El 7 de septiembre de 1970 Fernando Abal Medina y Carlos Ramus, miembros de Montoneros, fueron abatidos en el partido de Hurlingham tras haberse convertido en dos de las personas más buscadas por el secuestro y asesinato de Pedro Eugenio Aramburu meses antes. Los hechos de violencia de ese año significaron el comienzo de un violento período que aún deja secuelas.
Montoneros.
Cada 7 de septiembre se conmemora el Día del Montonero en homenaje a Carlos Gustavo Ramus y Fernando Luis Abal Medina, dos de los fundadores de Montoneros, que fueron abatidos en el llamado Combate de William Morris de 1970 en un enfrentamiento con armas de fuego con la policía. El trasfondo de aquella balacera sumaba un nuevo capítulo a un año que significaba el inicio de la década más sangrienta de la historia argentina.
Para entender y poner en contexto lo que sucedía en la Argentina de principios de los 70s hay que destacar que desde la llamada Revolución Libertadora, aquella que derrocó a Juan Domingo Perón en 1955 y lo obligó a un exilio de casi 20 años, hubo períodos intermedios de golpes de Estado y democracias débiles donde el peronismo estaba proscripto. En ese panorama de violencia y de peleas por poder crecieron estos jóvenes de no más de 25 de años que veían en el viejo líder, Perón, la solución para "poner nuevamente en marcha el país". La lucha armada fue la bandera de agrupaciones guerrilleras que no veían otro camino que el uso de armas para pelear por aquello que creían que era genuino. Así nació Montoneros.
Fernando Abal Medina y Carlos Ramus.
La organización guerrillera peronista se dio a conocer en 1970, en pleno gobierno de facto del general Roberto Levingston, declarando que su objetivo principal era la lucha contra la dictadura gobernante y que Perón regrese al poder mediante elecciones libres sin proscripciones y poder instalar un "socialismo nacional" que mezclaba el Estado socialista y el peronismo. La Revolución cubana había tenido un gran impacto en Latinoamérica y esto era una clara muestra.
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La primera vez que "salieron a escena" fue con el secuestro y posterior asesinato de Pedro Eugenio Aramburu que formó parte del grupo de militares que derrocó a Perón en 1955. El secuestro fue seguido de un "juicio popular" constituido por ellos mismos que determinó que por su accionar debía pagar con su vida: fue ejecutado el 1 de junio del 70 en un hecho que shockeó a toda la sociedad. Montoneros pasó a la escena pública enfrentándose a las Fuerzas con más que solo derramamiento de sangre como consecuencia.
Miembros de Montoneros buscados tras el asesinato de Aramburu.
Tres meses después Abal Medina, Ramus y parte de la cúpula guerrillera se habían convertido en las personas más buscadas del país y es por este motivo que llamó la atención que decidieran planear una reunión en una pizzería del conurbano para debatir los pasos a seguir del grupo. La cita tuvo lugar en La Rueda, ubicada en la esquina de Potosí y Villegas en William Morris, y los objetivos principales del encuentro eran definir quién sería el próximo jefe operativo de la organización en Córdoba y su financiamiento, por esto último arreglaron verse con Antonio Romano.
Al lugar se hicieron presentes Abal Medina, Sabino Navarro y Luis Rodeiro -también cofundadores, mientras Ramus esperaba en un Peugeot y Carlos Capuano Martínez (partícipe del secuestro de Aramburu) lo hacía en un Fiat 1500. La hora señalada eran las 20:00, los jóvenes llegaron cinco minutos después y cuando ya se habían hecho las 20:20 y Romano no aparecía las cosas comenzaban a inquietarse.
Pizzería-Bar "La Rueda", imagen: "Noticias", edición Homenaje a los caídos en Trelew, Bs. As., 22 de agosto de 1974
A partir de acá hay dos versiones que dan cuenta de los hechos que se desencadenaron: por un lado se afirma que fue el dueño del local, José Gerardo Sabadinno, quien delató a los protagonistas luego de reconocer a Abal Medina. El hombre llamó a la Comisaría 4° de la calle Victoria y habló con el oficial Armando Hass para describirle la escena. Luego de terminar la conversación Hass notificó al comisario inspector Juan Carlos Mignasco quien decidió llamar al jefe de Policía de la Provincia, Pedro Quiroga, para ver qué pasos tomar.
Otra de las versiones indica que la reunión se hizo porque servicios del gobierno debían pagarle un monto acordado por el asesinato de Aramburu y fue un anónimo el que llamó a la policía y delató a los rebeldes. Este relato es con el que gran parte de los montoneros está de acuerdo y señalan a Romano como el verdadero culpable ya que quería quedarse con el dinero.
Cuerpo de Ramus caído en combate.
El oficial ordenó a los cabos que tomen sus armas y se dirigieron al bar sin hacer sonar la sirena, se encontraban a diez cuadras del lugar y estaban listos para la lluvia de balas que terminaría siendo el enfrentamiento.
Ramus los reconoció ya que solo Hass estaba vestido de civil y decidió bajarse del auto y tomar una ametralladora en una mano y una granada en la otra. Abal Medina extrajo su arma y sin dudar empezó a disparar, pero los agentes repelieron la agresión y lo hirieron dejándolo moribundo y cayendo al suelo de la vereda en un charco de sangre. Sabino Navarro rompió el vidrio de una ventana para huir hasta una casa abandonada, Hass lo vio, pero se dio cuenta de que Ramus tenía una ametralladora lista para ser usada mientras bajaba del auto y entonces decidió dispararle. Ramus cayó herido, la granada que tenía en la mano le estalló y le voló la mano dejándole las piernas destrozadas.
Panfleto repartido por Montoneros tras la muerte de Abal Medina y Ramus.
Nunca se supo exactamente qué pasó con Mario Firmenich y Norma Arostito, también miembros fundadores, una versión dice que al llegar tarde pudieron escapar del tiroteo y otra afirma que nunca arribaron a la zona. Lo cierto es que el saldo del sangriento tiroteo dejó a dos muertos cuyos cuerpos fueron trasladados a la morgue del Instituto de Cirugía de la Provincia de Buenos Aires “Dr. Luis Güemes”, en Haedo, y reconocidos por la madre de Ramus, el hermano de Abal Medina, Juan Manuel, y los abogados Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde.
La familia de Ramus pidió una misa en la iglesia San Francisco Solano de Villa Luro porque allí había tomado la Primera Comunión, mientras que la de Abal Medina hizo el mismo pedido en Nuestra Señora de Monserrat pero se les fue denegado así que ambas familias decidieron hacerlo en Villa Luro. Uno de los curas que oficializó el responso fue Carlos Mugica quien por vueltas del destino - o no - sería asesinado a la salida de ese mismo lugar 4 años después.
Velorio de Abal Medina y Ramus en la iglesia San Francisco Solano en Villa Luro.
El responso y el velorio atrajeron a una multitud de curiosos, allegados y familiares junto con un grupo importante de periodistas y camarógrafos. Varios pudieron tomar la imagen de uno de los coches fúnebres que llevaba una ofrenda floral con el nombre de Juan Domingo Perón.
Sus restos fueron sepultados en Chacarita mientras se entontaban las estrofas del Himno y los presentes gritaban “Patria sí, colonia no” y “Peronistas, ni yankis ni marxistas”. Dos días después, el 9 de septiembre, Montoneros emitió el parte de guerra, ofreciendo su propia versión de los hechos. Luego se “llamaron a silencio”.
El grupo guerrillero se mantuvo en silencio por 3 meses tras la muerte de dos de sus miembros.
Tres meses después decidieron volver a actuar con José Sabino Navarro como líder provisorio. El próximo golpe ya lo habían planeado con el objetivo de "recuperar armas del pueblo" y consistía en atacar la garita de Avenida Maipú y Malaver. Operativos similares a este se llevaron a cabo con frecuencia hacia fines del 70, la mayoría de suma violencia y con pérdidas de vidas humanas como el ataque a la sucursal del Banco Comercial de La Plata, el 15 de diciembre, donde fue asesinado el cabo Albino Alegre.
Ante tal imparable ola de violencia, Lanusse advirtió por la prensa a las unidades militares del país la crisis política y social que se estaba atravesando. La década de los 70 había comenzado dando una muestra de lo que se vendría después, Argentina había entrado en una nueva guerra civil donde no había reglas y que solo dejó heridas sin cerrar como saldo y un debate que aún la sociedad les debe a los argentinos.
Por Yasmin Ali
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