Una propuesta para disfrutar y sorprenderse, ya que el comensal se entrega a lo que decida el chef (itamae) a lo largo de más de 10 pasos, mientras ve cómo los prepara. Cuánto sale y adónde se puede experimentar.
La milenaria tradición del omakase llegó a la Argentina y es una propuesta gastronómica que vale la pena disfrutar. Omakase es una expresión japonesa que significa "lo dejo en tus manos" (o confianza), en boca del cliente de un restaurante para indicarle al chef (itamae) que prepare lo que él desee. De esta manera, el comensal debe aceptar el plato que le llegue a la mesa. Tiene su origen en los restaurantes de sushi y está considerado como un trato distintivo y muy valorado entre los miembros de la sociedad nipona.
Generalmente se compone de una sucesión de 10 a 20 piezas de sushi en diferentes tiempos, como parte de una ceremonia en la que el itamae va explicando qué ingredientes usa y prepara cada bocado frente a los comensales. Se suele acompañar de té japonés caliente y casi nunca incluye postre. Este formato es el nuevo rey del sushi en Buenos Aires. El precio por persona ronda los $80.000.
El servicio omakase es una apuesta de confianza al chef y de esta forma el cliente recibe los alimentos de la más alta calidad, el pescado más fresco y la mejor presentación. Si bien los chefs preguntan con antelación las restricciones alimentarias, esta práctica no se recomienda para personas alérgicas. Es una experiencia nueva, que vale la pena disfrutar y que, en las opciones que se instalaron en Buenos Aires, el precio es fijo y por lo general las bebidas se cobran aparte.
Quienes opten por esta opción tendrán que prepararse no sólo para disfrutar de la ceremonia sino saber que estarán un par de horas al menos inmersos en la experiencia.
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Shimada lleva ya un año instalado en una terraza del barrio de Belgrano. La cita para exclusivos 10 comensales que comparten la cena es puntual a las 21. La previa se puede hacer tomando unos tragos en la terraza a cielo abierto de Mixtape, equipada con cómodos sillones de cuero y mesas redondas para dos.
Desde esta ubicación se pueden ver los preparativos en la elegante barra omakase comandada por Takeshi Shimada, quien aplica todo su conocimiento ancestral para disfrute de los comensales. Dispuestos a saborear 16 pasos (o bocados) que comprenden diferentes piezas de orginales nigiri y usuzukuri (elaborados con lenguado, chernia, besugo, palometa, pacú o pez limón), mariscos y bivalvos, panopea, navajas y ostras; así como wagyu (carne bovina de una raza originaria de Japón) al kamado, mini ensaladas y un postre muy especial. Y mientras prepara cada plato que presenta con una gran sonrisa, Takeshi va explicando qué usa y por qué, en una experiencia muy agradable, suntuosa, lujosa y bien regada que convierte a la noche en inolvidable. En verdad cuesta tener lugar en el estómago para el postre.
Himitsu Kichi es el omakase comandado por Esteban Leira que ha renovado su menú, incluyendo originales propuestas, además de platos de inspiración nipona. El chef, que cuenta con más de 20 años de experiencia en gastronomía japonesa, ofrece una cocina en constante transformación: reinterpreta, evoluciona, pero siempre con las raíces puestas en los ingredientes y en las técnicas milenarias de esa cultura, priorizando la calidad y los sabores más frescos del día.
Los nigiris y de rolls son de trucha curada, pulpitos, langostinos y wagyu. Para el omakase, que Leira selecciona a diario entre la mejor pesca del día, arma originales y deliciosas combinaciones, con una opción premium que suma nigiris de wagyu y mollejas, además de postre de mochi y mousse.
Aquí se piensa en una experiencia 360: un ambiente cuidado que incluye una barra ubicada a nivel del comensal para promover la charla con el sushiman, atención dedicada y comida inolvidable, que invite a volver y recomendar.
Rū Omakase Atlántico es el primer restaurante en un domo de la ciudad y está comandado por Romina Roux, quien diseñó un menú de 10 instantes. Además de sushi con lo mejor de la pesca, los mariscos y las algas de la costa atlántica, también despacha platos de influencias asiáticas y termina con un postre.
Aquí se fusiona la cocina japonesa con otras técnicas, de alta cocina o de la gastronomía francesa. Convoca con la sorpresa y el trato íntimo: no saber qué se va a comer, en un lugar chiquito que invita a charlar y conocer a los otros comensales, con un servicio personalizado.
La estructura que lo aloja fue montada en el patio del hotel Pleno Palermo, para crear un espacio íntimo, donde sólo 12 comensales por noche tienen el privilegio de ver trabajar a chef, quien muestra que se puede comer pescado el nacional de maneras originales. Con ingredientes que no se consume en la diaria, como krill confitado, cachete de abadejo.
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