Preocupación mundial: el cambio climático desafía la "seguridad alimentaria"

Es importante reforzar los métodos de cultivo que disminuyan los residuos. Foto: Unsplash.

En el frente de la lucha contra un problema ya crítico, el cambio climático se impone como una amenaza inminente para la seguridad alimentaria a nivel global. La combinación de los altos costos energéticos y bloqueos en las cadenas de suministro internacionales crea un escenario propicio para el surgimiento de nuevas dinámicas económicas.

Las señales del cambio climático se hacen cada vez más evidentes: cambios radicales en las temperaturas, alteraciones en los patrones de lluvia y eventos climáticos extremos. En las próximas décadas, estos efectos del calentamiento global podrían destruir la estabilidad de las reservas de alimentos y aumentar la volatilidad de los precios en todo el mundo.

Los sistemas de producción alimentaria se enfrentan a un desafío monumental: mantener la capacidad de abastecer a una población en constante crecimiento en un contexto de condiciones climáticas extremas.

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Los expertos advierten que para evitar que el calentamiento global supere el límite crítico de 2°C en comparación con los niveles preindustriales, las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse en más del 50% antes de 2050.

Un informe elaborado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático sugiere que los rendimientos de los cultivos ya podrían estar disminuyendo, y para 2050 podrían generalizarse reducciones de entre el 10% y el 25%, o incluso más.

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Los riesgos del cambio climático

El cambio climático amenaza, especialmente, a la agricultura y a la alimentación, situándolos entre los sectores más vulnerables en torno al impacto. Estos sectores enfrentarán un desafío aún mayor, según las estimaciones, en términos de adaptación. 

Tras las constantes variaciones climáticas, más de 82 países enfrentaron riesgos en los modelos de producción de alimentos. Foto: Reuters.

El calentamiento global también altera los patrones meteorológicos, dando lugar a olas de calor, lluvias torrenciales y sequías. Sin soluciones efectivas, la disminución de la productividad de los cultivos, especialmente en regiones con alta inseguridad alimentaria, podría empujar a más personas hacia la pobreza.

Las estadísticas actuales reflejan un preocupante aumento en la inseguridad alimentaria aguda, que afectó a 82 países, con un aumento de 135 millones de personas en 2019 a 345 millones en junio de 2022. La guerra en Ucrania, las interrupciones en las cadenas de suministro y las repercusiones económicas de la pandemia de COVID-19 elevaron los precios de los alimentos a niveles históricos.

Para abordar estas crisis, es esencial explorar un nuevo modelo de producción que pueda enfrentar diversas situaciones de estrés y, al mismo tiempo, proteger las condiciones del mercado para garantizar una oferta sostenible para pequeños agricultores y productores. Reforzar los métodos de cultivo que minimizan los residuos se convierte en una adaptación crucial.

El camino hacia la seguridad alimentaria implica la incorporación de herramientas que reduzcan significativamente el impacto ambiental. Anticiparse a los desafíos emergentes es esencial, ya que la falta de acción pone en peligro uno de los aspectos más fundamentales de la vida humana: el acceso a alimentos seguros y suficientes.