Hace 208 años, diputados provinciales lograban ponerse de acuerdo y firmar el acta que marcaría la ruptura formal con la monarquía española. En qué circunstancias se llevó a cabo y el factor del norte, clave para impedir que se haga en la capital del, hasta entonces, virreinato.
El 25 de mayo de 1810 fue un paso importantísimo para los patriotas, sembrando los primeros pasos independentistas de España. Pero aún faltaba lo más importante: una declaración firmada que formalizara esa decisión y declare la independencia que llegó seis años después, un 9 de julio de 1816.
Si bien en el primario y secundario se habla de lo que significó la "Casita de Tucumán", hay dos cuestiones que pasan casi desapercibido: que aquella vivienda pertenecía a una mujer, Francisca Bazán, y que fue en el norte y no en Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, donde se dio este hecho trascendental.
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Si bien el deseo de romper vínculos con España llevaba años gestándose, las disputas entre las provincias y la capital estaban a flor de piel. El interior veía con recelo los manejos del Directorio, tildándolo de "tiránico" y exigían una mayor representación política con una nueva convocatoria a una asamblea legislativa. Las campañas del ejército al Alto Perú lograron mejorar las relaciones entre estas provincias, potenciando su poder producto de las buenas campañas realizadas y dándose cuenta que podían revelarse ante aquel poder centralista que siempre primó en la capital.
Los enfrentamientos con Buenos Aires despertaron una corriente autonomista, una línea de pensamiento impulsada por aquellos caudillos que veían que las provincias podían ejercer una "libertad" que en un principio parecía impensada. Todo esto sucedía de manera paralela a las intenciones de realizar un congreso que estableciera las bases para una independencia de la corona español. Fue por esto que cuando se convocó al mismo había algo claro: no podía realizarse en Buenos Aires.
Descartada entonces Buenos Aires como sede, las opciones se fueron reduciendo. Tucumán comenzó a ser vista con buenos ojos debido a la buena relación que tenía con el resto del interior (incluso la capital); en ese entonces se había transformado en una de las más activas durante la guerra al invertir en gastos para el ejército y hombres. Pero el motivo más importante era la posición estratégica que ocupaba debido a la cercanía que tenía con el Ejército Auxiliar del Perú.
Así entonces Tucumán fue la ciudad elegida, se alquiló una casa propiedad de Francisca Bazán de Laguna y el 24 y 25 de marzo de 1816 se celebraron la apertura de las sesiones. Casi 4 meses después, un 9 de julio, aquellos diputados harían historia.
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Luego de ponerse de acuerdo con la sede, faltaba elegir el lugar donde se haría historia: una casa alquilada que el tiempo bautizó como “Casita de Tucumán”.
La casa de estilo colonial, ubicada en la calle Congreso 151, data de la década de 1760 y su primer dueño fue Diego Bazán y Figueroa de profesión comerciante. Tiempo después se la obsequió a su hija Francisca Bazán al casarse con el español Miguel Laguna. De lo que se sabe de la primera construcción es que tenía una entrada de tipo zaguán, dos patios, tres salones principales y con molduras ubicadas a ambos lados de la puerta principal, representando columnas salomónicas.
No se sabe a ciencia cierta en qué fecha fue alquilada por el gobierno revolucionario para que se lleve a cabo el Congreso, pero se cree que fueron en los meses posteriores a la Batalla de Tucumán. La versión que siempre nos contaron es que fue la misma Francisca quien prestó la casa debido a la falta de otros locales apropiados, pero con los años creció hipótesis de que fue en realidad el mismo Estado de Tucumán quien dispuso de su uso ya que gran parte de la Casa estaba alquilada para la Caja General y Aduana de la Provincia.
En el momento de comenzadas las sesiones, en marzo, su dueña se instaló en una casa contigua y solo regresó a su vivienda una vez que el Congreso se trasladó a Buenos Aires. Durante ese tiempo la casa sufrió la demolición de una de sus paredes interiores que dividía dos de las tres salas para ampliar el salón.
Francisca murió unos años después, en 1823 cuando tenía 79. Uno de sus hijos, Nicolás Valerio Laguna Bazán, fue elegido diputado a la Asamblea del Año XIII y tres veces gobernador de la provincia de Tucumán.
En cuanto la casa, después de que el Congreso realizara su última sesión, en enero de 1817, volvió al uso de los Laguna de Zavalia hasta 1874 cuando fue vendida al Gobierno Nacional y se la destinó como edificio de Correos, anexándole posteriormente el servicio de Telégrafo.
En 1903 debió ser demolida por su pésimo estado, salvo la sala de reuniones del congreso. En 1941 se dispuso, por ley, su reconstrucción. Actualmente funciona como museo y es la sede principal de cada 9 de Julio.
Por Yasmin Ali
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