A sus jóvenes 28 años el tucumano Matienzo se había convertido en uno de los pilotos más destacados del país, pero todo terminó de manera abrupta en un intento de desafiar las altas cumbres de la cordillera en mayo de 1919. El viaje que conmocionó al mundo de la aviación y el trabajo de los rescatistas para encontrar su cuerpo.
Matienzo nació en Tucumán en 1891.
Principios del siglo XX, la industria de la aviación comenzaba a calar hondo en el mundo y Argentina no fue la excepción. Los primeros intrépidos que se animaban a volar alto soñaban con realizar viajes que, para la época, llevaban semanas o meses y eso le sucedió a Matienzo.
Benjamín Matienzo nació el 9 abril de 1891 en San Miguel de Tucumán, hijo de Benjamín Matienzo y Adela López. Estudio en el Colegio Nacional de su provincia y en 1909 ingresó al Colegio Militar de la Nación donde comenzó una importante carrera militar que lo llevó a alcanzar el grado de Teniente. Años después llegó a la Escuela de Aviación de El Palomar donde desarrolló su pasión por la aeronáutica y que sellaría su destino.
En 1917, recibió el brevet Nº 111 de piloto aviador del Aeroclub Argentino y en junio de 1918 Elpidio González, ministro de Guerra, le otorgó el título de aviador militar. Posteriormente se trasladó a Mendoza donde pasó a prestar servicios en el Batallón Nro. 5 de Ingenieros que le despertó la idea de cruzar la cordillera en avión.
Matienzo tenía 28 años cuando murió.
El 28 de mayo de 1919 Matienzo y otros dos pilotos argentinos, el Capitán Pedro Zanni y el Teniente Primero Antonio Parodi, partieron del campo de aviación Los Tamarindos con el objetivo de cruzar la cordillera y llegar a Chile. Zanni y Parodi debieron volver por problemas con sus aeronaves por lo que el tucumano, intentando volar a 120 kpm y a una altura que le permitiera atravesar las altas cumbres. No lo pudo lograr.
Hay que tener en cuenta que para la época las condiciones de las aeronaves eran precarias comparadas a las de ahora y las condiciones climáticas era el gran enemigo a sortear. Por lo que se rescató de las crónicas de la época, el avión se enfrentó a un fuerte viento que lo mantenía flotando sin poder avanzar. Los últimos hombres que lo vieron, hablaban de un avión en picada hacia Chile (posiblemente sin combustible) y se perdió todo contacto.
Matienzo posando con su aeronave.
Debieron pasar casi 6 meses, el 18 de noviembre de 1919, para que un grupo de rescatistas lograra encontrar su cadáver a 17 kilómetros de la localidad de Las Cuevas, a 4.000 metros de altura, entre los cerros Tolosa y Moro. El cuerpo fue encontrado con las piernas ligeramente encogidas y los brazos extendidos a ambos lados, una señal de que sobrevivió a la caída de su avión y falleció por una fuerte hipotermia.
El diario La Gaceta de Tucumán, escribió sobre el hallazgo: "El cadáver fue hallado con la cabeza destrozada por los cóndores, se encontró recién en noviembre, y se lo inhumó en una imponente ceremonia el 25 de ese mes".
Rescatistas junto al cadáver de Matienzo.
30 años después, el 4 de febrero de 1950, una expedición militar a cargo de los suboficiales Svars y Bringas encontró el avión. Estaba 15 kilómetros del lugar donde se halló el cuerpo.
El avión fue encontrado 30 años después.
Esta no fue la primera gran tragedia que golpeó al mundo de la aviación nacional. 5 años antes, el 1 de marzo de 1914, se había matado Jorge Alejandro Newbery en una demostración previa a cruzar la Cordillera en el campo de aviación Los Tamarindos, el mismo lugar de donde había partido Matienzo.
Placa que homenajea al piloto en el lugar donde se encontró su cuerpo.
Hoy el aeropuerto internacional de la capital tucumana lleva el nombre de Teniente Benjamín Matienzo y una de las bases de la Antártida Argentina fue bautizada en su honor entre los varios homenajes que se le han realizado.
Por Yasmin Ali
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