La escalada de tensiones entre Irán e Israel lleva al borde de una guerra total en Medio Oriente. Ambas naciones decidieron por primera vez enfrentarse directamente, desafiando los límites de la contención y la estabilidad regional.
¿Cuánto tiempo se puede pasar mirando un reloj en la pared, contando los días, las horas y los minutos antes de un posible ataque militar?
La proximidad de un evento inminente, una ofensiva que podría desatar una guerra regional o incluso extenderse más allá, no puede sino generar una sensación de inestabilidad, temor y volatilidad.
Como en la serie de Netflix "El problema de los tres cuerpos", un reloj estuvo marcando recientemente el tiempo restante antes de una posible guerra total en Medio Oriente.
Todo comenzó después del ataque israelí a la sede diplomática iraní en Damasco, lo que activó esta cuenta regresiva a la espera de la inevitable respuesta iraní. Luego, cuando Irán atacó directamente a Israel por primera vez con misiles y drones, iniciaron un nuevo conteo, esta vez con la situación invertida, ante la amenaza de Israel de responder a las agresiones iraníes.
Como en la serie de Netflix, un reloj estuvo marcando recientemente la cuenta regresiva antes de una posible guerra total en Medio Oriente
Los ataques se desarrollaron en cámara lenta, como cuando el personaje principal de la película Matrix veía a las balas acercarse y le sobraba el tiempo para esquivarlas. Las crónicas de ataques anunciados buscaron permitir al "otro" evitar los efectos del golpe, permitiéndole observar casi en tiempo real lo que estaba sucediendo. Irán, por ejemplo, anunció sus ataques con 15 días de anticipación, lanzando la mayoría de sus drones y misiles con una demora de dos horas para llegar a Israel, buscando generar un efecto de destrucción que no provocara una respuesta devastadora por parte de Israel. Por esta razón, afirmaron que sus objetivos no incluían a civiles.
Por su parte, Israel, aunque intentó mantener cierto grado de sorpresa en sus contraataques, realizó bombardeos limitados para enviar un mensaje, más que para demostrar su fuerza militar.
A pesar de los riesgos de desencadenar una escalada regional, tanto Irán como Israel buscaron evitar una guerra abierta y las consecuencias impredecibles que esta conllevaría. Sin embargo, los ataques elevaron a ambos países inevitablemente a un nuevo y peligroso nivel de conflicto.
Los dos optaron por evitar golpearse a través de terceros países o intereses regionales o mundiales, enfrentándose directamente. Esto no se había experimentado hasta ahora, y sitúa la guerra en un lugar donde los parámetros de "contención de daños" son mínimos.
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Lo que ocurrió en estos días de máxima tensión no fueron atentados iraníes en sedes diplomáticas israelíes en el mundo o ataques a través de grupos terroristas afiliados en otras naciones que pudieran afectar a Israel. El régimen iraní optó por una estrategia directa: los misiles salieron desde Irán hacia Israel.
Por otro lado, el primer ministro israelí y su gabinete de guerra, bajo una enorme presión interna y externa, decidieron no realizar ataques cibernéticos a las centrales nucleares iraníes, asesinar a científicos o atacar en múltiples países de la región donde Irán tiene presencia. En cambio, llevaron a cabo un ataque limitado pero directo contra una ciudad donde Irán tiene un centro de investigación científica nuclear, dejando en claro su capacidad para llegar a Irán con un poder militar contundente.
¿Quiénes son los ganadores en esta peligrosa escalada entre enemigos? Es difícil decirlo. Las acciones militares de ambos ejércitos han logrado detener el tiempo, congelando la situación pero revelando escenarios que antes solo estaban presentes en el ámbito teórico de los tableros militares: una guerra total, con el uso de su mayor poder destructivo.
Irán ha tratado de minimizar el impacto del ataque israelí con sus declaraciones, pero son conscientes de la efectividad del ataque de los aviones israelíes en Isfahán. Quizás por esta razón, un alto militar iraní insinuó la posibilidad de modificar la naturaleza de su programa atómico si el líder religioso lo aprueba.
Hasta ahora, a pesar de las sanciones y las acusaciones sobre sus intenciones militares, los inspectores de las Naciones Unidas encargados de revisar el programa atómico iraní han concluido que, aunque existen áreas grises, Irán aún no ha desarrollado armas nucleares.
¿Podría el ataque israelí cambiar el rumbo del programa nuclear iraní? ¿O acaso ha aumentado la inestabilidad futura para Israel al mostrar la capacidad de ataque de Irán?
El juego del miedo entre las potencias nucleares, intensificado por los acontecimientos en Ucrania y los ensayos nucleares y de misiles del régimen norcoreano, podría replicarse ahora en Medio Oriente.
Para dejar de mirar el reloj que marca el tiempo de descuento, algo debe ceder. En este conflicto que nos ha mantenido a todos en vilo, los líderes de ambas naciones quizás deban hacer concesiones para detener ese reloj.
Pero esta crisis, al igual que muchas otras en el mundo, subraya una falta de liderazgo global, lo que podría llevar, en cualquier momento, a un reinicio del conteo regresivo debido a errores de cálculo, malas interpretaciones o motivaciones personales de los líderes en detrimento de sus naciones y pueblos.
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