Fue secretario de la Primera Junta del 25 de mayo de 1810, pero también representó a quienes se ubicaban en la vereda opuesta a la de Cornelio Saavedra, presidente de ese nuevo gobierno patrio tras la caída del Virreinato del Río de la Plata. Era Mariano Moreno y en las divisiones internas podrían haber sido el motivo que llevó a su extraña e "inesperada" muerte en alta mar. Esta es la historia.
La muerte de Mariano Moreno.
La fecha del 25 de mayo de 1810 quedó grabada en los anales de la historia como el mojón que sentó las bases de lo que luego fue la República Argentina. Es un hito inigualable, un verdadero mojón, al que -como tantas otras veces sucedió- se lo enmarcó en una peligrosa idealización de los hechos que no siempre reflejan la realidad de lo sucedido en las sombras. A través de los años, no pocos historiadores de nuestro país mostraron a los acontecimientos de entonces de un modo ciertamente idílico, protagonizados por seres magnos e impolutos, a los que nada había -o hay- para reprocharles. Sin embargo, los hombres que formaron e integraron la Primera Junta de Gobierno patrio, eran justamente eso: hombres, con sus virtudes y defectos. Todos tan lejos de la pureza del mármol y la incorruptible nobleza del bronce que los ha perpetuado.
Para usar un término muy incorporado en la sociedad de la que hoy somos parte, podría decirse que desde antes de que la Argentina naciera como tal, ya existía "la grieta".
Claro ejemplo de esto son los casos de Cornelio Saavedra -presidente de aquel histórico primer Gobierno- y Mariano Moreno -secretario del mismo-, dos personajes que representaron a la perfección a los bandos enfrentados y las ocultas corrientes internas de la Primera Junta. Pese a que a la vista de todos no fueran tan evidentes, ambos mantenían irreconciliables diferencias sobre su propia interpretación de los hechos que derivaron en la Revolución de Mayo y -sobre todo- la dirección y los objetivos que debía cumplir ese gobierno patrio.
Los datos que se tienen a mano indican que Mariano Moreno era un encendido partidario de generar profundos cambios en beneficio exclusivo de la sociedad de aquellos tiempos, en tanto que Cornelio Saavedra perseguía la idea de que los criollos accedieran al poder aunque manteniendo el orden social establecido con la continuidad del exvirreynato. Las diferencias, por ésto, no eran menores; y luego se profundizarían hasta límites insospechados. Pero claro que esta versión sobre el enfrentamiento no es la única. No faltaron los rumores sobre irreconciliables enconos personales y tampoco aquellas teorías que sostienen que Moreno fue el germen de las ideas unitarias, meintras que Saavedra era la incipiente corporización del ideario federal que luego marcaría a sangre y fuego a la Argentina.
Como fuera, lo concreto es que en octubre de 1810 se dio a conocer un reglamento para la formación de un cuerpo de oficiales de carrera y una academia militar y se creó un regimiento de milicias, conocido como Regimiento de la Unión o “de la Estrella”. Domingo French y Antonio Luis Beruti (los mismos que habían repartido cintas celestes y blancas en mayo de ese mismo año), ambos de la línea "Morenista" fueron puestos al frente del nuevo batallón, y con su designación, el poder de los jefes militares leales a Saavedra se debilitó de un modo exponencial.
Entre tanto, el 5 de diciembre de 1810, se llevó a cabo un banquete para celebrar la victoria en la batalla de Suipacha. El evento pretendía ser una fiesta que no terminaría nada bien, ya que de hecho se le impidió el ingreso a Mariano Moreno. Como ingrediente extra, durante esa misma reunión, el oficial Atanasio Duarte, bajo inocultables efectos del alcohol, se presentó ante Cornelio Saavedra con una corona de azúcar y brindó delante de él mientras lo proclamaba como "el primer rey y emperador de América, don Cornelio Saavedra". Si algo faltaba para agregar más leña al fuego, Mariano Moreno hizo otra movida destinada a ser una auténtica piedra en el zapato de Saavedra. Propuso publicar el "Decreto de Supresión de Honores", que cortaba de raíz (eliminaba) el ceremonial reservado para el presidente de la Junta (Saavedra) y todos los privilegios heredados del cargo del virrey. Duarte fue desterrado fuera de la ciudad, acto justificado por Moreno afirmando que: "Un habitante de Buenos Aires ni ebrio ni dormido debe tener expresiones contra la libertad de su país".
Y había más. El mencionado decreto de Moreno limitaba claramente el poder del presidente y ordenaba que cualquier decreto que saliera de la Junta debía llevar la firma de -por lo menos- cuatro de sus integrantes "con la del respectivo secretario" (uno de ellos era justamente Moreno). Así, Moreno logró hacerse del poder de veto en asuntos de Gobierno e incluso en cuestiones militares que afectaban a Saavedra. Pese a que Saavedra firmó el conflictivo decreto, el conflicto entre ambos llegó a un punto sin retorno.
Cornelio Saavedra.
Cuando cerca de fines del año 1810 llegaron los diputados de los pueblos del interior a la Capital, ya era inoclutable también el conflicto dadas las diversas interpretaciones que se le daban a la circular morenista, y con ese complicado marco signado por pugnas entre dos bandos internos, no se sabía a qué cuerpo debían incorporarse. Moreno, por sulado, impulsaba la idea de que debían reunirse en un Congreso, pese a o cual los diputados entendieron que eso era lo correcto; pero que de todos modos una Junta puramente porteña gobernaba sobre todo el país. Moreno se expresó en sentido contrario y sostuvo din ambages que un poder ejecutivo colegiado de semejantes proporciones y cantidad de integrantes, no era ni viable ni mucho menos operativo.
Saavedra pretendió aprovechar la postura de los representantes del interior y propuso que -el 18 de diciembre- todo se resuleva mediante una acalorada votación, en donde logró un voto a favor y tras lo cual se formó la Junta Grande. Dadas las circunstancias, Moreno presentó su renuncia, que fue inmediatamente rechazada. Por esto mismo reclamó una misión ante las cortes del Brasil y Gran Bretaña, para gestionar el apoyo a su postura por la independencia.* Según la información oficial, Moreno se embarcaría en una misión encomendada por la Junta Grande, pero en la realidad se trataba lisa y llanamente de un exilio. Saavedra y quienes los secundaban se habían "anotado un poroto" para la victoria. La Junta también le ordenó presentarse frente a la corte portuguesa en Río de Janeiro, pero Moreno desestimó ese pedido y tomó la decisión de viajar directamente a Inglaterra.
Lo que no muchos sospechaban (o solo unos pocos) es que Moreno no llegaría vivo a destino. El renunciante secretario de la Junta de Gobierno se descompuso súbitamente y murió mientras la fragata británica "Fame" -en la que viajaba en su misión diplomática- se encontraba en alta mar. El "inesperado" fallecimiento se produjo el 4 de marzo de 1811 en horas de la madrugada, algo que llevó a que hubiera pocos testigos de ese trascendental y luctuoso hecho. Tal eso haya sido también parte del plan. Cuando la nave surcaba los mares a la altura de la latitud 28° 27’ S, su cadáver fue envuelto en una bandera inglesa y de inmediato fue arrojado al mar, cerca de la costa de Brasil y 120 kilómetros al sur de la Fortaleza São José da Ponta Grossa, de la isla de Santa Catarina. Como muestra de un sentido homenaje, se dispararon varias salvas de fusil.
Manuel Moreno (hermano del fallecido) y Tomás Guido, ambos sus secretarios y quienes lo acompañaban durante el fatídico viaje, manifestaron a su debido tiempo que Mariano Moreno falleció como consecuencia de una convulsión debido a la sobredosis de un medicamento que le fue suministrada. La orden de darle la medicación salió de la boca del propio capitán del barco; quien luego diría que le dio cuatro gramos de un vomitivo muy usado por aquellos tiempos, hecho con antimonio y tartarato de potasa. Pero había un detalle en absoluto menor: la dosis era 40 veces más alta que la que se suministraba en esos tiempos. Una milésima de gramo de más, pasaba a ser mortal. Y así fue.
Dijo Manuel Moreno varios años después de la misteriosa muerte de su hermano: "Si Moreno hubiese sabido que se le daba tal cantidad de esa sustancia, sin duda no la hubiese tomado pues a la vista del estrago que le causó y revelado el hecho, él mismo llegó a decir que su constitución no admitía sino una cuarta parte de gramo y que por tanto, se reportaba muerto. Aún quedó en duda si fue mayor la cantidad de aquella droga u otra sustancia corrosiva, la que le administró, no habiendo las circunstancias permitido la autopsia cadavérica. A ello siguió una terrible convulsión, que apenas le dio tiempo para despedirse de su patria, de su familia y de sus amigos".**
Tras el drama, nadie se esmeró demasiado por seguir investigando y pese a que el capitán de la fragata quedó "marcado" como el autor material del (posible) asesinato; muchas voces insistieron en afirmar que fue el mismísimo Cornelio Saavedra quien mostró "el pulgar hacia abajo" habilitando la orden expresa de sacarse de encima al molesto de Mariano Moreno. Los detractores de esta teoría conspirativa de los albores de la Argentina sostienen que la postura republicana del fallecido favorecía claramente los intereses económicos británicos en el Río de la Plata, un motivo por el cual aseguran que el capitán del buque (inglés) se habría negado tajantemente a ser partícipe del crimen.
Claro que no hay datos precisos que puedan afirmar o negar las versiones sobre la muerte de Moreno. El misterio quedará flotando en el aire -tal vez- por toda la eternidad.
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Nota: El artículo solo expresa investigación histórica.
Fuentes de consulta:
* Segreti, Carlos S.A. (1980). La aurora de la independencia: 1810-1815. Tomo I. Memorial de la patria. Buenos Aires (Argentina): Ediciones La Bastilla.
** Manuel Moreno, prólogo a Colección de arengas en el foro y escritos de Mariano Moreno, Londres, 1836.