El destino de las hijas de Lavalle y Dorrego: entre un rito sangriento y salvar el apellido

Sin buscarlo quedaron atadas a la tragedia que protagonizaron sus padres el 13 de diciembre de 1828, ese día uno de ellos mandó a fusilar al otro. ¿Qué fue de sus vidas?

Por Yasmin Ali

Viernes 13 de Diciembre de 2024 - 07:10

Fusilamiento de Dorrego Fusilamiento de Dorrego

Lo que pasó el 13 de diciembre de 1828 no solo afectó de considerable forma al gobierno de Buenos Aires, también puertas adentro con las familias de los protagonistas. Ese día, el General Juan Lavalle ordenaba el fusilamiento del, hasta hace días, gobernador Manuel Dorrego.

Una historia marcada por la tragedia que enlutó a dos familias por décadas e influyó notoriamente en el devenir de las hijas de ambos. ¿Cómo aprendieron a vivir con el fantasma del horror?

Manuel Dorrego y Juan Lavalle Manuel Dorrego y Juan Lavalle

José de San Martín

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Contexto histórico

Cuando Lavalle toma la decisión de fusilar a Manuel Dorrego, lo hace después de volver de la guerra contra el Imperio de Brasil donde perdió un hermano. Dorrego, quien en ese entonces era gobernador, selló la paz con Brasil y terminó reconociendo, presionado, la independencia de la Banda Oriental que hoy es Uruguay.

Fue así que Lavalle impulsó una revolución para derrocarlo que tuvo lugar el 1 de diciembre de 1828. Dorrego fue capturado, el día 13 del mismo mes, y llevado prisionero a Navarro donde estaba el campamento de su ahora enemigo y autoproclamado gobernador. La orden estaba clara desde el principio: acabar con su vida.

Dorrego fue fusilado ese 13 de diciembre a las 14:30. Lavalle escribió una carta donde se responsabilizó de la muerte del gobernador: “El coronel don Manuel Dorrego acaba de ser fusilado por mi orden, al frente de los regimientos que componen esta división. La Historia, señor ministro, juzgará imparcialmente si el señor Dorrego ha debido o no morir, y si al sacrificarlo a la tranquilidad de un pueblo enlutado por él, puedo haber estado poseído de otro sentimiento que el del bien público".

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Las hijas de Dorrego

Dorrego o bautizado el "Mártir de Navarro" le dejó a su familia una considerable cantidad de deudas. Estaba casado con Ángela Baudrix y tuvo dos hijas, Isabel y Angelita, que sobrevivieron como costureras para el Ejército. Recién en 1845 Juan Manuel de Rosas les otorgó una pensión que les correspondía y les había negado durante años.

Isabel, la mayor, nunca formó familia y sobrevivió a su madre y hermana. Tenía doce años cuando murió su padre y nunca abandonó el luto. Vivía sola, pero cada 13 de diciembre, el aniversario del fusilamiento del padre, era visitada por parientes y amigos.

Angela Baudrix, la esposa de Dorrego Angela Baudrix, la esposa de Dorrego

Ese día protagonizaba un extraño ritual: sentada en el sillón principal, con todos a su alrededor, un criado le acercaba una bandeja de plata y, sobre ésta, la cabeza de un gallo. En ese momento, año a año la mujer exclamaba: "¡Es la cabeza de Lavalle!". La costumbre se llevó a cabo durante medio siglo en la casona de Chile al 785. Isabel Inés Dorrego Baudrix murió el 3 de marzo de 1888, a los 72 años.

Sillón presidencial. Foto: casarosada.gob.ar

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Hijos de Lavalle

El general tuvo cuatro hijos: Hortensia, Augusto, Juan y Dolores. Esta última tenía diez años cuando su padre murió. Luego de casarse con Joaquín Lavalle, su primo, se trasladó a la Argentina tras radicarse en Uruguay.

A diferencia de Isabel Dorrego, quien nunca pudo dejar el luto, tuvo una vida social activa donde se vinculó con espacios de beneficencia y fundó la filial argentina de la Cruz Roja, institución de la que fue la primera presidenta.

Ella tampoco dejó de trabajar por reivindicar la figura de su padre y donó muchas de las pertenencias de éste al Estado para asegurarse de que las futuras generaciones no lo olvidaran. De esa colección se destacan los intercambios románticos con Dolores Correa, su esposa. Con un "mis cenizas te abrazarán", Lavalle manifestó a su mujer la aspiración de ser enterrados juntos.

Dolores Lavalle Dolores Lavalle

Cuando la esposa del general falleció, en 1872, la hija cumplió el deseo de su padre. En 1926 murió la propia Dolores y la familia decidió que los tres descansaran juntos en el Cementerio de Recoleta.

Once años después del fusilamiento de Dorrego, Lavalle volvió a visitar Navarro y expresó su arrepentimiento ante Tomás Iriarte: "Me hicieron cometer un crimen: yo era muy joven entonces, no tenía reflexión, y creí de veras que hacía un servicio a la causa pública". Allí el General prosiguió con una impactante confesión al hablar de su culpa: "Iriarte, yo tengo un cáncer que me devora”.

 

Por Yasmin Ali

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