Debido a la menopausia, las hembras de ciertas especies ocupan un rol clave para sus comunidades.
Por Canal26
Domingo 17 de Marzo de 2024 - 14:30
Los humanos y las ballenas tienen algunas características en común. Entre ellas se encuentra la menopausia. Algunas especies de este cetáceo dejan de ser fértiles a cierta edad y pasan a ser consideradas como "ballenas abuelas".
Todas estas hembras tienen dientes en vez de barbas (odontocetos) y, como la especie humana, viven en grupos sociales formados por varias generaciones. En ese sentido, significan una gran ayuda para sus comunidades, ya que alargaron su vida para cuidar a sus nietos.
"Las cinco especies de odontocetos que evolucionaron hacia la menopausia viven unos 40 años más de lo esperado para las mismas especies que no tienen la menopausia", dijo Samuel Ellis, investigador de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y primer autor del trabajo que reveló esta característica y que fue publicado en la revista científica Nature. Este dato recuerda al caso las mujeres humanas, que viven más del 40% de su vida después de la fase reproductiva.
Por otro lado, Ellis destacó que el fin del periodo menstrual asomó en las distintas especies de forma independiente y no de un ancestro común. Entre estas especies están las orcas, la orca negra (llamada también falsa orca), los calderones, los narvales y las belugas.
Además, sobreviven no solo más que las hembras de otras especies de tamaño similar, sino que las de estas cinco especies viven más que los machos de su propia especie. Por ejemplo, las hembras de orcas llegar hasta los 70 u 80 años, mientras que los machos suelen morir a los 40.
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Que las mujeres post reproductivas fueran esenciales en la evolución humana dio lugar a la "hipótesis de la abuela": con crías que necesitan años de cuidados y la necesidad de transferencia cultural, tantos años sin fertilidad no significaron una desventaja.
Los investigadores había descubierto que la tasa de mortalidad de la descendencia aumenta cuando las madres son mayores. Así, cuando una madre y una hija coincidían en tener crías, la de la primera tenía 1,67 veces más probabilidades de morir.
Según Darren Croft, también de la Universidad de Exeter y autor de la investigación, "la segunda parte de la historia tiene que ver con que las ballenas alargaron su vida", ya que "las hembras de estas especies minimizaron la competición por la reproducción, alargando la duración de su vida, pero manteniendo la reproductiva más corta. Es el mismo patrón vital que observamos en los humanos".
"Uno de los beneficios clave que hemos visto (en trabajos anteriores) con los que las hembras no reproductivas ayudan al grupo familiar es almacenando conocimiento ecológico del dónde y el cuándo encontrar comida", señaló.
Y agregó: "Esta experiencia que adquieren a lo largo de su vida es crucial cuando tienen que enfrentarse a tiempos de escasez. Y vemos los mismos patrones en las sociedades humanas de cazadores recolectores en tiempos de sequía o en momentos de conflicto social, cuando se giran hacia sus ancianos”.
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