Era una joven ambiciosa y decidida; y pese a pertenecer a una familia de alcurnia de la alta sociedad inglesa se volcó por completo hacia las ideas del nazismo. Pero también se enamoró perdidamente de Adolf Hitler. Se llamaba Unity Mitford, y esta es su curiosa historia.
Unity Mitford, Adolf Hitler y los nazis. Fotos: The National Archives / Canal 26.
La vida de Unity Valkyrie Freeman Mitford es digna de ser contada en una película, como tantas otras de los días en los que la humanidad comenzaba a quedar bajo la temible sombra del poder nazi en Europa. Nacida el 8 de agosto de 1914 en el seno de una importante familia londinense, Unity Mitford creció en una Europa con olor a putrefacción en la posguerra y comenzó a incorporar por propias convicciones el ideario nacionalsocialista que llegaba -tan potente- desde la maltrecha Alemania, cada día más simpatizante de las ideas radicales del Partido Nazi.
La joven se convirtió en una encendida vocera de las ideas de Adolf Hitler y, como si fuera poco, era hermana de Diana, quien (casualmente) estaba casada con Oswald Mosley, el líder de la Unión Británica Fascista y fiel defensor del programa nazi. Sin embargo había otro parentesco muy sugestivo: Unity era prima de una tal Clementine Hozier, esposa de Winston Churchill.
Cuando en 1933 tenía 19 años de edad viajó a Alemania por invitación de Winifred Marjorie Williams Wagner (nuera del famoso músico Richard Wagner), y las vueltas del destino quisieron (y ella también) que asistiera a una multitudinaria reunión en la que su admirado Adolf Hitler era el principal orador. El encantamiento fue instantáneo y ya para 1935 el "esperado" encuentro entre Unity y el Führer se concretaba. Dice la leyenda que Hitler estaba subido a una tarima vociferando un enardecido discurso cuando -de repente- la vio entrar a la sala, tras lo cual detuvo su alocución y la invitó a sentarse cerca del estrado, para luego continuar como si nada.
Todo indica que el flechazo fue mutuo, pese a la mentirosa propaganda nazi que elogiaba las virtudes "cuasi célibes" del Führer alemán para mostrarlo ante el mundo entero como un ser entregado 101% a la causa de su nación y su partido. No era tan así, a Hitler también le gustaban las mujeres y muchas formaron parte de su séquito. Pero Unity llamaba mucho la atención y los paseos que Hitler daba con ella por Berchtesgaden (donde tenía su residencia privada), eran el comentario de los inescrupulosos nazis que los observaban.
Los encuentros con Hitler nada tenían que ver con el amor físico, sino que se enmarcaba más en un amor platónico del que ambos disfrutaban, cosa que ha quedado demostrado a través de la nutrida correspondencia que se cruzaban. La diferencia de edad no era importante para esa relación, ya que por aquellos años, era habitual que hombres grandes contrajeran matrimonio con mujeres mucho menores. Hitler llamaba a Unity "mi pequeña" y en sus cartas le contaba el placer que le daba recibir noticias suyas.
Unity, con Hitler siempre presente. Fotos: The National Archives.
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Esta mujer llegó a ser reconocida en el círculo íntimo del Líder nazi (al cual perteneció desde el principio de su llegada a Alemania) como "más nazi que los nazis" y tal es así que se sabe que en una oportunidad cuando Unity saludó al Cónsul General de Gran Bretaña en Munich levantando su brazo derecho en alto, éste le retiró inmediatamente el pasaporte británico. Corría el año 1936 y después de todo ese "rechazo oficial inglés" era algo que "quedaba bien" desde el ambivalente pensamiento británico sobre las ideas de Hitler que tanto "habían prendido" en la isla británica.
La "fiesta" nazi y el desestructurado estilo de vida para Unity Mitford siguieron viento en popa hasta que en 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial. Bajo determinadas circunstancias y vaya uno a saber por pedido de quién, la aristócrata británica fue "invitada a dejar Alemania" cuando Gran Bretaña le declaró la guerra a la Alemania nazi, por lo cual Unity redactó una fogosa carta de despedida a Adolf Hitler y tomó la determinación de dispararse un tiro en la cabeza mientras recorría el "Englischen Garten" (Jardín Inglés) en la ciudad de Munich. Dicen algunos que la depresión por no poder seguir al lado de su "amado" Führer habría sido el factor determinante para aquella extrema decisión.
Unity Mitford y su fanática ideología nazi. Fotos: The National Archives.
Unity no murió y quedó gravemente herida, con tremendos daños cerebrales y, tras permanecer internada (por expreso pedido de Hitler) en la Clínica Nussbaumstrasse, fue trasladada de inmediato a Inglaterra (previo paso por Suiza), lugar al que llegó en camilla y con la bala todavía alojada en su cráneo, cosa que fue así hasta el final de sus días el 28 de Mayo de 1948 en la ciudad de Oban, en Escocia, como consecuencia de una meningitis a la temprana edad de 33 años.
Traslado de Unity Mitford tras su intento de suicidio. Fotos: The National Archives.
La historia de Unity Mitford es una de las tantas que quedaron registradas para dar por tierra con aquel mito de que a Hitler no le interesaban las mujeres y para confirmar -una vez más- el alto grado de simpatía que imperaba por aquellos años dentro de la aristocrática sociedad británica, la cual veía con "tan buenos ojos" la propuesta de Hitler. Pero claro, eso queda en el Lado B, la historia "oficial" se ha contado de otra manera.
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Nota: El artículo solo expresa investigación histórica.