Serie de Volodimir Zelenski
Ya no solo con amigos, sino también en el trabajo, se ha vuelto muy común hablar de recomendaciones de series; en particular de tal o cual plataforma. Cuando en el 2015 este periodista recomendaba una serie ucraniana, de un excelente actor, comediante, guionista y productor eslavo, las reacciones evidentemente no eran de profundo interés. La serie de un profesor de historia que, sin dejar de ser un tipo común, destaca por su honestidad e integridad - y de la noche a la mañana se vuelve Presidente de su país, no solo era buena por este creativo argumento, sino también por su excelente ejecución, con escenas propias de una superproducción americana, y un guión con el punto exacto de mezcla entre comedia, sátira política, actualidad e historia reciente de Ucrania; en la que no se dejaba flanco sin cubrir.
Quien escribe estas líneas quería compartir semejante producción con los suyos, ya en aquél entonces. Pero claro, hay que tener en cuenta que Volodymir Zelensky (un nombre que hoy está en boca de todos) decidió hacerla en idioma ruso para llegar a una mayor audiencia; por lo cual debí hacer un subtitulaje propio en castellano de los diálogos que en ella se escuchan.
Por supuesto, en toda interpretación se pierden algunas frases hechas, algunas expresiones coloquiales; pero lo llamativo con esta serie es que lo mostrado ya tenía una gran conexión con situaciones vividas en el día a día de nuestro país. Y es que, quien haya viajado o vivido en ambos países en tiempos recientes, encontrará llamativas similitudes en términos de cotidianidad e idiosincrasia entre Kiev (o Leópolis) y Buenos Aires.
Si bien toda la serie es una obra de arte, el piloto (un capítulo doble de 40 minutos) evidentemente se hizo con “toda la carne en el asador”. Mi escena predilecta es, sin lugar a dudas, aquella en la que el profesor de historia cuarentón, divorciado y con un hijo, que debe vivir con sus padres en los suburbios de Kiev (producto del contexto económico), después de iniciar una terrible mañana, logra por fin sentarse en el baño y empieza a ser llamado por sus padres; a lo que él responde pidiendo paz a gritos. Cuando finalmente sale, se encuentra con la sorpresa de sus parientes ante un importante hombre con varios guardaespaldas detrás suyo, que lo llama por su nombre: “¿Vasily Petrovitch Goloboródko?”. “Sí”, responde Zelensky, con total sorpresa; y es saludado por su interlocutor con las palabras “Buenos días, Señor Presidente”: era el Primer Ministro, viniendo a buscarlo a su casa.
Pero quisiera hacer mención de varios pasajes en los que es imposible no trazar paralelismos con esta zona del mundo. En su mañana agitada, el padre de Goloboródko le lleva la contraria, haciéndole chistes respecto de su atolondrado comienzo de día. Cuando el personaje principal manifiesta que lo pueden llegar a echar de su trabajo como profesor de historia, su padre le responde que eso sería una buena situación, puesto que su básico salario es prácticamente inexistente comparado con lo que podría percibir de la seguridad social.
También son llamativas las alusiones que constantemente hace el guion al crecimiento exponencial del estado en poco más de dos décadas, y al poco resultado que eso dio en aspectos socioeconómicos; llegando incluso a darse cifras reales a lo largo del quinto capítulo. En el tercer capítulo, se le presentan al Presidente quienes componen “los engranajes de la máquina de nuestro gobierno”, listándose a la “Secretaria de Prensa”, al director del “Departamento de Política Exterior”, a la directora del “Departamento de Política Humanitaria”, al director del “Departamento de Política Humanitaria Exterior”… ante esa duplicidad, Zelensky, personificando a Goloboródko, pregunta si tanta complejidad no ameritaría algunas reformas; ante lo cual el Primer Ministro asiente, presentándole al director del “Departamento de Reformas”. Llega incluso a presentarse al “motivador” y a la “psicóloga” presidencial, incluyendo a la psicóloga de la psicóloga presidencial. Puede verse que los chistes son fantásticos, el guion es profundo en contenido en un mínimo continente, y la forma en que son mostrados es también de primer nivel; lo que a no pocos críticos llevó a que llamaran a Zelensky un verdadero genio. Y todavía faltaban años para que llegara a ser el Presidente de Ucrania.
Las referencias a Lukashenko, el mismísimo Putin, a expresidentes ucranianos o a los mandatarios occidentales cobran otro tipo de tenor cuando son vistas hoy en día. Constantemente esta historia muestra a políticos que responden a todo tipo de intereses aunque nunca se sabe quién a cuál; siendo especialmente cómica la escena en que el Presidente de Ucrania llega a la Rada Suprema y, para parar una gresca masiva de diputados a los puños, termina gritando “¡Derrocaron a Putin!”, frase que los hace detenerse a todos (sugiriendo que muchos legisladores respondían al Presidente de la Federación Rusa).
Pero volviendo a las referencias idiosincráticas, más de un argentino podría pensar en una palabra específica para denominar a la escena del tercer capítulo en la que dos policías de tránsito, mientras veían una pantalla gigante en el exterior de un shopping que mostraban varios paparazzi acechando a la familia presidencial, deciden que es la hora del almuerzo y determinan que “ahí viene nuestra fuente de comida”: un auto viejo que se terminaba de pasar una señal de pare convenientemente escondida a pocos metros de donde ellos estaban. El auto se detiene pero algo entre sorpresa y terror invade la cara del agente, cuando reconoce al padre del presidente bajando del mismo, preguntando asustado si había hecho algo mal. “No” es la respuesta del oficial. “¿Y por qué me detuvo?”, pregunta Pietr Goloboródko, mientras el agente responde titubeando que había una señal de pare; balbuceando además que es “experimental” y que acaban de darse cuenta de que está en una ubicación inútil. El chiste que remata la escena, es el propio agente de tránsito pidiendo permiso al conductor demorado para retirarse; ante quien además hace la venia.
Si bien este artículo para nada pretende ser ninguna suerte de crítica artística o recomendación de espectáculos, no puedo dejar de invitar a disfrutar esta comedia realizada por Kvartal 95, la productora del presidente, a todos los interesados en Ucrania en general, en la política del este de Europa en particular y en el momento bélico que estamos viviendo; no solo por su gracia y excelente guión, sino también por los conceptos políticos y sociales (¿quizás también valores?) que deja tan bien sintetizados y permiten conocer mejor a Volodymir Zelensky, quizás el jefe de estado con más agallas de nuestro tiempo.
*Por Martín Campos Witzel
Licenciado en Periodismo con honores por la Universidad Siglo 21.
Periodista en “Primeras Noticias” y “La Mañana” en Canal 26.