Cuando los años vienen acompañados por energía vital y calma se puede vivir con mejor calidad de vida. Tips para vitalizarse y transitar plenamente feliz esta etapa.
Cuando pasan los años y vamos teniendo más edad el cuerpo va produciendo cambios que no siempre nos agradan. Esas modificaciones biológicas son inevitables, pero es posible y siempre se está a tiempo de atenuar el impacto y sentirse mejor en las áreas anímicas, mentales y físicas si se acompaña adecuadamente el proceso de crecimiento.
A partir de los 60 años, históricamente, se ingresaba a la tercera edad. Pero actualmente podemos dejar de denominarla de esa manera, ya que la expectativa de vida se amplió considerablemente en las últimas décadas.
El 1 de octubre se conmemora el día internacional de las personas de edad, una fecha para impulsar la discusión del rol de la vejez, dar espacio a acciones en las diversas esferas sociales y posicionar la protección de los derechos de las personas mayores.
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A la edad de la jubilación, la cultura en la que estamos inmersos nos “descarta” como personas productivas. Sin embargo a esa edad queda una cantidad de energía disponible para seguir produciendo. Si hasta los 60 se vivió intensamente, se puede continuar haciéndolo del mismo modo siempre y cuando no se responda a partir del paradigma de la “jubilación”.
Jubilarse no tiene por qué implicar retirarse: a partir de los 65 o 70 años quien se sienta a gusto con lo que hace pueda seguir haciéndolo, continuando con su actividad o reconvirtiendo su trabajo en alguna opción viable. Socialmente se denomina a los jubilados como población pasiva como contrapuesto a la clase activa y esa estigmatización lleva a crear una “mente pasiva” en la gente mayor. A diferencia de las culturas orientales donde se respeta a los ancianos por su sabiduría, en la cultura occidental se tiende a desvalorizar a la gente más añosa.
La ampliación de la expectativa de vida a partir de un cuerpo más saludable generó, entre otros efectos, que quien antes llegaba a determinada edad y era considerada vieja ahora ya no lo es, pero este cambio todavía sufre del efecto “jet lag”, ya que todavía no se ha naturalizado socialmente este cambio real. Del mismo modo hay generaciones que todavía tienen instalado en su mente la creencia inconsciente de haber llegado a viejos cuando en realidad no tiene por qué ser así.
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Así como la felicidad es una decisión también lo es la vejez, en tanto estado anímico–emocional. Nadie más que nosotros mismos podemos determinar cómo queremos estar y vivir. Más allá de lo que pueda influenciar el contexto externo, lo que más incide en estos casos es el contexto interno. No son los prejuicios y valores externos los que determinan nuestras acciones, sino los propios prejuicios, valores y creencias inconscientes. Aparte de la edad biológica hay una edad del corazón: hay adolescentes y jóvenes que tienen “alma de viejos” y “jóvenes” de 80 años.
A punto de filmar su película número 40, a sus 93 años, le preguntaron al prestigioso director de cine Clint Eastwood cuál era su secreto para mantenerse activo y vital: "Nunca dejo que el viejo entre en casa".
“Cuando me levanto todos los días no dejo entrar al viejo, ese es mi secreto desde hace más de 60 años, mantenerme ocupado y nunca dejar que el viejo entre en casa”, Clint Eastwood
Así de simple es como se puede decidir seguir siendo vitales a cualquier edad. Obviamente que no es lo mismo en los casos donde se tuvo una vida “sufriente” a cuando se disfrutó de la vida, ya que generalmente se vive de grande como se vivió de joven. Pero siempre se está a tiempo de dejar el sufrimiento en el pasado para disfrutar el presente.
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Esta famosa frase se actualiza en todas las generaciones idealizando aquello vivido en el pasado que a la distancia no solo es un recuerdo, sino que se resignifica otorgándole muchas veces un tinte inalcanzable. Por supuesto que será “inalcanzable” porque ya pasó y no podemos volver a eso. Ese recuerdo despierta nostalgia pero es importante no convertirlo en melancolía.
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Así como el stress es una de los sintomatologías actuales de mayor preponderancia en la población, con la ansiedad como su cara más visible, la depresión es otra de las patologías que afecta a una considerable cantidad de gente. Los pensamientos continuos y persistentes suelen atormentarnos, ya sea que busquen anticiparse a situaciones futuras o refugiándose en pensamientos que continuamente nos llevan al pasado.
No es fácil quitarse de encima esos “pensamientos tóxicos” y “apagar la radio” que todo el día nos taladra la cabeza. Nos resulta difícil ya que no se suele tener naturalizado vivir el presente, el aquí y ahora; dejando atrás el pasado y no buscar adelantarse al futuro. Vivir en el pasado genera un matiz depresivo, vivir en el futuro produce ansiedad y vivir en el presente posibilita cohesionar cuerpo y mente que se alinean para fluir armoniosamente.
Cuando se es grande de edad suele primar una de estas tres opciones: deprimirse por lo que ya no se tiene del pasado, sufrir pensando que nos deparará el futuro, o vivir plenamente conectado con el presente, ¿en que lugar te vas a ubicar?
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Como dijo el famoso director y guionista sueco Ingmar Bergman: “Envejecer es como escalar una montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.” Aprender a disfrutar cada momento de tu vida, saborearlo y compartirlo seguramente te garantizará vivir tu madurez en plenitud
¡Feliz día!
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