Escrito en 1862, El Restaurador reconoció una relación extramatrimonial y le confío a su hija Manuelita sus bienes más preciados. ¿Cuándo volverían sus restos?
"El Restaurador".
Juan Manuel de Rosas, el "dictador" y quien por años fue el "villano perfecto" de la historia argentina, dejó un sinfín de anécdotas y curiosidades durante su etapa como gobernador de Buenos Aires. Por casi 30 años la región se movía por y para él, persiguiendo y castigando a quienes pensaban distinto. A pesar de que debió elegir el exilio, su extraordinaria vida siguió sumando capítulos en la región rural de Southampton.
Cuando cayó derrotado en Caseros, el 3 de febrero de 1852, ante las tropas de Justo José de Urquiza no tuvo otra opción que dejar las tierras que lo vieron nacer y convertirse en uno de los hombres más poderosos. Su destino fue Inglaterra, dejando un testamento que reveló detalles de su vida que hasta ese entonces parecían ser solo "rumores".
Batalla de Caseros.
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Rosas fue un hombre rural desde siempre y así decidió terminar sus últimos días. Partió hacia Inglaterra en el buque de guerra británico, Conflict para asentarse en una granja que alquiló en las afueras de Southampton. Allí permaneció 25 años donde recibió pocas visitas, acompañado de su hija Manuelita.
Manuelita.
En 1862, el 28 de agosto, firmó su testamento que dejó varias "perlitas" y expuso varias verdades como su doble vida y una extraña mención a un primer ministro.
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El testamento contó con más de 80 páginas, y varios agregados, redactado de puño y letra por El Restaurador. Lo primero fue nombrar como su albacea al entonces primer ministro británico, Lord Palmerton. ¿El motivo? los más de diez años que llevaba en suelo inglés y el hecho de que el Estado de Buenos Aires le había "confiscado injusta e ilegalmente" sus bienes y los de su hija.
Casa de Rosas durante el exilio en Southampton.
El dato es que Palmerton moriría antes que Rosas, el 18 de octubre de 1865, por lo que debió modificar su voluntad y nombrar a su hija para gestionar sus bienes.
Respecto a su funeral pidió que debía ser "solamente una misa rezada, sin pompa ni aparato alguno" y ser sepultado en un cementerio católico de Southampton.
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A su hija Manuela Robustiana Ortiz de Rozas le dejó "todas las alhajas que le compré", "cinco casas", la "medalla por campaña a los desiertos", los muebles de Burgess Farm y la mitad de sus libros. A su hijo Juan Bautista le dejó dos estancias con "5.800 cabezas de ganado", ropa y la otra mitad de su bibloteca. Originalmente también le había obsequiado su reloj con cadenas de oro, pero finalmente fue para su médico, John Wiblin.
También se acordó de su amante y criada, Eugenia Castro, quien se quedó en Buenos Aires. Para ella fueron 800 pesos metálicos, una casa con mas de un "terreno contiguo". Un poco austero teniendo en cuenta que tuvieron varios hijos a los que nunca reconoció.
Estancia de Rosas en Virrey del Pino, hoy conocida como Museo Histórico Municipal "Brig. Gral. Don Juan Manuel de Rosas".
Por último para su nieta Máxima fueron sus perros Soto y Gulót y para Manuel Máximo y Rodrigo su "pobre vieja volanta, con los caballos Diske y Salada".
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Cuando José de San Martín redactó su testamento el 23 de enero de 1844, decidió que su sable corvo fuera para Rosas. Era el mismo que había usado en Chacabuco y Maipú y explicó su decisión:
"El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas como una prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla".
Sable corvo de San Martín. Foto: Museo Histórico Nacional.
Al morir Rosas el 14 de marzo de 1877, fue para su hija Manuelita quien decidió donarlo al Museo Histórico Nacional ya que "el verdadero hogar del sable del Libertador, debiera ser en el seno del país que libertó".
Tumba de Juan Manual de Rosas en Southampton.
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Cuando murió, como se dijo anteriormente, pidió descansar en un cementerio católico en Inglaterra. Pero agregó que sus restos estarían allí "hasta que en mi Patria se reconozca y acuerde por el Gobierno la justicia debida a mis servicios".
"Entonces será enviado a ella previo el permiso de mi Gobierno y colocado en una sepultura moderada, sin lujo ni aparato alguno, pero sólida, segura y decente. En ella se pondrá a la par del mío, el de mi compañera Encarnación, el de mi Padre y el de mi Madre”, escribió.
El féretro que lleva la bandera argentina es el del dictador Juan Manuel de Rosas y el de izquierda, el de su esposa Encarnación Ezcurra.
Su deseo se hizo esperar más de cien años porque recién en septiembre de 1989 se repatriaron sus restos que actualmente descansan en el Cementerio de La Recoleta.
Por Yasmin Ali
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