La docena de facturas para acompañar al mate son una de las costumbres que más caracterizan a las mañanas o tardes de los argentinos. Pero pocos saben el origen de los nombres de aquellas delicias cuyo origen se encuentra en la oleada inmigratoria y a las ideas de izquierda que preponderaban en aquella época.
El origen "rebelde" e inmigrante de las facturas.
"Ni dios ni amo" era uno de los mensajes emblema del anarquismo, aquella corriente que llegó en barco junto con la oleada inmigratoria, en su mayoría española e italiana. Su fuerte influencia en la Argentina de fines del siglo XIX y en los primeros años del XX se ha visto en varios personajes, libros y en las panaderías. La historia de los nombres de las facturas, un manjar argentino con sello rebelde.
La historia comienzo con el italiano Errico Malatesta, uno de los ideólogos del anarquismo que llegó a Buenos Aires en 1885 escondido en un contenedor. Al llegar comenzaban a organizarse las jornadas laborales y los reclamos por las condiciones, muchas veces inhumanas, de los obreros iban en aumento por lo que surge la necesidad de nuclearse para unificar la protesta. Fue así que nacieron los sindicatos o "sociedades de resistencia" como se las conoció en un comienzo.
Errico Malatesta, ideólogo anarquista.
Vale aclarar que el pensamiento central del anarquismo es la supresión del estado y la exaltación de la libertad humana. Abogando por la supresión de la propiedad privada de los medios de producción contra el estado, las leyes, la sociedad, la familia y la religión.
Fue Malatesta y Ettore Mattei los que organizaron a los trabajadores panaderos bajo la ideología anarquista donde llegaban a entonar: “Nostra patria é il mondo intiero, nostra legge, la libertá; un sol pensiero salva l’umanitá”. Así el 4 de agosto de 1887 crearon la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos bajo el lema de “lograr el mejoramiento intelectual, moral y físico del obrero y su emancipación de las garras del capitalismo”.
El 29 de enero de 1888 el sindicato anunció que iría a huelga debido al atraso de sus salarios con respecto a la suba de alimentos y alquileres. Sus reclamos incluían: un aumento del 30% de sueldo, un peso para la comida porque la que le daban era de mala calidad, un kilo de pan por día, cobrar por semana y dejar de trabajar de noche. El 31 de enero comenzó la huelga que terminó siendo un éxito porque los trabajadores no dieron el brazo a torcer. Las panaderías terminaron cediendo a los reclamos una semana después y de a poco volvieron a la normalidad.
Periódico El Obrero Panadero.
Como la mayoría de los artesanos de las facturas eran anarquistas, no tuvieron mejor idea que dejar para la posteridad su ideología en lo que producían: las facturas, esas facturas que hoy millones de argentinos disfrutan con mate o alguna infusión.
Para mencionar algunos de los ejemplos tenemos las bolas de fraile, el sacramento y el suspiro de monja en una clara crítica a la Iglesia; también está el vigilante para ridiculizar a la policía; los cañoncitos y las bombas de crema en "honor" a los militares. La educación estatal tampoco quedó al margen y por ello el nombre de librito. Pero quizás el homenaje más sentido a su ideología está en la cremona tradicional con su forma que imita a una letra A mayúscula, símbolo internacional del anarquismo.
Los panaderos fueron de los primeros trabajadores en sindicalizarse.
Por último, en España estos manjares se los llama pasteles y la versión que se ha instalado es que se la cambió por factura, una palabra derivada del latín "facere" que significa hacer. Esto se debe a que los anarquistas querían imponer dicha palabra para "concientizar" sobre el valor del trabajo.
En relación a Malatesta, volvió a Europa en 1889 donde siguió con su propaganda ideológica hasta que el régimen fascista lo confinó a un arresto domiciliario hasta su muerte en 1932. Mientras tanto en Argentina, aquel rincón inhóspito que vio como hogar durante su huida, continúa con las costumbres que él mismo trajo en un barco escondido.
Por Yasmin Ali
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