David Alleno además escribió su propio epitafio. Su muerte está rodeada de misterio y fábula que aún hoy es objeto de curiosidad entre los turistas que visitan el lugar.
El Cementerio de la Recoleta suele ser una visita obligada para turistas de todo el mundo y porteños curiosos. Próceres, villanos y personalidades varias de la cultura argentina tienen allí su última morada.
Pero como todo cementerio, sus leyendas y fábulas con el correr de los años siguen acrecentando: amores trágicos, jóvenes que perdieron su vida de manera inesperada y hombres que hicieron cualquier cosa por descansar allí. De esto último nos encargaremos en la nota.
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Cada mausoleo de la Recoleta esconde una historia y un secreto, solo hay que saber buscar o mirarlo. Algunos podrían pasar desapercibidos ante los ojos de muchos, pero su relato pide ser contado y así pasa de generación a generación.
Uno de esos mausoleos, estrecho y que a priori no se destaca, esconde la leyenda de David Alleno. Se trata de uno de los cuidadores del cementerio que dio literalmente su vida para descansar eternamente allí.
David se desempeñó en aquella necrópolis desde sus 11 años, comenzando como ayudante del cuidador. Era tal el amor por su trabajo que tuvo un sueño: ser enterrado en el cementerio más lujoso del país. Para concretarlo decidió ahorrar peso por peso y hasta contó con la ayuda de la suerte cuando su hermano, quien también trabajaba allí, ganó la lotería y le repartió un porcentaje del premio que usó para comprar la parcela.
Con el tiempo logró reunir lo necesario para viajar a Génova y así encontrarse con el famoso escultor Canessa, pidiéndole la construcción de una escultura que lo retratara con detalles típicos de su oficio: una escoba una regadera, un plumero y el manojo de llaves que abrían todas las puertas de las bóvedas.
Al regresar de Italia comienza la leyenda porque, dicen los que saben, que sus amigos quedaron impresionados con lo que vieron ya que se hizo grabar la fecha de su muerte; el año 1910. Nunca se supo el por qué mandó a colocar esa fecha de su supuesto final en aquel epitafio, lo cierto es que ese año renunció a su trabajo. Pero el mito recién comenzaba.
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Por años se contó la versión que Alleno, ni bien llegado de Italia, se pegó un tiro porque "no esperaba más tiempo" para ocupar la bóveda que por tantos años le costó conseguir. Pero una investigación dio por derrumbado ese mito.
La docente Guadalupe Aballe, investigadora certificada por la Biblioteca Nacional, encontró un dato revelador en la revista Caras y Caretas. En la edición del 10 de abril de 1909 figuraba una foto de Alleno, junto a otros cuidadores del cementerio, sobre la situación de los trabajadores que estaban preocupados por un cambio de administración.
Ahora se sabe que David pasó 28 años trabajando en el cementerio de Recoleta y, según su certificado de defunción, falleció el 31 de agosto de 1915. Oficialmente dice que la causa de su muerte fue un traumatismo de cráneo, dejando una eterna duda sobre su final: ¿se golpeó la cabeza en un accidente o decidió acabar con su vida para disponer de la tumba que tanto le costó conseguir?
Por Yasmin Ali
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