“Creo que Juan Guaidó debe ser en este momento quien haga valer ante el mundo el papel de la Asamblea Nacional como único órgano legítimo, la voz de todos los diputados que fueron electos por el pueblo. Sigo siendo un chavista crítico y no temo en denunciar la acción miserable e inmoral del presidente Maduro”.
Estas son solo algunas de las expresiones del mayor general retirado Clíver Alcalá Cordones compañero de Hugo Chávez hasta el fallecimiento de éste en 2013 y por quien el régimen no tiene mucha simpatía.
Pasado el ardor de la manifestación del miércoles 23 de enero, se recordaba la caída de la dictadura de Pérez Giménez, pero la de Nicolás Maduro y sus adláteres no cayó, continúa.
¿Qué es lo que nos dejó todo ello?
Nos dejó claro la fractura irrenconciliable de la sociedad venezolana. Tardarán muchos años en enderezar este entuerto.
La situación está más complicada que antes.
Dos presidentes.
Maduro, con el poder de las armas.
Guaidó con el poder del artículo 233 de la Constitución y la anuencia de la democráticamente elegida Asamblea Nacional (Parlamento) y los apoyos internacionales.
Pero los apoyos aún son palabras. Las palabras no alcanzan. El propio Guaidó lo decía este viernes 25 de enero, manifestaba su temor de ser encarcelado en cualquier momento. Pero es que es lógico, quien tiene las armas tiene el poder.
Es muy pertinente que quien esto lea tenga en claro que el mundo, el ser humano, cualquier sociedad, siempre, siempre, siempre se manejó por intereses.
Si esto no se entiende, entonces estoy perdiendo el tiempo escribiendo este artículo.
Y, como se juegan intereses se apuesta fuerte.
Las grandes potencias están presentes en este peligroso y real juego de Teg: EE.UU, Rusia y China.
El mundo se está acomodando.
Se espera un cambio. Pero el tema no es que Maduro se vaya. El problema es el sistema.
Tanto es así que dos mil generales le declararon lealtad al gobierno de Miraflores.
Guaidó si no te cuidas estarás terminado.
El poder del cambio está en las fuerzas armadas, pero allí hay un problema, han sido entrenadas y adoctrinadas.
En los apoyos y críticas tanto a Maduro como a Guaidó se ven las miserias personales e ideológicas de los “líderes” mundiales.
Algunos han llegado a hablar de guerra civil.
Imposible.
Para que haya una guerra civil se necesitan dos bandos. Hasta ahora hay uno que tiene las armas y las usa y el otro bando pone los muertos.
A nivel mundial y regional todas las potencias defienden sus posiciones (intereses) olvidándose del machacado y sufriente pueblo de Venezuela.
Por Manuel Castro.
Periodista de Canal 26 - Analista internacional
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