La Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que una de cada ocho personas en el mundo padece un trastorno mental.
Y un día aparece ahí. De forma silenciosa y sin previo aviso, esta emoción se hace presente. Nos sigue a todos lados, como si de una sombra se tratara. Ella toma el control de nosotros en muchas ocasiones, nos dice todo lo que puede llegar a salir mal, nos repite una y otra vez nuestros miedos, aquello que está fuera de nuestro control. En ciertas ocasiones, presiona nuestro pecho, al punto de dejarnos casi sin respiración y, otras veces, anuda nuestro estómago.
¿Quién está detrás de todo esto? La ansiedad. En palabras del licenciado en psicología Sebastián Saravia, se trata de una emoción “totalmente normal y esperable” y que "es necesaria ya que pone en marcha mecanismos o recursos psíquicos ante situaciones que son amenazantes o pueden pensarse/sentirse amenazantes”.
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Si bien la ansiedad es una emoción común, muchas personas pueden experimentar los denominados “trastornos de la ansiedad”, los cuales se caracterizan por un miedo y una preocupación excesiva. Son difíciles de controlar, causan angustia y pueden llegar a interferir sobre la vida cotidiana.
En esta línea, el especialista menciona los trastornos que se presentan con mayor frecuencia. Entre ellos se destacan:
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En la era de la tecnología, donde todo se comparte, donde la “realidad” que se “pinta” en las redes sociales difiere con la vida misma, la ansiedad se hace presente.
La fuente de verdad se encuentra en estas aplicaciones. Ya no importa lo real, sino que predomina el like.
“Es la épica de la imagen, lo sabemos, parecería que no importa nada más que un me gusta. Asistimos a la tiranía del like”, manifiesta Saravia.
En este contexto, los síntomas de la ansiedad se encuentran a flor de piel. “Para quienes la pantalla es la realidad. El éxito, la sonrisa, la felicidad, el amor, la imagen perfecta (sobre todo delgada) todo lo que circula en redes es un caldo de cultivo para aumentar la sintomatología ansiosa”.
“La época hace que atentemos contra nosotros mismos: Estándares inalcanzables, ideales lejanos o imposibles, solo generan culpa y frustración”, se lamenta.
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Sigmund Freud hablaba de las “series complementarias” para explicar cómo diversos factores interactúan para dar origen a la neurosis y otros trastornos mentales, como la ansiedad.
Como lo explica Sebastián Saravia, las causas del padecimiento de la ansiedad no son únicas: “Si bien hay lo que podríamos llamar cierta predisposición a la patología, otra causa posible está en la crianza de la persona y sus experiencias de vida”. Además, juega un rol importante el “factor desencadenante”, una situación que genera tal trastorno.
Aunque lo genético pueda parecer, a menudo, lo más importante, el factor ambiental no debe subestimarse. “El factor ambiental es determinante a la hora de pensar en salud mental, sobre todo en lo que a ansiedad respecta”, sostiene el especialista. “Cuando tu cabeza va más rápido que la vida”, remata.
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Aunque por momentos pase por desapercibida, hay ciertos síntomas que nos permiten identificar la ansiedad:
En ocasiones, su presencia genera mareos, náuseas y sequedad en la boca. Además, el hecho de no poder dejar pensar en las cosas puede provocar dificultades para conciliar el sueño.
No es una afección que se pueda identificar por medio de una radiografía y extirpar. “El diagnóstico es clínico”, enfatiza Saravia. Un especialista da con la ansiedad a partir del relato del paciente, observando la persistencia de los síntomas.
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La ansiedad cuando es un trastorno, se sostiene en el tiempo, no es tratada y no poseemos los recursos para hacerle frente, “comienza golpeando nuestro día a día”.
“Al poco tiempo se incrusta en nuestras relaciones de pareja, laborales, de amistad. Golpea nuestra manera de trabajo y dificulta enormemente la concentración y administración del tiempo para la vida que llevamos”, relata el licenciado.
Y continúa: “Lo que disfrutamos comienza a ser padecido”. Perdemos relaciones, personas y lugares que queríamos, llegamos tarde a otros espacios. Comenzamos a posponer eventos por la ansiedad o no terminar yendo o bajarnos a mitad de camino por lo que la ansiedad no hace padecer.
¿Qué se debe hacer en esta situación? Hablar. “El tratamiento más efectivo siempre será la terapia psicológica”, sostiene Saravia y agrega que en ocasiones se necesitará de “tratamiento farmacológico por parte de un psiquiatra”.
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Si bien no es un tratamiento propiamente dicho, por lo riguroso, hay un factor que tiene una dimensión terapéutica enorme y es importante destacar: las amistades.
“El valor que tienen la familia y amistades a la hora de encarar un proceso para darle lucha a un padecimiento es gigante. Ahí radica, posiblemente para mí, una gran diferencia. Tener con quienes compartir tu alegría y tu dolor siempre es necesario”, explica.
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