Hace 202 años tenía lugar un hecho clave en la guerra por la independencia, el encuentro entre los hombres más importantes de la época marcaría para siempre el devenir sudamericano. Por qué aún continúa siendo motivo de polémica.
La guerra por la independencia en Sudamérica se compone de varios capítulos, algunos más que conocidos y otros que guardan sus secretos o del que existen varias versiones. Pero de algo es seguro, hay dos personajes que fueron claves para que este proceso pueda lograrse: José de San Martín y Simón Bolívar.
Ambos fueron pieza fundamental y pasaron a la posteridad como las caras visibles de la independencia en la región, pero lo llamativo es que solo se vieron una vez. Si bien del encuentro se tienen más preguntas que certezas, significó un antes y un después en este proceso ya que lo cambiaría para siempre: San Martín se alejó de la vida política con varios interrogantes que nunca quedaron del todo saldados.
Protagonistas de un encuentro histórico que tuvo lugar el 26 y 27 de julio de 1822 en Ecuador, quedan muchas preguntas sobre lo que charlaron y las consecuencias que tuvo. Especialmente para el nacido en Yapeyú.
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Para 1821, el venezolano Bolívar había derrotado a los españoles en Carabobo el 24 de junio. Aquel triunfo determinó la liberación de Venezuela y con los planes de seguir la campaña por el sur de Colombia, pero su general Antonio José de Sucre necesitaba refuerzos de tropas veteranas para encararla. Fue por ello que apareció en escena San Martín para ayudarlo, mandándole 1.300 hombres a las órdenes de Andrés Santa Cruz.
Al tiempo ocurrió la batalla en Río Bamba donde se lució Juan Lavalle, allí 96 granaderos dieron pelea ante 420 enemigos. El 24 de mayo de 1822 se combatió al pie del volcán Pichincha y Quito fue incorporado a la República de Colombia. Pero esto no era suficiente, había que continuar la guerra más al sur porque parte del territorio que es hoy Perú todavía estaba en manos realistas.
San Martín tenía la solución: uniendo fuerzas con Bolívar todo sería más fácil y se terminaría más rápido ya que la que guerra llevaba varios años y el cansancio era evidente.
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Era el 25 de julio de 1822 y San Martín se embarcó en la goleta Macedonia con la misión de tener una entrevista que sería histórica. No fue solo, lo hizo acompañado por sus ayudantes de campo y por una escolta de 25 húsares.
Se podría decir que el correntino jugaba de visitante porque las cosas en Chile no eran las mejores, la posición de Bernardo O'Higgins era crítica y no podía garantizarle apoyo. En Buenos Aires estaba todo peor, la relación nunca fue buena y se terminó de quebrar cuando se negó a participar contra los caudillos del interior.
San Martín, en ese entonces Protector del Perú, fue con la idea de unir fuerzas con Bolívar. Los temas políticos y de relaciones exteriores quedaron en manos del tucumano Bernardo de Monteagudo, pero tampoco allí las cosas estaban bien: el partido Republicano no veía con buenos ojos las ideas monárquicas del Libertador y menos que pida ayuda.
El 25 de julio llegó a la isla de Puná donde fue recibido con cañonazos de convención, disparados por la escuadra peruana. Su capitán le entregó una carta de Bolívar que le informó que había tomado el mando militar y político de Colombia.
Llegó a Guayaquil, hoy Ecuador, el 26 de julio al mediodía. La zona estaba dividida entre los partidarios de San Martín que buscaban la protección del Perú y otros, identificados con Bolívar, que preferían anexarse a Colombia. Allí se le rindió honores militares.
Al arribar a la casa de dos pisos donde se alojaría, se encontró con Bolívar en la puerta: vestido con uniforme de gala y rodeado por su estado mayor. "Al fin se cumplieron mis deseos de conocer y estrechar la mano del renombrado general San Martín", le diría.
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Se dirigieron al primer piso, tras las presentaciones correspondientes quedaron a solas. Solo ellos supieron de qué hablaron. Cuando Bolívar se fue, San Martín se quedó un rato más hasta que visitó al venezolano en su casa.
El 27, es decir un día después, volvieron a encerrarse por cuatro horas. Bolívar tenía las de ganar y eso impidió que acordaran cuestiones políticas y estratégicas sobre Ecuador. De hecho tampoco pudieron ponerse de acuerdo sobre lo que sería la última etapa de la guerra y qué manera de gobierno implementar.
Terminada la cumbre, se realizó un banquete donde Bolívar dijo: "Brindo, señores, por los dos hombres más grandes de la América del Sur, el general San Martín y yo". El libertador le devolvió el gesto: "Por la pronta terminación de la guerra, por la organización de las nuevas Repúblicas del Continente y por la salud del Libertador".
Cuando San Martín se fue, visiblemente preocupado, le pidió a Tomás Guido: "Llame usted al coronel Soyer: ya no puedo soportar este bullicio". Se dirigió al Macedonia y el 28 a la madrugada se volvió a Lima. "La opinión que había formado del general Bolívar, es decir, una ligereza extrema, inconsecuencia en sus principios y una vanidad pueril", diría tiempo después.
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De la reunión se pudieron sacar algunas conclusiones, pero siempre dejando un espacio para el misterio. Bolívar solo se mostró dispuesto a devolverle los hombres que en su momento le envió y San Martín demoró un mes en escribirle donde dijo que estaba convencido de no haber sido lo suficientemente sincero en su ofrecimiento de servir bajo sus órdenes o que le incomodaba su presencia.
Al tiempo San Martín le comunicó que se volvía a Chile, consideraba que su presencia en el Perú molestaba para que entre con su ejército. "Para mi hubiese sido el colmo de la felicidad terminar la guerra de la independencia bajo las órdenes de un general a quien la América debe su libertad. El destino lo dispone de otro modo y es preciso conformarse", le manifestó.
El 20 de septiembre, ante el primer Congreso Constituyente celebrado en la Universidad de San Marcos, renunció. Aceptó, con cierto recelo, el título de Fundador de la Libertad del Perú y le confesó a O'Higgins su intención de volver a Buenos Aires “a ver a mi chiquilla”.
Ese mismo día comunicó su decisión de irse, le dijo a Guido que "Bolívar y yo no cabemos en el Perú". Para el 12 de octubre de 1822 llegó a Valparaíso. Si bien nunca estuvo del todo claro el por qué de todas estas decisiones de San Martín, está claro que aquel encuentro, un tanto decepcionante para él, fue un gran impulsor. Su actividad política y militar habían terminado en la región.
Lo que pasó tiempo después es conocido: el 10 de febrero de 1824, aquel hombre criado en España que regresó a su tierra natal para dar inicio a la campaña libertadora, se subía a un barco que lo llevó a Europa para emprender la primera parte de su exilio.
Por Yasmin Ali
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