"La casa del Presidente" es la morada de los primeros mandatarios elegidos en Argentina desde hace más de 80 años. Con una particular historia, y algunos baches en el medio, se transformó en un ícono de la política nacional. ¿Quién fue el primero en vivir allí y qué secretos hay detrás de esas tierras?
Para comenzar hay que aclarar que no siempre la Quinta de Olivos fue la casa presidencial, existió el llamado Palacio Unzué que sirvió de morada para Juan Domingo Perón y su esposa Eva Duarte, de hecho, esta última moriría allí. El edificio hoy ya no existe y en su lugar se encuentra la Biblioteca Nacional.
Pero la protagonista de esta historia está en Olivos y su origen se remonta a las épocas de Juan de Garay cuando Buenos Aires comenzaba a ser llamada "La Aldea".
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Cuando Juan fundó por segunda vez Buenos Aires, el 11 de junio de 1580, en su expedición llegó con 64 hombres y una mujer. Entre ellos se repartieron las parcelas para comenzar a poblar la "reciente" tierra fundada.
A un tal Rodrigo de Ibarola le tocó un cuarto detrás de donde hoy está el Cabildo y una extensa chacra de 300 varas de la actual Plaza de Retiro a San Fernando. Dentro estaba lo que hoy conocemos como Quinta Presidencial.
Al poco tiempo Don Rodrigo se volvió a Asunción y el lugar terminó en manos de Don Manuel de Basavilbaso que al morir se la dejó a su hija: Justa Rufina quien se casó con Miguel de Azcuénaga, vocal de la Primera Junta.
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Como otras tantas vueltas de la vida, Don Miguel falleció el 19 de diciembre de 1833 en donde hoy vive Javier Milei.
¿Qué se sabe de la casa en aquella época? Un estilo colonial, una sola planta, paredes de adobe blanqueadas y techo de tejas. El terreno quedó para el hijo del matrimonio, "Miguelito".
El hijo del vocal de la Revolución de Mayo no estaba cómodo con la casa tal y como estaba y le pidió a Prilidiano Pueyrredón diseñar una nueva y más moderna.
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Para 1851 Prilidiano ya tenía los planes listos de lo que se transformaría en una casa neoclásica y toda una novedad en la época: terrazas divergentes de tres niveles que se abrían en diagonal.
Eso no fue todo, la mano del reconocido paisajista Carlos Thays también dijo presente. El francés se encargó de plantar tipas y araucarias para embellecer el lugar.
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Cuando Miguelito murió lo hizo soltero y sin descendencia en 1873. Así las tierras quedaron en manos de su hermana y posteriormente a la familia de ella.
El bisnieto de Azcuénaga, Carlos Villate Olaguer, murió joven y sin descendencia en 1918. Decidió entonces dejárselo al Gobierno Nacional "para que pueda hacer asiento o residencia veraniega".
El entonces presidente Hipólito Yrigoyen aceptó el legado, pero nunca ocupó la residencia y en su defecto envió a Honorio Pueyrredón.
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El primero en mudarse en funciones fue el presidente de facto José Félix Uriburu, pero lo hizo de manera esporádica habitándola durante el verano de 1931.
Quien sí lo hizo de manera permanente fue el también presidente de facto Pedro Aramburu. El primer mandatario constitucional en vivir allí fue Arturo Frondizi.
Como dato de color, en esas paredes murió Perón el 1 de julio de 1974 y desde el regreso de la democracia en 1983, todos los presidentes elegidos vivieron allí.
Por Yasmin Ali
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