Los cambios en el tablero geopolítico global desde la caída de la URSS a la emergencia de China como competidora de EEUU han provocado una revisión de la orientación geopolítica turca.
En los últimos años, Türkiye -o Turquía- ha llevado adelante un nuevo esquema de inserción global fuertemente influenciado por procesos internos como la expansión de su economía y el desarrollo de un discurso de identidad nacional que tienen profundas implicancias en la política exterior.
A esto se suma el creciente distanciamiento respecto de Estados Unidos y la postergadísima inserción a la Unión Europea, lo cual ha llevado a la administración Erdogan a explorar otros espacios de participación, como por ejemplo la Organización de Cooperación de Shanghai, en la que China es el peso pesado y Turquía participa como “Estado asociado en diálogo”, con posibilidades de adherirse como miembro pleno.
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Luego de la Segunda Guerra Mundial Turquía fue un aliado incondicional de Estados Unidos siendo el primer país de mayoría musulmana en ingresar a la OTAN (1952) y uno de los primeros países en reconocer al Estado de Israel (1949). El secularismo del Estado turco fue un ejemplo a seguir para los países de Medio Oriente a la vez que funcionó como contención al comunismo y al islamismo extremo.
Sin embargo, los cambios en el tablero geopolítico global, desde la caída de la URSS a la emergencia de China como competidor de los EEUU, también ha provocado una revisión de la orientación geopolítica turca.
En su órbita cercana, la históricamente buena relación con Israel ha entrado en lo que, de mínima, se podría definir como una nebulosa. Las relaciones se vieron deterioradas desde la Guerra en Gaza de 2008 y el incidente del Mavi Marmara en 2010, un barco turco que llevaba ayuda humanitaria a Gaza y fue derribado en altamar por soldados israelíes. Luego de este hecho se interrumpieron las relaciones diplomáticas, y hoy Turquía se posiciona como una voz de peso en la defensa de la causa palestina en el escenario internacional. El líder turco, Erdogan, se reunió con el difunto líder de Hamas Ismail Haniye –asesinado en Irán-, renovando el compromiso de Turkiye de denunciar en los foros internacionales las acciones de Israel, negándose a denunciar a Hamas como una organización terrorista, y hasta amenazando, en días recientes, con atacar suelo israelí.
Sin embargo, al mismo tiempo, existe un consenso sobre las relaciones económicas más allá de las relaciones políticas entre Türkiye e Israel, en el que se destaca la importancia del intercambio comercial y las perforaciones conjuntas en el Mediterráneo Oriental, área en la que todavía existe un entendimiento entre ambos países. Que la geopolítica no arruine los negocios.
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Asímismo, Türkiye se ha involucrado en la cuestión siria, destacándose el entendimiento con Irán y Rusia para combatir al Estado Islámico y preservar la unidad e integridad territorial en Siria, en los denominados Acuerdos de Sochi en el año 2017.
Este hecho es destacable porque las relaciones entre turcos y rusos, desde una perspectiva histórica, lejos estuvieron de ser buenas. Sin embargo, tanto en suelo sirio como en el Cáucaso, algunos elementos parecieran sugerir que hoy esa relación es otra. En el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, este último funciona como estado satélite turco. Türkiye fue el primer país en reconocer su independencia en el año 1991 y siempre apoyó a Azerbaiyán en el conflicto con Armenia. Son aliados estratégicos y los lazos históricos y culturales son fundamentales.
Rusia, en el último tiempo, pareciera abandonar la estrecha relación con Armenia para preferir lazos más sólidos con los azeríes. ¿Competencia o cooperación con Ankara?
Pero respecto a Irán, más allá del entendimiento en Siria entre turcos e iraníes, hay también una desconfianza mutua. Dos potencias medias con altas capacidades militares con intereses de expandir su influencia en la misma región, con la diferencia que Türkiye, con mejores relaciones con EEUU, suele funcionar como un actor con capacidad de mediar entre la superpotencia americana y los actores claves para la estabilización de la región. Sin ir más lejos, fue uno de los protagonistas del reciente intercambio de prisioneros entre rusos y estadounidenses –entre otros varios países-, movimiento coordinado en la mismísima Ankara.
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Desde siempre, la posición geográfica estratégica y una fuerte tradición histórica posicionan a Türkiye como un actor relevante del tablero geopolítico regional. El puente histórico entre Asia y Europa (cultural, comercial y hasta energético) es hoy una potencia media con influencia en los escenarios de conflicto que atraviesan Medio Oriente. Sin embargo, esta misma característica es vista como esencial en la recreación de una geopolítica neootomana en la que más que influencia, lo que hay es una lisa y llana proyección de poder. ¿Podrá ser Turquía un factor de estabilización en la región, o su actuación solo agregará más confusión en un escenario ya de por sí caótico y conflictivo?
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