Con el objetivo de hacerse cargo de un colegio, este inquieto highlander terminó por revolucionar a un país con la llegada de un deporte que con el tiempo se volvería parte de la idiosincrasia argentina.
Si hay una palabra que resume al argentino es la pasión y particularmente su fervor por el fútbol. Tierra de los actuales campeones del mundo, este deporte se volvió parte de nuestro día a día despertando amores y odios.
Motivo de promesas, nervios y jornadas dominicales frente al televisor o yendo a la cancha para abrazarse a un desconocido que comparte el mismo código de amor, este deporte se ha posicionado como el más importante en Argentina y en la mayoría de los países sudamericanos. Pero no siempre fue así y su llegada, particularmente del hombre que lo introdujo, no fue bien recibida al principio.
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Era febrero de 1882, plena primera ola migratoria, y ya habían pasado 4 años de la asunción de Julio Argentino Roca como presidente y con el lema de "orden y progreso". Bajo ese contexto Alexander Watson Hutton pisaba suelo porteño tras aceptar el trabajo de director de escuela.
Este escocés nacido el 10 de junio de 1853 al sur de Clyde, en Glasgow, perdió a sus padres muy pequeño y fue criado por su abuela materna hasta llegar a la Universidad de Edimburgo donde se graduó en Humanidades, especializándose en letra y poesía. ¿Cómo llegó al país? Lo contrataron como director del Saint Andrew's Scots School, lo recomendó el profesor Laurie quien no sabía que traería mucho más que un docente el país.
Al llegar no lo hizo solo, venía su esposa Margaret Budge y además un bolso con pelotas de fútbol, infladores y palos de golf. Una revolución para época.
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Su llegada al colegio no fue más que una gran decepción por sus diferencias con la comisión a cargo ya que, entre varias cosas, se negaban a construir un gimnasio y campo de deportes. Fue así que solo aguantó dos años, quienes lo trajeron vieron con malos ojos la idea de incorporar el fútbol.
De esta forma el matrimonio Hutton decidieron hacer camino propio y fundaron el 2 de febrero de 1884 el Buenos Aires English School, una institución bilingüe mixta. Estaba ubicada en Perú 253 y en 1906 se mudó a Belgrano.
Un dato no menor es que el primer partido de fútbol, de manera formal, tuvo lugar años antes de la llegada del profesor: el 20 de junio de 1867 en la cancha de cricket del Buenos Aires Cricket Club y donde hoy está el planetario.
Nuestro escocés más porteño incluso se reunió con Domingo Sarmiento, quien durante la presidencia de Roca fue Directo General de Escuelas, dándole el visto bueno para incorporar al fútbol. Quedó en el imaginario colectivo aquella famosa frase que supuestamente le dijo al educador: “Que aprendan, a las patadas, a los empujones, pero que aprendan”.
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El 21 de febrero de 1893 fundó la Argentine Association Football Club, integrada por el Quilmes Athletic Club, Old Caledonian’s, Saint Andrew’s School, Buenos Aires English High School, el Lomas Athletic Club y el Flores Athletic Club y cuya primera sede funcionó en Venezuela 1230. Se trató del antecedente de la Asociación del Fútbol Argentino.
El colegio de Hutton incorporó un equipo de fútbol propio y así en 1898 nació el Club Atlético English High School. Podría decirse que el escocés fue el primer DT del país ya que se dedicaba a enseñar el deporte y jugaba con sus alumnos. Fue criticado por afirmar que sus triunfos eran "publicidad" para el establecimiento educativo, lo que lo llevó a tomar la decisión de cambiar el nombre por Alumni Athletic Club.
Lo de Alumni es historia conocida: en sus dos primeros años parecía invatible. Roca se convirtió en el primer presidente en presenciar un partido de fútbol, el 16 de junio de 1904, cuando vio el amistoso entre el club fundador argentino y Southampton, de gira por estas pampas.
En total ganó diez campeonatos. Pero la difícil tarea de mantener un club en la época amateur terminó costándole su existencia en 1911. Volvería en 1951, pero como equipo de rugby.
Hutton se retiró en 1910 y murió el 9 de marzo de 1936, sus restos descansan en el cementerio británico y sin tomar dimensión que fue el pionero en sembrar una pasión que no conocería límites.
Por Yasmin Ali
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