El exministro del Interior perdió su vida un 15 de julio de 1974 en un ataque perpetrado por Montoneros en San Justo. El trasfondo del crimen que paralizó a una sociedad argentina que vivía la década más sangrienta de su historia en un todo contra todos.
Mor Roig.
Un 15 de julio de 1974 era asesinado por Montoneros en San Justo, La Matanza, el exministro del Interior Arturo Mor Roig. Su asesinato se produjo dos semanas después de la muerte de Juan Domingo Perón y fue uno de los tantos sangrientos episodios que marcaron una década, una etapa, de las más sangrientas que vivió Argentina. El mensaje político que significó su muerte y cómo selló su destino años antes cuando ejercía su rol de ministro.
Mor Roig nació el 14 de diciembre de 1914 en Lérida, España, pero de muy chico emigró junto a sus padres al país donde pasaría su juventud en San Pedro, estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Buenos Aires y la UCA y luego se instaló en San Nicolás de los Arroyos. Sus vínculos con la política comenzaron a finales de la década del 30 cuando se afilió a la Unión Cívica Radical con una posterior carrera en ascenso de cargos que irían de concejal en San Nicolás a senador provincial entre 1953 y 1955; tras la Revolución Libertadora y con una ruptura de la UCR, optó por ir con Ricardo Balbín quien lideró lo que se conoció como Unión Cívica Radical del Pueblo, con tendencia antiperonista.
Tapa de Primera Plana del 27 de abril de 1965, en ese entonces era el Presidente de la Camára de Diputados.
Fue diputado nacional durante la presidencia de Arturo Frondizi hasta 1962 cuando un golpe de Estado lo derrocó y el Congreso fue clausurado. Un año después apoyó a Arturo Illia y tras su triunfo fue nuevamente electo diputado ocupando la presidencia de la Cámara hasta 1966 cuando llegó la dictadura del general Onganía. Durante la presidencia de facto de Alejandro Lanusse ocupó el cargo de ministro del Interior, cargo que aceptó a pesar de la negativa de Balbín y del pedido de Ricardo Alfonsín de que sea expulsado del partido. Esto lo terminaría sentenciando años después.
El Presidente de facto, Gral. Alejandro Agustin Lanusse, tomando juramento en el cargo de Ministro del Interior el 26 de marzo de 1971.
Durante su cargo como ministro de Lanusse se encargó de marcar el camino para abrir el diálogo político y ponerle fin a la dictadura que comenzó con Onganía, en ese camino tenía una tarea más que ardua: incorporar al peronismo a escena que hasta entonces estaba proscripto. Para el presidente de facto el ministro era "el hombre para salir de la selva", pero esa "selva" terminó convirtiéndose en un laberinto porque durante el gobierno de Lanusse ocurrió la llamada Macasare de Trelew en 1972.
El 22 de agosto del 72 un grupo de guerrilleros, presos en el penal de Rawson, se amotinaron y lograron copar el aeropuerto de Trelew con el objetivo de secuestrar un avión de Austral para huir a Chile. Diecinueve de ellos no pudieron abordar el avión y terminaron entregándose. En la base Almirante Zar, dependiente de la Armada, terminarían siendo fusilados dieciséis guerrilleros. Un hecho que conmocionó al país y causó graves daños en la imagen de Lanusse y su gobierno.
Mor Roig conversa con Balbín, presidente de la UCR del Pueblo, durante la audiencia con la cual se inicio el periodo de consulta a los partidos politicos el 6 de abril de 1971.
Tomás Eloy Martínez se refirió a esto en La Nación: "La matanza de Trelew cambió los vientos de la política argentina y se convirtió en una semilla de odio. Aunque nadie lo sabía entonces, faltaban pocos meses para que Juan Perón regresara de su exilio de dieciocho años. El gobierno de Alejandro Lanusse prometía elecciones libres, sin proscripciones. Sin las heridas de Trelew, acaso habría sido más fácil apagar los incendios que vinieron después. Pero aquel 22 de agosto se abrió una grieta inútil, y por allí fluyó la sangre de mucha gente".
En medio de un escenario político complejo y un contexto social caracterizado por la violencia y enfrentamientos, finalmente el 25 de mayo de 1973 asumió un gobierno constitucional electo sin proscripciones partidarias por primera vez luego de dieciocho años. El objetivo estaba cumplido, pero Mor Roig lo pagaría con su vida.
Mor Roig junto a Daniel Paladino delegado personal de Juan Domingo Perón.
"Don Arturo" junto al Secretario General de la CGT José Ignacio Rucci quien también fue asesinado por Montoneros en septiembre del 73.
Tras la muerte de Perón el 1 de julio Montoneros buscaba métodos y formas para iniciar una negociación con la entonces presidenta Isabel Martínez de Perón; intentaron con Balbín al pedirle que interceda, pero este se negó rotundamente ya que la condición era que el grupo guerrillero haga público su compromiso con la democracia. Fue entonces cuando decidieron enviarle un mensaje al viejo líder radical, ¿el blanco? Don Arturo.
Un poco más de un año después se encontraba trabajando como asesor legal en una empresa metalúrgica ubicada en San Justo, La Matanza. El 15 de julio de 1974 fue un lunes y su día comenzó como cualquier otro, en una pausa laboral decidió ir a almorzar con dos amigos al Rincón de Italia ubicado en la esquina de Juan Manuel de Rosas y Monseñor J. F. Marcón. El oriundo catalán estaba desarmado y no tenía custodia ya que la había rechazado. El restaurante se encontraba prácticamente lleno cuando dos jóvenes se levantaron de la mesa y le dispararon a Mor Roig con un calibre 9 milímetros; el ex ministro cayó al suelo cuando ingresaron otros dos hombres más para rematarlo con escopetas de caño recortado: en total había recibido diez disparos. Los autores del crimen se fueron sin emitir algún discurso o frase que pudiera dar a entender que pertenecían a algún partido político o si eran parte de un grupo guerrillero.
Rincón de Italia, restaurante donde fue asesinado el exministro.
El asesinato fue tapa de los diarios más importantes, pero con las semanas y los acontecimientos violentos que sucedieron tiempo después se fue olvidando y poco se habló de quiénes habían cometido un crimen a sangre fría a plena luz del día y a la vista de todos. El escritor Rogelio Alaniz explicó por qué los Montoneros eran los únicos para responsabilizar: “Montoneros explicó que Mor Roig había sido asesinado para advertirle al gobierno nacional y a Balbín que la organización armada peronista debía ser tenida en cuenta en futuras negociaciones políticas… El criterio del crimen no fue diferente al que se utilizó para asesinar a Rucci: se mataba a alguien no tanto por lo que era o lo que había hecho, sino por lo que representaba simbólicamente. No se mataba ni por amor ni por odio, se mataba por cálculo. Los muchachos arrojaban un cadáver en la mesa de negociaciones como quien arroja un ramo de flores…Por si alguna duda quedaba respecto de la identidad de los autores y de sus objetivos, las agrupaciones de superficie de Montoneros coreaban en las asambleas universitarias consignas al estilo "Hoy, hoy, hoy... hoy que contento estoy, vivan los Montoneros que mataron a Mor Roig".
Tapa La Nación.
Tapa Clarín.
Semanas después y ante la evidente falta de apoyo del Gobierno de turno, Montoneros pasó a la clandestinidad dando por iniciada una nueva etapa en la década más sangrienta de la historia argentina y cuyas páginas más oscuras estaban por ser escritas.
Por Yasmin Ali
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