El creciente conflicto en Europa, centrado en Ucrania, desencadenó una serie de movimientos militares y declaraciones alarmantes que apuntan hacia una posible escalada y otra gran guerra. Crecen las tensiones entre Rusia y la OTAN y el futuro se presenta incierto y potencialmente catastrófico para la región y el mundo.
En un lapso de pocas horas, muchas declaraciones en un mismo sentido llevaron a que, mientras preparaba este artículo, tuviera que detenerme para pensar nuevamente en lo que estaba leyendo y escuchando. En realidad, tuve que hacer una pausa para tomar aire porque, por un instante, sentí con mucha claridad, otra vez, lo que está sucediendo pero cuesta aceptar.
Durante toda la semana, la guerra en Ucrania generó movimientos en distintas regiones del planeta. Desde Estados Unidos hasta Europa, por supuesto, Irán, Corea del Norte, China y, claro está, Rusia. Son varios países los que nombro en esta corta lista, pero en realidad deberíamos incluir decenas más si pensamos en la OTAN.
El conflicto en Europa, de eso se trata la guerra en Ucrania, llevó a que finalmente Estados Unidos aprobara el paquete de ayuda por 61 mil millones de dólares para la compra de armas a Kiev. Apoyo financiero que es en este momento tan fundamental para las fuerzas ucranianas como el oxígeno, dada la ofensiva rusa y sus avances cada vez más marcados en el frente de batalla.
Casi al mismo tiempo, Gran Bretaña decidió aportar varios cientos de millones de libras esterlinas, así como una visita de su Primer Ministro a Alemania para reunirse con el Canciller alemán en una base militar.
Cuando a Sunak le preguntaron si estábamos en una era de preguerra -haciendo referencia a las declaraciones de días atrás del primer ministro polaco-, Sunak buscó suavizar la respuesta, pero en su conferencia posterior habló de la seguridad de su país gracias a haber preparado su estructura militar para la guerra.
La palabra que evitó utilizar respondiéndole a la periodista, apareció cuando habló de cómo se estaban preparando militarmente para el momento que se viene ya no solo en Ucrania sino a nivel regional.
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Pero fue nuevamente Emmanuel Macron quien decidió darle una cachetada a sus socios al dejar claro lo que se avecina. Hace unos días hablaba de estar "preparados para la guerra si se quiere la paz", en esta oportunidad dejó otro título junto a su visión geopolítica actual: "Europa puede morir". El presidente francés señaló que la seguridad europea dependía de que Rusia perdiera la guerra en Ucrania. Reconoció que su país se estaba despertando, y para eso duplicó su presupuesto para la defensa. Macron advirtió, sin embargo, que ese rearme francés incluso era lento, demasiado lento para el rearme que se vive a nivel global. Más aún si se compara con China, Rusia e Irán.
Mientras Macron daba su definición del tiempo que le toca vivir a Europa, desde Polonia el gobierno sorprendía a sus socios al afirmar que estaban dispuestos a recibir e instalar armas nucleares en su territorio.
El presidente Duda informó que Rusia, además de estar enviando más armas atómicas a Bielorrusia, está militarizando su territorio en Kaliningrado, las tierras de poco más de 220 km cuadrados entre Polonia y Lituania.
La respuesta de Rusia en dos advertencias diferentes no se hizo esperar. El canciller Lavrov aseguró que Estados Unidos y sus "satélites de la OTAN" están obsesionados con infligir una derrota estratégica a Rusia. Pero decidió ir más allá al asegurar que los "occidentales" se tambalean peligrosamente al borde de un conflicto directo entre dos superpotencias nucleares, plagado de consecuencias catastróficas.
Un día después, fue la vocera de la cancillería rusa, ante el anuncio polaco de estar dispuestos a recibir armas nucleares en su territorio, quien afirmó que Varsovia se esforzaba maniáticamente por atraer aún más la atención de los planificadores militares del estado mayor ruso. Por unos segundos, la vocera dejó la diplomacia y alertó: "no es difícil suponer que, en caso de la aparición de armas nucleares estadounidenses en territorio polaco, serán objetivos legítimos a ser derrotados en caso de una confrontación militar directa con la OTAN".
Mucho es lo que se nos está diciendo públicamente, pero como en toda guerra, casi con seguridad, es solo la punta de un iceberg mucho más grande. ¿Qué está sucediendo entonces debajo de la superficie?
Mientras en Kiev celebraban el paquete de miles de millones de dólares entregados por Washington, que se traducirán en todo tipo de armas, especialmente misiles de largo alcance, se conoció que de forma secreta estos misiles estadounidenses, los ATACMS, capaces de viajar hasta los rincones más alejados del territorio ruso conquistado en Ucrania, ya habían sido entregados. Fueron esos misiles los que impactaron en Crimea y en la retaguardia rusa.
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Nadie está dispuesto a frenar la maquinaria de guerra, los tambores suenan cada vez más fuerte. Los tiempos del presente no son los mismos que se miden con el correr de la historia. Lo que parece transcurrir en cámara lenta será visto en el futuro posiblemente como pasos acelerados e ininterrumpidos directos a la colisión.
Esta es, al menos, la foto que nos permite ver lo que quieren que se haga público o lo que no evitan que se vea abiertamente, y creo que es suficiente como para temer por el futuro cercano.
Mientras el canciller británico y alemán saludaban a las tropas de la base alemana, el secretario general de la OTAN se subía a un avión militar alemán para dar una vuelta, los mismos aviones que interceptan a sus pares rusos sobre el Báltico con cada vez más frecuencia.
Terminada esta semana de declaraciones, gestos y movimientos militares en la recientemente extendida frontera de la OTAN -con la incorporación de Finlandia y Suecia-, se llevaron adelante los ejercicios militares más importantes en años. Planificaciones y entrenamientos de una guerra con Rusia que nadie oculta con nombres raros. Algo que llevó al Kremlin a advertir que podría ocurrir un "incidente".
La semana terminó con otra puesta en escena, en este caso el presidente de Bielorrusia, Lukashenko, ante un auditorio repleto. El hombre que permitió que en la segunda invasión de Ucrania los soldados rusos atacaran desde su nación a las fuerzas de Kiev, volvió a amenazar con la utilización de las armas nucleares que Moscú colocó en su territorio.
En esta rápida descomposición de amenazas mezclada con movimientos militares reales, Lukashenko habló de “apocalipsis”. En estos dos años de guerra no fue el único en mencionar la posibilidad de utilizar las armas de destrucción masiva: Putin lo hizo en más de una oportunidad y Biden ya advirtió sobre un armagedón.
Lo que vemos suceder cada vez con más intensidad parecía imposible hace tres años atrás, cuando en Europa solo se hablaba de Rusia como socio y se creía en el crecimiento ininterrumpido de las alianzas comerciales. El diablo decidió meter otra vez la cola, o quizás mucho más que eso. Dependerá del hombre dejar su parte animal y no enceguecer ante el olor de la sangre.
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