El informe destacó que los pacientes con trastornos neurodegenerativos, como el Parkinson, suelen presentar problemas gastrointestinales, que en ocasiones pueden preceder a los síntomas motores por décadas.
Por Canal26
Lunes 30 de Septiembre de 2024 - 09:14
Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard reconfiguró la comprensión de los mecanismos detrás de la enfermedad de Parkinson, sugiriendo que su origen podría estar en el intestino y no en el cerebro, como se creía anteriormente.
El informe estableció que la microbiota intestinal, es decir, el conjunto de microorganismos que habitan en el tracto digestivo, podría jugar un papel importante en el desarrollo de esta enfermedad neurodegenerativa.
l informe destacó que los pacientes con trastornos neurodegenerativos, como el Parkinson, suelen presentar problemas gastrointestinales.
La investigación, que incluyó a más de 9.000 pacientes de entre 50 y 64 años, mostró una conexión directa entre el daño en la mucosa intestinal y el Parkinson. Los resultados mostraron que aquellos pacientes con un sistema inmunológico debilitado y una mucosa intestinal afectada tenían un 95% más de probabilidades de desarrollar la enfermedad.
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Uno de los aspectos más sorprendentes del estudio es que los síntomas gastrointestinales, como el estreñimiento, la dificultad para tragar o el retraso en el vaciado del estómago, pueden presentarse hasta dos décadas antes de que aparezcan los primeros signos motores, como los temblores o la rigidez muscular.
Estos problemas gastrointestinales fueron considerados, durante mucho tiempo, como un síntoma secundario del Parkinson, pero la nueva investigación sugiere que podrían ser indicadores tempranos de la enfermedad. A su vez, la bacteria Helicobacter pylori (H. pylori), conocida por su implicación en enfermedades del tracto digestivo, también fue relacionada con el Parkinson.
Los estudios epidemiológicos indicaron una mayor prevalencia de esta infección en pacientes con la enfermedad, lo que sugiere que podría contribuir al debilitamiento de la barrera intestinal. Esta condición, denominada disbiosis, podría permitir que moléculas inflamatorias entren en el torrente sanguíneo y lleguen al cerebro, agravando la neuroinflamación y acelerando la degeneración neuronal.
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El intestino fue denominado en numerosas ocasiones como "el segundo cerebro", debido a la compleja red de comunicación bidireccional que mantiene con el sistema nervioso central. Cuando esta conexión se ve interrumpida, las consecuencias para la salud cerebral pueden ser graves.
El estudio también subrayó la importancia de la microbiota intestinal en la producción de neurotransmisores y compuestos neuroactivos. Foto: Unsplash.
Un estudio publicado en marzo de 2024 en la revista Elseiver y realizados por universidades de la India, Malasia y Sudáfrica, habló sobre la relación entre el “estómago roto” (la disbiosis nombrada anteriormente) y las enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer.
“En la enfermedad de Parkinson, por ejemplo, los cambios en la microbiota intestinal pueden conducir a un mal funcionamiento de la “permeabilidad intestinal”. Esto es la capacidad de las paredes intestinales de funcionar como una barrera selectiva. Permite el paso de nutrientes y bloquea el de sustancias que podrían ser dañinas“, explicaron los especialistas.
Si las moléculas inflamatorias ingresaran al torrente sanguíneo y llegaran al cerebro, se exacerbaría la neuro-inflamación y la neuro-degeneración. “La neuro-inflamación crónica es un factor conocido en el desarrollo de enfermedades neuro-degenerativas como el Alzheimer y el Parkinson”, aseguraron.
Los pacientes que presentaban alteraciones en la barrera intestinal tenían un 95% más de probabilidades de padecer la enfermedad. Foto: Unsplash.
La disbiosis, por otro lado, no solo afecta la digestión, sino que también tiene un impacto profundo en la producción de neurotransmisores y en la regulación del sistema inmunológico. Por este motivo, el estudio refuerza la idea de que el equilibrio de la microbiota intestinal es fundamental para mantener la salud neurológica.
Las alteraciones en la composición de la microbiota fueron vinculadas por los investigadores a una variedad de trastornos neurológicos, incluyendo la ansiedad, la depresión, el autismo, y ahora, con más fuerza, el Parkinson.
Como prevención, el informe de Harvard subrayó la importancia de los probióticos y otros tratamientos que favorezcan la estabilidad de la microbiota intestinal. Los especialistas sugirieron que la restauración del equilibrio microbiano no solo podría reducir la inflamación, sino también disminuir el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas.
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