de 2024 - 18:30
La depresión es una enfermedad que se caracteriza por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta. Si bien suele requerir de ayuda psicológica, la alimentación puede desempeñar un rol importante.
Para combatir esta afección es indispensable el autocuidado: se debe hacer ejercicio regular, mantener relaciones sociales, descansar bien y evitar el consumo de drogas y alcohol.
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Para llegar a esta conclusión los especialistas estudiaron a 1500 personas, de entre 22 y 53 años, que sufrían de depresión. Los individuos fueron divididos en dos grupos: uno llevó a cabo una dieta mediterránea y el otro mantuvo su dieta regular.
Aquellos que siguieron la dieta mediterránea experimentaron una mayor reducción de los síntomas depresivos, en comparación al grupo de control.
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La dieta debe su nombre al patrón de alimentación basado en los hábitos italianos, griegos y otros habitantes de la región. Este tipo de dieta favorece el consumo de grasas saludables, como las del aceite de oliva y los frutos secos, limitando el consumo de productos animales.
La dieta mediterránea se caracteriza por un alto consumo de vegetales, frutas, legumbres y cereales, pero tiene al aceite de oliva como prácticamente la única fuente de grasas monoinsaturadas. Incluye un consumo moderado de pescado, poca carne y aves, y casi nada de lácteos. El vino es incorporado en cantidades muy moderadas y solo con las comidas.
Este tipo de alimentación, se asocia con un menor riesgo de depresión, mientras que una dieta rica en granos refinados, dulces y mantequilla se vincula con un mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad, concluyeron los especialistas.
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Según Uma Naidoo, autora de This is your brain on food y psiquiatra nutricional de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard en una entrevista para la BBC, explicó que las vitaminas del complejo B son fundamentales para mantener un cerebro activo y saludable.
Esta vitamina cuenta con ocho variantes, cada una de ellas desempeña una función específica sobre le organismo.
"Algunas están más directamente relacionadas con el cerebro, como las vitaminas B-12, B-9 y B-1. Pero otras ayudan con diversas funciones del cuerpo que son muy necesarias, como la formación de células sanguíneas", advirtió Naidoo.
"La vitamina B-1, llamada tiamina, ayuda con las funciones celulares básicas y al metabolismo de diferentes nutrientes para ayudarnos a obtener energía. Un bajo nivel de tiamina puede provocar una función cognitiva deficiente, así como otros problemas en el cuerpo", comentó la especialista.
Luego se encuentra la reconocida vitamina B-12, la cual ayuda con la formación de glóbulos rojos. Además, desempeña un papel vital en la descomposición de la homocisteína, un compuesto vinculado a problemas cardíacos y demencia.
Otra gran aliada de la salud cerebral es la vitamina B-9, conocida como ácido fólico. Presente en las verduras de hoja verde, este compuesto mejora el estado de ánimo y favorece la formación de neurotransmisores.
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