Marcela Losardo y Alberto Fernández
Por Sebastían Dumont
Alberto Fernández y Sergio Massa se reunieron en Olivos luego de un fin de semana donde la temperatura se elevó a los máximos niveles en la confrontación del oficialismo con el Poder Judicial que ya se cobró el cargo de Marcela Losardo. Sin embargo, el eje de esa charla estuvo apuntado en otra dirección: la economía y el impacto en el bolsillo. Clave para repetir los números que en 2019 le dieron el triunfo al Frente de Todos y hoy podría encontrar algún riesgo. El Gran Buenos Aires está en el centro de las miradas. Por eso, el proyecto de alivio fiscal que impulsó Massa para eximir del pago de ganancias a quienes ganen en bruto hasta 150 mil pesos apunta en esa dirección. Mucho más cuando se observan en detalle los números.
Los relatos en la política argentina abundan. No son propiedad de uno u otro espacio político. Se construyen muchas veces partiendo de premisas falsas o equívocas entre la biblioteca y la realidad. Claro ejemplo de quienes sostienen, desde la oposición, que las elecciones de este año pondrán en juego la República. Como si todo lo que plantean como una situación riesgosa ya no estuviera lesionado. Y corren con desesperación a mostrar el caso Formosa. Lo malo de las reelecciones indefinidas, explotadas por todos los que las pudieran explotar. Radicales y peronistas. El límite a esa construcción dialéctica se ve en la calle. En el conurbano piensan en otra cosa. No es que no se preocupen por la reforma judicial. Pero no aparece como sus prioridades.
Las preocupaciones pasan por otro lado. Hoy al tope se ubica la inflación. La inseguridad nunca desapareció del podio. Aunque se ha transformado, lamentablemente, en un mal con el que se convive. Lo gravoso, en las barriadas, es cuando no hay seguridad pero tampoco economía. Alberto Fernández prometió el regreso del asado y la heladera llena. Por ahora, es una asignatura pendiente que busca suplir con el gerenciamiento de los planes sociales y la excusa de la pandemia. Es una aspirina para una infección que avanza. Pero, por ahora, aunque está anestesiada no deja de crecer. Se trata de la pobreza.
¿Cómo creen que se definirá el voto? ¿A quiénes acompañarán mayormente en esos barrios de La Matanza, Lomas de Zamora o José C. Paz? ¿Lo harán por el que prometa más República o aquel que pueda mantenerle la asistencia? La respuesta no resiste el menor análisis. Claro, no es lo ideal. Pero es lo concreto. Al menos hasta que no haya quienes sean capaces de construir una alternativa que regenere la expectativa de salir de esa dicotomía.
En las elecciones presidenciales del 2019, el Frente de Todos obtuvo en todo el país 12.942.183, mientras Macri se quedó con 10.805.634. La diferencia en el conurbano de Buenos Aires fue de 1.556.459 a favor de la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Sin dudas, un alto porcentaje de esa diferencia la aportó un sector, mayormente de clase media, que fluctúa elección tras elección. La famosa “ancha avenida del medio” que planteó Sergio Massa en 2013. En el oficialismo, con Alberto Fernández dispuesto a complacer a Cristina Kirchner, ese lugar lo representa con exclusividad Sergio Massa. El proyecto de “alivio fiscal” va en esa dirección y los números lo ratifican.
De aprobarse la ley - algo que se descuenta va a suceder- dejarán de pagar el tributo anual 1.267.000 empleados y jubilados en todo el país. De esa totalidad, 568.967 viven y votan en la provincia de Buenos Aires, es decir el 30 por ciento de la diferencia que obtuvo en 2019 la coalición Fernández- Cristina Kirchner - Sergio Massa en el conurbano. ¿Tendrá algo mejor para ofertar la oposición a ese sector fluctuante? Se espera la respuesta.
En alguno de los distritos más populosos, los números de los aliviados son importantes. En La Matanza, dejarán de pagar ganancias, retroactivo a enero de 2021, el 71% de quienes lo hacían antes, es decir 40.490 personas. En Lomas de Zamora serán 22.428 personas, el 66% de aquellos que tributaban. En Merlo 14.556 serán eximidos, lo que significa el 74,4% de quienes pagaban. Son tan sólo tres ejemplos de los distritos más populosos del Gran Buenos Aires. Para tener dimensión, esas voluntades pueden torcer una elección. Siempre y cuando no encuentren una propuesta más seductora, claro. Y el propio gobierno no siga generándose a sí mismo inconvenientes sin necesidad. Último caso: la derogación de la ley que endurecía el ingreso de extranjeros con antecedentes penales.
En las cercanías del presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa sostienen que, el corrimiento de Alberto Fernández a los deseos del Instituto Patria, les otorga un lugar más visible para defender la agenda de la que nunca se alejó el ex intendente de Tigre. Y la respuesta a quienes les critican haberse asociado al kirchnerismo se resume en lo planteado por un colaborador estrecho de Massa. “Cambiemos prometió bajar ganancias, fue gobierno y no lo pudo hacer. Massa lo viene planteando hace años, el hecho de ser parte central de la coalición de gobierno, más allá de miradas diversas, nos permite poder concretar esas ideas”. El tiempo dirá qué prevalece en los votantes a la hora de evaluar. Si lo interpretan así o, en definitiva, lo termina capitalizando el presidente y su vice.
Este jueves verá la luz pública la construcción que se viene tejiendo en la provincia de Buenos Aires. Es quienes buscan ocupar el sitio de la tercera vía que pueda discutirle al gobierno la agenda en donde se define la elección. Los integrantes de ese espacio, muchos con experiencia de gobierno en el conurbano saben dónde hay que buscar el voto del Gran Buenos Aires. Las experiencias de 2009 y 2013 los alientan. Tienen el desafío de construir poder o, indefectiblemente terminarán como parte de alguno de los extremos. Quizá sea poco para quienes sueñan otra cosa para el país. Pero por algo se debe empezar. Lamentablemente, los discursos moralistas no ganan elecciones en el Gran Buenos Aires. La única verdad es la realidad, decía Perón, al que todos buscan explotar y muy pocos pueden imitar.