En 1892 en la ciudad de Necochea el padre de dos menores y su compadre encontraron a los niños asesinados junto a la madre inconsciente. El método que desarrolló el croata Juan Vucetich sería la clave para determinar quién y por qué había realizado semejante acto.
Vucetich.
Fines de junio de 1892, otoño en la pacífica ciudad balnearia de Necochea cuando la calma fue interrumpida por un crimen que conmocionó a los pueblerinos: dos niños de 6 y 4 años, Ponciano y Teresa Caraballo Rojas, fueron brutalmente asesinados en su casa. La resolución de este aberrante crimen sentaría un precedente histórico en la criminología mundial.
La dramática escena fue descubierta por Ramón Velázquez y su amigo y compadre Ponciano Caraballo, padre de las criaturas, quienes debieron derribar la puerta del dormitorio matrimonial que inexplicablemente estaba trabada. Lo que vieron no se lo olvidarían nunca más: en la cama encontraron los cuerpos degollados de los menores y su mamá desmayada con un corte superficial en el cuello rodeado de un lago de sangre.
Vucetich trabajando.
Cuando Francisca recuperó la consciencia culpó a Velázquez de haberla querida abusar, atacar y de terminar asesinado a los menores. El hombre fue detenido a pesar de jurar y jurar su inocencia y sometido a un trato inhumano: varias de las preguntas realizadas fueron hechas frente al cadáver de los niños mientras era golpeado salvajemente. Además de su palabra contaba con el apoyo de los vecinos que juraban que era un buen hombre y que "no mataba ni a una mosca".
Las declaraciones de Francisca se contradecían, había jurado que el acusado la atacó con una pala, pero no tenía ninguna marca de golpes en el cuerpo y las dudas sobre la veracidad de sus dichos iban en aumento. El comisario a cargo del caso, Eduardo Álvarez, decidió cortar dos pedazos de la puerta de la habitación ya que se encontraron huellas de sangre y se las envió a un tal Iván Vucetic.
Huellas dactilares de Francisca Rojas.
Vucetic era un croata que se radicó en el país y que estaba desarrollando un novedoso método dactiloscópico que se basaba en identificar personas a través de las huellas dactilares mediante un sistema antropométrico. De esa forma demostró que las huellas no se modificaban a lo larga de la vida de una persona y brindaba las suficientes herramientas para determinar a quién pertenecían.
Gracias a este método se pudo comprobar que las manchas en la puerta pertenecían a una mujer y no a un hombre. Francisca terminó confesando el macabro crimen, justificando su accionar con que "prefería matar a los chicos antes que dárselos al padre" ya que se estaban separado. Velázquez fue liberado y la asesinada condenada en 1894 a perpetua logrando salvarse de la pena de muerte ya que no aplicaba para las mujeres.
Sistema de huella dactilar de la época.
Caricatura realizada por Caras y Caretas.
Las huellas dactilares comenzaron a aparecer en las cédulas de identidad en 1899 y para 1903 la policía de Buenos Aires ya contaba en su registro con 600.000 fichas. El descubrimiento de Vucetic, o Juan Vucetich como lo habían bautizado en Argentina, fue todo un éxito a nivel internacional y el sistema penitenciario de Nueva York lo adoptó en 1903 y años más tarde la Academia de Ciencias de París informó que era el más exacto.
Vucetic murió en 1925 a causa de tuberculosis en Dolores donde se había instalado. La Escuela de Policía y el centro policial de estudios forenses de Zagreg llevan su nombre.
Por Yasmin Ali
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