El panorama es alentador, y la ONU asegura que, mediante la continuación de las políticas actuales de preservación de la capa de ozono, se podrá restaurar a los niveles que se registraron en 1980, antes de que apareciera el agujero de ozono.
Si estamos vivos, es gracias a la capa de ozono. La vida terrestre ha sido protegida durante millones de años por esta capa vital en la atmósfera, compuesta por este gas, que sirve de escudo para proteger a la Tierra contra las dañinas radiaciones ultravioletas del sol. Hasta donde sabemos, es exclusiva de nuestro planeta y si desapareciera, la luz solar ultravioleta destruiría la superficie del globo y terminaría con la vida de cualquier ser vivo.
Por eso, cada 16 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono. Esta fecha fue elegida para conmemorar la jornada en la que se firmó el Protocolo Montreal, en 1987, donde varios países se comprometieron a eliminar las sustancias que la dañan. Para entender su importancia, es fundamental comprender para qué sirve.
Es muy importante que se lleven acciones para preservarlo ya que este no es un gas estable y es muy vulnerable a ser destruido por los compuestos naturales que contienen nitrógeno, hidrógeno y cloro.
Ahora bien, cerca de la superficie de la Tierra, el ozono es un contaminante que causa muchos problemas ya que forma parte del cóctel de contaminantes que se conoce popularmente como la lluvia ácida. Pero en la seguridad de la estratosfera, de 15 a 50 km. sobre la superficie, el gas azulado y de olor fuerte es tan importante para la vida como el propio oxígeno.
Cualquier daño a la capa de ozono aumenta la radiación UVB que llega hasta la superficie de la Tierra, con el potencial de provocar daños al medio ambiente y a la vida terrestre. Entre estos daños se encuentran el cáncer de piel, problemas oculares, efectos sobre el sistema inmunológico, disminución de las cosechas, perjuicios a los bosques y a la vida submarina, agravamiento de la contaminación fotoquímica en la troposfera y aumento del ozono cerca de la superficie de la Tierra donde es contaminante.
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La capa de ozono comenzó a destruirse en la década de 1970. Esta pérdida se atribuyó a los clorofluorocarbonos (CFC), que se encuentran comúnmente en latas de aerosol, refrigeradores, aislamiento de espuma y acondicionadores de aire, por devorar la capa de ozono.
Los científicos descubrieron un gran agujero en la capa en 1985. Y dos años más tarde, se firmó el Protocolo de Montreal, en el cual 46 países se comprometieron a eliminar gradualmente los químicos dañinos.
Más tarde, este acuerdo de gran aceptación se convirtió en el primer tratado de la ONU en lograr la ratificación universal, y casi el 99% de las sustancias prohibidas que agotan la capa de ozono ya se han eliminado.
A pesar de que el agujero de ozono antártico continuó expandiéndose hasta el año 2000, posteriormente su área y profundidad comenzaron a mejorar lentamente.
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Según una evaluación de las Naciones Unidas, este acuerdo mundial firmado el 16 de septiembre de 1987 para dejar de usar los productos químicos nocivos que dañaban la capa de ozono, ha tenido éxito.
Si se siguen las políticas actuales, la capa de ozono se restaurará a los valores de 1980, antes de que apareciera el agujero de ozono, en diferentes puntos. Sobre la Antártida, donde el agotamiento fue más severo, se recuperará para 2066. Sobre el Ártico para 2045 y en cualquier otra parte del planeta en unos veinte años.
Aunque el agotamiento de esta capa no es una causa importante del cambio climático, salvar la capa de ozono ha tenido un efecto colateral positivo sobre el calentamiento global, sugiere el informe, porque algunos de los químicos dañinos que fueron eliminados son poderosos gases de efecto invernadero.
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Durante el frío invierno austral (del 21 de junio al 22 de septiembre), las zonas polares se cubren de las llamadas ‘nubes estratosféricas’, que, junto con la ausencia de radiación solar durante unos tres meses, forman un caldo de cultivo para las reacciones químicas.
Finalmente, la presencia de la luz solar descongela las nubes liberando estas sustancias que reaccionan con el ozono. La mayor destrucción en la capa de ozono se observa después del invierno polar, en periodos con intensidad parcial a plena luz solar.
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