Lucio Vicente López murió en un lamentable, y evitable, episodio el 29 de diciembre de 1894. Su muerte marcó un precedente en este tipo de prácticas y dejó a Buenos Aires conmovida por un largo período.
Hubo una época donde los "hombres de honor" medían su nombre y orgullo en duelos que podían costarle la vida. Ese fue el caso de Lucio Vicente López quien no era un ciudadano más: se trataba del nieto del creador del Himno Nacional, Vicente López y Planes. ¿Hasta qué punto podemos hacer valer la dignidad?
El 28 de diciembre de 1894 tuvo lugar el duelo entre el nieto de ejemplar apellido y el coronel Carlos Sarmiento. Un hecho que comenzó por una investigación de corrupción y terminó con una de las grandes promesas del país.
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Ser hijo de una familia de renombre no debe ser una carga para nada fácil, pero a veces hay excepciones y eso sucedió con Lucio Vicente López, quien parece que no le pesó el apellido para construir una carrera jurista ejemplar. Pero todo tiene un costo, parece.
Lucio nació en Montevideo el 13 de diciembre, producto de que su familia en ese momento debió exiliarse por estar en contra de Juan Manuel de Rosas. Volvió de adolescente a estudiar a Buenos Aires, se recibió en 1873 de abogado, pero no fue la única profesión que ejerció: fue periodista y escritor literario.
Ejerció el cargo de Ministro de Interior durante el gobierno de Luis Sáenz Peña e Interventor Federal de la Provincia de Buenos Aires durante un breve período de 1893 a 1894. El principio del fin.
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Ni bien asumió su puesto recibió una denuncia sobre ventas irregulares de tierras en la Provincia. Navarro Viola, quien ese momento era ministro de Obras Públicas, fue uno de los que estaba bajo sospecha por el caso de Chacabuco y unas tierras que se pagaron por un monto millonario. López, entonces, le pidió al Banco Hipotecario detalles de la venta y el primer apuntado resultó ser el coronel artillero Carlos Sarmiento, secretario privado del ministro de Guerra general Luis María Campos. Vale aclarar que si bien era sanjuanino, nunca quedó claro si tenía parentesco o no con Domingo Faustino.
En la investigación se encontraron graves irregularidades en la operación de los terrenos, que originalmente fueron destinados al ensanche del ejido urbano de Chacabuco, que debían subdividirse y no venderse como uno solo. Por todo esto, López ordenó anular la venta. A través de su abogado, Manuel Montes de Oca, elevó una acusación criminal contra Sarmiento quien lo acusó de “jactancia” ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, pero se declaró incompetente (¿les suena?).
Sarmiento fue detenido tres meses en el Departamento Central de Policía, pero al tiempo la Cámara Nacional de Apelaciones lo liberó. No olvidó a López a quien retó a duelo cuando este ya había dejado el cargo y vuelto a su profesión de abogado y docente universitario.
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El pedido de retarse a un duelo a muerte lo hizo a través de una carta que se publicó el 27 de diciembre en La Prensa y tuvo lugar en el Hipódromo Nacional de Belgrano el 28 de diciembre. Los padrinos de López eran Lucio V. Mansilla y Francisco Beazley, los del coronel fueron el contralmirante Daniel de Solier y el general Francisco Bosch.
Un dato es que los duelos estaban prohibidos desde la época de la colonia y hubo amenazas de fusilamiento para quién lo practique. Pero de manera absurda, esa costumbre siguió hasta 1970.
El director del duelo fue Luis F. Navarro, se realizó a tiro de pistola de arzón, a doce pasos de distancia. Comenzó a las 11 y cuarto de la mañana, en compañía de los padrinos, los médicos Decoud y Padilla, y los hermanos y dos hijos mayores de López.
Los dos primeros disparos fueron fallidos para ambos y hasta creyeron que ahí se terminaba, pero se les recordó que el duelo era a muerte. Al disparar por segunda vez, López se llevó sus manos al vientre y cayó de rodillas. A Sarmiento, por otro lado, el proyectil disparado por su "rival" le rozó la oreja.
Lucio pidió que se le avise a su esposa de su estado y fue trasladado en camilla, pero exigió que lo llevaran a su casa donde estaba el doctor Padilla quien había preparado suero. La bala le afectó el hígado, el intestino y el bazo, saliendo por debajo de la última costilla.
El cuadro se complicó y sabiendo que el final era inevitable, dijo: “Voy a morir con la convicción de que he sido uno de los hombres más honrados de mi país. He levantado resistencias pero ellas no venían jamás del lado de los buenos”.
Cerca de las 11 de la noche el padre Eduardo O’Gorman, párroco de San Nicolás de Bari y hermano de Camila, le dio la extremaunción. Murió minutos pasada la una de la mañana. Fue enterrado en el Cementerio de Recoleta donde Pellegrini destacó que “pierde la patria una de sus más grandes esperanzas”.
Sarmiento, en un acto casi cobarde, huyó a Chacabuco y se encerró en su estancia donde en 1905 pidió el retiro. Fue elegido gobernador para el período 1908-1911 y murió en 1915.
Una práctica que se jactaba de "cuidar el honor" del hombre terminó así con una de los hombres más brillantes de la época. Será un eterno misterio lo que hubiese sido del país si Lucio Vicente seguía sirviéndole a la patria.
Por Yasmin Ali
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