El oriundo de Azul mató a ocho personas, seis eran familiares, con el único objetivo de quedarse con todo. Pasó 25 años en el Penal de Ushuaia y su frialdad para matar conmocionó a la opinión pública en 1922. La historia de un criminal despiadado que murió abandonado en el baño de una pensión.
Ataúdes de Dionisio Banks (hermano); Sara Banks (sobrina); Juan Gaitán (peón); Claudio Loiza (peón); María Ana Banks (hermana); Juana Dillon (cuñada); Miguel Banks (hermano), y Cecilia Banks (sobrina).
El tristemente protagonista de nuestra historia, Mateo Banks, nació un 18 de noviembre de 1872 en la Estancia El Trébol de Chascomús siendo hijo de un matrimonio irlandés que primero se instaló en el pueblo previamente mencionado para luego trasladarse a Azul. Mateo fue el cuarto de siete hermanos, su familia había ganado prestigio entre los pueblerinos y el mismo Banks era miembro del Jockey Club y de otras ligas de beneficencia.
Ante la opinión pública Mateo era un "hombre común", asistía a la iglesia y no tenías vicios conocidos y tampoco bebía en público. Una imagen que pronto cambiaría ante el horror. En 1922 quedaban cuatro hermanos en Azul tras la muerte de los padres: Mateo, Miguel, Dionisio y María Ana que administraban las propiedades familiares.
Banks en sus días presidiario.
Detrás de aquel Mateo impecable había uno adicto al juego que había perdido gran parte de su fortuna. Era tanto lo que había perdido que ni siquiera al vender parte de sus tierras pudo recuperarlo y hasta llegó a falsificar la firma de su hermano Donisio para vender cabezas de ganado pero tampoco le sirvió y fue allí donde ideó un macabro plan.
Como si fuese un chiste de mal gusto, Mateo se dirigió el 18 de abril de 1922 a la estancia "La Buena Suerte", otra de las propiedades de la familia, donde estaba Dionisio y sin mediar palabra le disparó con un rifle Winchester por la espalda. Sarita de 12 años, su sobrina e hija del reciente asesinado, vio todo e intentó huir. Por desgracia suya su tío la persiguió y le dio un culetazo en la cabeza que terminó con su vida y la enterró en una zanja.
Parte de la familia Banks poco antes de la tragedia, foto Diario Popular de Olavarría.
Juan Gaitán, un peón, llegó al lugar y Banks no tuvo otra idea que darle un escopetazo mientras guardaba el sulky que luego el asesino tomó para irse al campo "El Trébol" que estaba a 5 kilómetros. Al llegar se cruzó con Claudio Loiza quien era otro estanciero, le dijo que debía ir a ver a Dionisio porque estaba "muy enfermo" y a mitad de camino le disparó y escondió su cadáver para volver y continuar con su plan macabro.
Al llegar se encontró con María Ana, su hermana, después de la cena le dijo de ir juntos a ver a Dionisio a quien todos creían enfermo. El modus operandi fue el mismo: la engañó a mitad de camino y la asesinó de un tiro para regresar a "El Trébol" para deshacerse de su cuñada Juana, de su hermano Miguel y de su sobrina Cecilia de 14 años. La postura del cuerpo de su sobrina mostraba que imploró por su vida ya que exhibía una herida en la mano del mismo proyectil que luego le atravesó el corazón. A Anita, la más chica, la encerró en un cuarto junto con la hija del peón antes de salir.
La Estancia Buena Suerte, escenario del múltiple crimen.
Ya de madrugada fue a la casa de un amigo para decirle que un peón era el culpable de la masacre familiar, le mostró un agujero en sus zapatos explicando que él también fue víctima del supuesto ataque. El pueblo de Azul enterró a los miembros de la familia mientras que el caso comenzaba a resonar en todo el país.
Banks durante el juicio.
Los días pasaron y la policía comenzaban a resolver el crimen: los disparos provenían de la misma escopeta y los restos del supuesto peón asesinado fue encontrado. Todas las miradas estaban puestas en Mateo y el 24 de abril confesó, a medias, y enviado a juicio.
El expediente con el cuerpo de Julia Banks y la autopsia de Cecilia Banks.
La pena de Banks fue perpetua, primero enviado a la cárcel de Sierra Chica y luego a la llamada Cárcel del Fin del Mundo en Ushuaia donde fue compañero de Cayetano El Petiso Orejudo Santos Godino. Pasó 25 años allí y liberado por su buena conducta.
El homicida durante una entrevista para Diario Crítica.
Al llegar a Buenos Aires cambió su identidad a la de Eduardo Morgan y se instaló en una pensión del barrio de Flores de la calle Ramón Falcón al 2178. Un día se estaba dando un baño cuando pisó el jabón, golpeó su cabeza contra el borde de la bañera y murió. Lo encontraron una hora más tarde. El múltiple homicida tenía 77 años y hasta el último día afirmó que era inocente.
Por Yasmin Ali
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