Poco tiempo duró el espanto. Tras sesenta días de ataques masivos de parte de Rusia contra los ucranianos, ya es mondea corriente la insensibilidad y la gente mira las acciones como si se tratara de un programa de televisión. La guerra se sigue en vivo, minuto a minuto, pero no se hace nada para detenerla. El mundo sigue girando y mira hacia otro lado.
El horror a la vista de todos en Ucrania. Foto: AFP.
Han pasado dos meses desde que Vladimir Putin ordenó el ataque de Rusia sobre Ucrania. A partir de aquel 24 de febrero, una fecha que queda marcada indeleble en los anales de la historia, la nación invadida debió afrontar las durísimas consecuencias de la guerra en la más absoluta y llamativa soledad. En un principio, las potencias occidentales alineadas en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) dejaron oír su voz en contra del avance sin freno del Kremlin, pero todo se limitó a eso y a algunas tibias maniobras militares conjuntas en el norte de Europa.
Pese a las apariencias, y las movidas grandilocuentes, no fue otra cosa más que una débil demostración de musculatura que -lejos de amedrentar al líder de la Federación Rusa- lo ánimo a dar pasos muchos más lejanos, peligrosos y atrevidos. Por su lado, la Unión Europea (UE) también hizo gala de una alarmante inacción sopesando los pro y contra de unir a sus filas a la devastada Ucrania. Es cierto que cualquier paso en falso desata una guerra mundial, esto es un hecho incontrastable, pero llama la atención que ninguna nación europea -o de otras partes del mundo- ni ningún organismo internacional haya sido capaz de detener el andar de Putin.
¿O será que no quieren hacerlo? Si la respuesta fuera la más temida y menos pensada, habrá entonces que preguntarse por qué.
La violencia de los ataques rusos contra Ucrania. Foto: AFP.
Las otras patas de la endeble mesa sobre la que se pretende discutir la paz y la seguridad mundial son los Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional (FMI). La Administración de Joe Biden no hace bien nada y tampoco -mucho menos- aborda con eficacia estas complejas cuestiones del conflicto bélico que tiene en vilo al mundo entero. El presidente estadounidense va y viene en un sinfín de meras declaraciones de circunstancia esbozando una fortaleza que -claramente- no tiene, metiéndose hasta la cintura en un terreno fangoso en el que por ahora gana Putin.
Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania. Foto: AFP.
Por su lado, el FM (que se sabe no ha sido creado para causas benéficas) entra en el "juego" de estrategias y se planta ante Volodimir Zelenski, presidente ucraniano, avisándole que el organismo financiero "estudia" la posibilidad de un préstamo o ayuda a la atacada nación del este de Europa. Tan acostumbrado a poner a varios con la soga al cuello, el FMI no advierte (en realidad sí lo hace) que en medio de este "regateo" mortal con Ucrania está -ni más ni menos que- la vida de miles y miles de personas, esas mismas que están a la vista de todos, y que el mundo entero mira indiferente, como si fuera un "Gran Hermano".
Son los exiliados contra su voluntad, las víctimas civiles, aquellos que ya lo han perdido todo y a quiénes no se les puede sacar más. Y no se trata de las irreparables pérdidas materiales, eso que los ha dejado sin refugio, sin casa, ni hogar, sino de la esperanza de recibir la ayuda que silenciosamente reclaman y que nadie parece escuchar. El enojo (y mucho más que eso) de Zelenski es lo más sensato y entendible. El mandatario recibió la visita de algunos pares europeos que llegaron -uno tras otro- como asistiendo a una patética representación de circo sin siquiera haber pagado la entrada. Fueron solo para ser vistos por los demás, "para cumplir" y listo. Esa es la dramática y cruda verdad. Incluso el propio Zelenski se encargó personalmente de frenar la oleada de otros presidentes europeos que pretendieron hacer lo mismo, yendo a poner cara de lástima por las duras circunstancias, pero sin la más mínima sensiblidad. Y ésto alcanza a la gente que sigue el devenir de las acciones sin reaccionar.
Tanques rusos en la invasión a Ucrania. Foto: AFP.
No más de esto. Ucrania necesita ayuda, acción, pero eso -los hechos así lo demuestran- no llegará jamás.
En otros tiempos, por ejemplo los de la Segunda Guerra Mundial, el mundo esgrimía como -posiblemente válida- excusa que no se sabía lo que pasaba en otras latitudes lejanas (o cercanas). Hoy el escenario es completamente diferente: la guerra se transmite en vivo, segundo a segundo, minuto a minuto, por un amplio abanico de canales disponibles. Actualmente la gente ve el desarrollo y sin filtro de las cruentas acciones bélicas por internet, por las redes sociales, y también por la televisión.
No hace falta que nadie se interponga para comprender la gravedad de lo que sucede, pero lo peor del caso es que no solo somos testigos de la barbarie descontrolada, sino también que los crímenes de guerra son tomados como la parte aceptable de esta nueva realidad. En la troupe tampoco faltan los pronosticadores de turno y los expertos analistas de la calamidad. Desde la ONU hasta el último de los presidentes de diferentes países del mundo, todos tocan de oído y se anotan en esta larga lista. Dan su opinión y hacen un balance de lo que todos vemos, casi como si se tratara de cotizados comentaristas de fútbol. Pero hay una sensible diferencia: ellos tienen (o deberían tener) las herramientas para cambiar la ecuación, aunque no lo hacen y tampoco lo harán.
Ucrania bajo el fuego ordenado por Putin. Foto: AFP.
Con Putin no dan en el blanco y no le mueven un pelo. Las declaraciones parecen inaceptable bromas de mal gusto frente a las miles de víctimas de una guerra evitable. Mandatarios que le avisan al mundo entero que esto "puede terminar en una guerra mundial" o que "la situación es peligrosa" (lo mismo que hablan los vecinos de la esquina), y todo mientras muere la gente. La cuestión no es nueva: en 1939 Europa "dejó venir" a Adolf Hitler con su sanguinaria máquina de guerra y sus pretensiones expansionistas. El objetivo de las potencias enemigas en aqeul entonces era triple:
1- Desgastarlo con una guerra en solitario
2- derrotarlo para que no se convierta en potencia mundial
3- proceder a la reconstrucción de la destrozada Europa con sus propias empresas (estatales o privadas) y cobrarle las reparaciones de guerra.
En cierto modo lo lograron (y han hecho bien en derrotar al líder nazi), pero ahora no queda otra que pensar lo mismo: a todas luces dejan avanzar a Putin y las intenciones parecen ser exactamente las mismas.
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