Fueron dos de los miembros más famosos de la Primera Junta, quienes nunca lograron tener una buena relación. Un episodio de diciembre de 1810 desató de un conflicto sin retorno.
Diciembre es sinónimo de caos en la historia argentina, lo solemos relacionar con los lamentables hechos del 2001. Pero los sucesos que rodean al país suelen ser cíclicos y ya desde 1810, cuando Argentina no era Argentina, hay registros de una época para nada calma en el Río de la Plata. La rivalidad entre Cornelio Saavedra y Mariano Moreno tuvo un momento de no retorno y todo se lo debemos a un brindis de fin de año.
Saavedra y Moreno eran Presidente y Secretario de la Primera Junta, la cual fue formada el 25 de mayo de 1810 para ponerle fin a una seguidilla de virreyes que respondían a España. Lo cierto es que no todo era paz y armonía en el llamado "primer gobierno patrio" y las diferencias entre ambos eran más que evidentes.
El Presi perseguía la idea que los vecinos puedan elegir autoridades en el Río de la Plata, manejar su economía, pero sin dejar de tener al rey de España como símbolo. En resumidas palabras, quería una monarquía federal. Moreno, por otro lado, buscaba un cambio radical como el de romper con los españoles y lograr una independencia total.
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Meses antes, el 28 de mayo, la reciente Primera Junta entre sus medidas dispuso que el término "Excelencia" sea usado para referirse a todos sus miembros. Pero en su disposición aclaró que el "Señor Presidente", Saavedra, recibía tratamientos y honores de la Junta como tal. ¿Qué quería decir esto? Que si te referías a la Junta había que hacerlo como "Vuestra Exelencia", pero no así si era para mencionar alguno de sus miembros a excepción de Saavedra que por ser la máxima autoridad reunía "en su persona el tratamiento y honores de la Junta".
Moreno no comulgaba con la idea, pero aún así la justificó al decir que la gente buscaba ver una persona fuerte en el poder y que si antes la máxima autoridad era el Virrey, ahora debía serlo el Presidente de la Junta. Si a Saavedra no se le daba el trato de Excelencia "la costumbre de ver a los virreyes rodeados de escoltas y condecoraciones habría hecho desmerecer su concepto".
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El 5 de diciembre de 1810 se organizó una cena en el Regimiento de Patricios para festejar el triunfo en Suipacha, la primera victoria del Ejército del Norte. La mayoría de los asistentes eran partidarios de Saavedra, figura clave entre los Patricios.
El derecho de admisión existía en aquella época: solo podían ingresar quienes usaban uniforme militar y no todos los civiles estaban invitados. Moreno y su acompañante fueron dos que sufrieron la censura y se les negó la entrada. La excusa fue que el centinela "no lo reconoció".
Durante la fiesta se dieron sucesivos brindis y uno de ellos lo realizó Atanasio Duarte, quien pasado de copas tomó una corona de mentira y se la colocó en la cabeza a la esposa de Saavedra al grito de: "¡Viva el emperador de América!". Cornelio intentó minimizar el episodio mientras en la Junta se dividían las opiniones.
Lo cierto es que no pasó desapercibido y un día después, el 6 de diciembre de 1810, Moreno redactó el Decreto de Supresión de Honores que dispuso la más “absoluta, perfecta e idéntica igualdad entre el Presidente y demás Vocales” y determinó la prohibición de “todo brindis, viva, o aclamación pública en favor de individuos particulares de la Junta”.
Por otro lado estableció que no se podía brindar más que “por la Patria, por sus derechos, por la gloria de nuestras armas y por objetos generales concernientes a la pública felicidad”. Es más, según el decreto, a Duarte le correspondía la muerte aunque se dispuso que “por el estado de embriaguez en que se hallaba" se le perdonaba la vida.
Por último, quien brindara por algún miembro de la Junta en el futuro sería “desterrado por seis años porque ningún habitante de Buenos Aires, ni ebrio ni dormido, debe tener impresiones contra la libertad de su país”.
Una borrachera dio inicio a una guerra feroz entre los dos pesos pesados de la Primera Junta, pero no duraría mucho. Meses después, Moreno encontraría la muerte en altamar rodeado de rumores.
Por Yasmin Ali
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