A 105 años del nacimiento de la mujer argentina más importante del siglo XX, y una de las figuras históricas más trascendentales, un repaso de su infancia y aquellos sueños que comenzaron en Junín y que la llevarían tan lejos.
El 7 de mayo de 1919 nacía Eva María Duarte, más conocida por todos como Evita. Pero antes de convertirse en la abanderada de los humildes fue primero Cholita, así la apodaban sus hermanas, una niña cuyo sueño era llegar a Buenos Aires y convertirse en artista. Un repaso de su difícil infancia que la marcarían por el resto de su vida.
Si bien la polémica por el verdadero lugar de nacimiento de Evita es uno de los aspectos de más discusión sobre su vida, la mayoría de los historiadores coinciden en que fue en la estancia “La Unión” a 20 kilómetros al oeste de la localidad de Los Toldos. Según el Libro de Bautismos de la Capellanía Vicaria de Nuestra Señora del Pilar fue la quinta "hija natural" de Juan Duarte y Juana Ibarguren. De dicha unión nacieron 3 hermanas y 1 hermano más: Blanca, Elisa, Juan y Erminda.
Eva junto a su hermana Erminda en sus primeros años.
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Su padre era un importante estanciero y político del pueblo de Chivilcoy que mantenía dos familias. Por un lado, estaba legalmente casado con Adela D'Huart y por el otro mantenía una relación con la madre de Eva en Los Toldos. Hay que tener en cuenta que este comportamiento era muy común para los hombres de una buena posición económica y dueño de varios terrenos en el interior de la Provincia. Juan falleció en un accidente de coche en enero de 1926, al enterarse su madre decidió presentarse en el velorio con sus hijos para darle el pésame. El desprecio y las miradas de los presentes para con su familia sería algo de lo que Eva jamás olvidaría y la marcarían.
La misma Eva habló de su difícil infancia en La Razón de mi Vida: "Para explicar mi vida de hoy, es decir lo que hago, de acuerdo con lo que mi alma siente, tuve que ir a buscar, en mis primeros años, los primeros sentimientos... He hallado en mi corazón, un sentimiento fundamental que domina desde allí, en forma total, mi espíritu y mi vida: ese sentimiento es mi indignación frente a la injusticia. Desde que yo me acuerdo cada injusticia me hace doler el alma como si me clavase algo en ella. De cada edad guardo el recuerdo de alguna injusticia que me sublevó desgarrándome íntimamente".
Eva (izquierda), junto a sus hermanos en el carnaval de 1921.
La muerte de Duarte dejó en débil posición económica a su familia que debió mudarse a una pequeña casa de Los Toldos, la misma sigue en pie, ubicándose en la calle Francia al 1021 y que actualmente se conserva como museo. Su mamá se ganaba la vida como costurera para poder mantener a sus hijos, en paralelo, Eva ingresó al colegio primario y fue durante esa época donde comenzó a desarrollar su gusto por el arte.
Entrada la década del 30, la familia se mudó a Junín en busca de una mejor calidad de vida. Eva ya tenía 11 años y comenzó el tercer grado en la Escuela N°1: Catalina Larralt de Estrugamou y egresaría de dicha institución en 1934.
Su primera comunión en 1926.
En el libro, Evita Íntima, dos maestras recordaban lo que fue tenerla de alumna: “Tuve por alumna a Eva Perón, que por aquel entonces se llamaba Eva Ibarguren. Pero no me acuerdo bien de ella. Era una chica común, una alumna más. No se destacaba por nada especial. Repitió segundo grado. Era buena en labores y canto, pero era muy faltadora”. Por su parte la otra docente dijo: "Recuerdo nítidamente la expresión de sus ojos: igual a la que exhibió durante todo el resto de su vida. Era más bien callada y no tenía muchos amigos. Me parece recordar que las madres aconsejaban a sus hijos no acercarse mucho a ella y a sus hermanas”.
La razón por la cual las madres de sus compañeros no querían que se junten con ella y sus hermanos eran por su condición de "bastardos". Esta actitud que percibía de los demás, esas miradas juzgadoras por una realidad familiar que ella no eligió no le fueron indiferentes y serían una clave para entender a la Eva que con el tiempo se convertiría en Primera Dama.
Junto a sus compañeros de primaria de la Escuela N°1 de Junín.
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Fue en Junín donde la vocación artística de Evita se despertó. Al llegar de la escuela solía jugar con sus hermanos pintándose la cara con maquillaje o barro, se vestía de payaso y realizaba acrobacias y malabarismos. Otro de sus hobbies era coleccionar fotografías de sus actrices preferidas que recortaba de las revistas como El Hogar.
Sus primeros pasos como actriz los dio en una obra, Arriba Estudiantes, que organizaba un grupo escolar. Al tiempo recitó el poema “Una nube” en la casa de música de Primo Arini que transmitía a través de altoparlantes el programa “La Hora Selecta”. Sobre su pasión desde chica decía: “Recuerdo que, siendo una chiquilla, siempre deseaba declamar. Era como si quisiera decir siempre algo a los demás, algo grande, que yo sentía en lo más hondo de mi corazón.”
Una de las primeras fotos de Eva en Buenos Aires.
Palmira Repetti, maestra suya en Junín, se refirió a su vocación de artista: “Tenía intuición artística. Cuando terminó la escuela vino a contarme sus proyectos. Me dijo que quería ser actriz y que tendría que irse de Junín. En esa época no era muy común que una muchachita provinciana decidiera ir a conquistar la capital. Sin embargo, yo la tomé muy en serio, pensando que le iría bien. Mi seguridad era, sin ninguna duda, contagio de su entusiasmo. Comprendí con los años que la seguridad de Eva era natural.”
Evita falleció el 26 de julio de 1952 a los 33 años, víctima de un cáncer.
Tiempo después, en 1934, emprendería su mudanza a la Ciudad de Buenos Aires en busca de cumplir sus sueños de artista. Esos sueños que comenzaron en una humilde casa de Junín en aquellas tardes de risa y juegos con sus hermanos. Atrás dejaba aquella pequeña Cholita que debió afrontar difíciles momentos como la muerte de un padre del que apenas sí supo de su existencia y tener que padecer la mirada juzgadora de vecinos y compañeros. Pero lo que no sabía es que unos años después se convertiría en Evita, aquella mujer que entraría para siempre en la historia argentina y marcaría a fuego el siglo XX. Pero esa, esa es otra historia.
Por Yasmin Ali
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