A dos décadas de la tragedia, se analizaron las modificaciones en medidas de seguridad, la cultura de los recitales y el profesionalismo de las productoras para evitar nuevas tragedias.
Por Canal26
Domingo 29 de Diciembre de 2024 - 15:00
El incendio en República de Cromañón, ocurrido el 30 de diciembre de 2004 durante un recital de la banda de rock "Callejeros", marcó un antes y un después en la historia de los espectáculos en Argentina.
La tragedia, provocada por una bengala encendida en un espacio abarrotado y sin medidas básicas de seguridad, dejó un saldo devastador: 194 muertos y más de 1.400 heridos.
El boliche, habilitado para 1.031 personas, albergaba esa noche entre 3.500 y 4.500 asistentes. Las salidas de emergencia bloqueadas, matafuegos inoperantes y un techo recubierto de material inflamable agravaron las consecuencias del incendio. La mayoría de las víctimas falleció por asfixia tras inhalar gases tóxicos.
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La tragedia puso fin a una práctica común en los recitales de rock: el uso de bengalas y otros artefactos pirotécnicos. Gustavo Granato, productor de espectáculos con amplia trayectoria, recordó que esta actividad era normalizada e incluso fomentada por algunos artistas.
"El grupo (Callejeros) fogoneaba y dejaba pasar bengalas. Las salidas de emergencias estaban bloqueadas con candados. La media sombra del techo era de material inflamable”, expresó Granato, y agregó: “Doscientas personas pagaron esta combinación explosiva, injustamente, con sus propias vidas”.
Sin embargo, tras Cromañón, músicos como Ricardo Mollo comenzaron a desalentar abiertamente su uso, pausando conciertos para pedir a los asistentes que apagaran bengalas. Este tipo de gestos por parte de los artistas comenzaron a invalidar la cultura de la pirotecnia.
La tragedia tuvo un impacto significativo debido a la magnitud de víctimas fatales, lo que provocó una “drástica disminución” en la concurrencia a eventos de este tipo, ya gente asociaba cualquier espacio con la República de Cromañón y la falta de seguridad.
Este incidente expuso las falencias regulatorias para este tipo de eventos, lo que llevó al endurecimiento de las normativas. En ciudades como Rosario, muchas de estas disposiciones ya estaban en vigor antes de 2004, pero en Buenos Aires no fue el caso.
Como consecuencia, y en todo el país, las productoras y artistas comenzaron a operar con mayor profesionalismo, priorizando la seguridad en cada evento. Asimismo, el público adoptó una postura más activa respecto a su propia protección.
Desde este momento, se intensificaron los controles no solo por parte del Estado, sino también desde el ámbito privado y por iniciativa de los propios artistas, con el objetivo de prevenir una tragedia similar en el futuro. En la actualidad, los eventos masivos cuentan con mayor seguridad y operan con "mayor profesionalismo".
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