En 1936 Carlos padre se convirtió en el primer argentino en recibir dicho galardón por su intervención en el conflicto de la llamada Guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia. Años después su sangre sería noticia, pero por las peores de las razones. Un crimen, denuncias de violencia y el misterio del premio.
Carlos Saavedra Lamas, ganador del Premio Nobel de la Paz. Foto: Archivo General de la Nación.
Argentina tiene dos ganadores del Nobel de la Paz, uno fue Adolfo Pérez Esquivel en 1980 y Carlos Saavedra Lamas en 1936. De quien nos vamos a encargar en esta nota es del segundo, en realidad de su hijo: Carlos Roque quien debió vivir bajo la sombra del padre toda su vida y terminó siendo tapa de noticia, pero por su prontuario criminal.
La historia es más o menos así: Carlos Saavedra Lamas nació en Buenos Aires el 1 de noviembre de 1878 y murió el 5 de mayo de 1959, siendo bisnieto de Cornelio Saavedra ocupó el cargo de ministro de Relaciones Exteriores de 1932 a 1938. Durante esos años se desató la Guerra del Chaco, conflicto bélico entre Paraguay y Bolivia librado entre el 9 de septiembre de 1932 y el 12 de junio de 1935 por el control del Chaco Boreal. Su intervención fue clave para lograr un acuerdo armisticio el 12 de junio 1935 que puso fin a la guerra.
Carlos Saavedra Lamas durante el homenaje que se le tributó con motivo de su adjudicación del Premio Nobel de la Paz en enero de 1937. Foto: Archivo General de la Nación.
Un año después, en 1936, fue el primer latinoamericano en recibir el Premio Nobel de la Paz por su trabajo y por haber inspirado el pacto que lleva su nombre: Pacto antibélico Saavedra Lamas que se convirtió en un instrumento jurídico a nivel internacional. Pero todo hombre tiene un talón de Aquiles y ese fue su hijo.
En 1887 se casó con Rosa Sáenz Peña, hija del ex presidente Roque Sáenz Peña, con quien tuvo a su único hijo nacido en 1921: Carlos Roque Saavedra Sáenz. La vida de Carlos Roque fue completamente distinta a la de su padre, vivió en la estancia El Diamante -ubicada cerca de Salinas Grande entre Córdoba y Santiago del Estero- y recibió el sobrenombre de "hombre de pelo blanco" por su prominente melena. Por los relatos de sus vecinos era corpulento, vestía bombachas de campo, botas y era tal el rechazo que tenía hacia las mujeres que no las miraba a los ojos. Tenía una pasión: las armas.
Casco de la estancia El Carmen, una de las propiedades de la familia Saavedra. Foto: Facebook Siguiendo Caminos. No hay registro de fotos de Carlos Roque.
"Tenía un arsenal", decían los vecinos y hasta incluso se construyó un polígono "casero" donde gastaba cajas y cajas de municiones. Todo hacía prever una tragedia que no tardó en llegar. En 1973, uno de sus perros espantó al caballo de uno de sus peones -Oronú- a lo que este le advirtió que la próxima "mataba al perro". El 1 de julio de dicho año, sin mediar palabra, Carlos Roque fue a buscar al peón y lo baleó junto a dos de sus hijos. Solo sobrevivió uno de los pequeños, Gregorio.
Fue detenido y en un intento por salir en libertad coimeó a los policías y al hijo del difundo: "Yo no quiero estar preso, les doy la estancia 'La Rubia', 1.100 caballos, 600 vacunos, una casa en Córdoba y el estudio para el más chico". Gregorio, por pedido de la madre, no cambió la declaración y el hijo del Premio Nobel fue condenado a varios años de prisión hasta que murió en 2011 sin descendencia y en el ostracismo.
La noticia de que Saavedra Lamas ganó el Nobel de la Paz. Foto: Archivo La Nación.
Para afrontar los gastos de su situación judicial vendió la medalla de su padre, aquella que se le otorgó por impedir un conflicto internacional, a un coleccionista que -dicen era oriundo de Estados Unidos-. En 2014 el objeto fue nuevamente noticia, un asiático la pagó a 116 mil dólares y se la quedó.
Medalla otorgada a los Premios Nobel de la Paz. Foto: Ministerio de Cultura.
Destinos cruzados de la vida, el padre -que tanto luchó por la paz- terminaría engendrado un hijo que nunca pudo lidiar con sus fantasmas y vivió una vida atormentada y violenta.
Por Yasmin Ali
*Tw: @Yas_Friends