La jueza Cáceres Moreno dispuso una condena de tratamiento psicológico y restricción perimetral para el monseñor Mario Cargnello y otros miembros.
Por Canal26
Sábado 6 de Abril de 2024 - 09:56
El Monseñor Mario Cargnello, arzobispo de Salta, recibió una condena de tratamiento psicológico "con perspectiva de género" y una restricción perimetral para tomar distancia de un grupo de monjas que lo denunció en 2002 y luego en 2021 por violencia. Además, recibieron la pena otros clérigos como el obispo emérito Martín de Elizalde, el vicario judicial Loyola Pinto y de Sancristóval y el sacerdote Lucio Ajaya, todos acusados de agredir a las Carmelitas Descalzas del convento San Bernardo.
La pena fue impuesta por la jueza Carolina Cáceres Moreno, del Juzgado de Violencia Familiar y de Género Nª 3. El tratamiento psicológico será “a fin de trabajar patrones vinculares y hechos de violencia” y tendrán que tomar capacitaciones relacionadas a cuestiones de género, violencia de género y normativa vigente.
En su resolución, la jueza Cáceres Moreno planteó que las monjas “han padecido hechos de violencia de género en el ámbito institucional del tipo religiosa, física, psicológica y económica por un lapso de más de 20 años”, como “la obstrucción/demora/negativa en la elección de la Priora y el préstamo de dinero al Obispo sin devolución a la fecha, lo que configuró violencia de género del tipo psicológica y económica”.
Además, afirmó que “lo acontecido durante la visita apostólica realizada por Monseñor Martín de Elizalde en fecha 25/10/21, (...) aquellas sufrieron violencia de género del tipo psicológica”.
En este sentido, señaló “la comparecencia al monasterio del Vicario Judicial Loyola Pinto y de Sancristóval en fecha 27/04/22, a fin de poner en conocimiento a la comunidad carmelitana lo dispuesto por la Santa Sede, sin que la comunicación haya expresado tal forma de notificación, lo que configuró violencia de género del tipo psicológica”.
También se ordenó notificar al papa Francisco y se impusieron costas judiciales a los acusados, con revisión de conducta de los abogados implicados. La causa por violencia empezó en 2002. La jueza instó a las denunciantes a realizar retiros y/o ejercicios espirituales para abordar psicológicamente las consecuencias del maltrato sufrido.
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Las monjas comenzaron durante la pandemia una relación con María Livia, una mujer que decía recibir mensajes de la Virgen del Cerro, a donde iban miles y miles de fieles desde afuera de la capital salteña. La estrecha relación de estas monjas con esta mujer las llevó a incorporar la imagen de esta santa en su vida.
Sin embargo, a Cargnello no le gustó esta Virgen, porque no es reconocida por el arzobispo. Por eso, se puso a orar en un tono agresivo durante el velorio de una monja donde había una imagen de la santa del Cerro colocada cerca del féretro. Tan poco había gustado esta incorporación a los varones de la iglesia que el sacerdote Ajaya agredió físicamente a una de las monjas que filmaba la ceremonia.
A raíz de estos hechos, el Vaticano envió a un representante a estudiar por qué las Carmelitas Descalzas adoraban a la Virgen del Cerro. Sin embargo, allí decidieron que el convento San Bernardo “no debe en ningún modo involucrarse en actividades ligadas a la así conocida Obra Yo soy la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús y Yo soy el Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús”.
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