El ex primer ministro italiano y una vida rodeada de excesos y escándalos.
Por Canal26
Miércoles 29 de Septiembre de 2021 - 18:32
Silvio Berlusconi, REUTERS
Dueño de la sexta fortuna más grande de su país, el empresario Silvio Berlusconi ocupó el cargo político más importante, pero su vida privada se vio convulsionada a causa de escándalos sexuales que hasta le costaron una codena.
Uno de los hombres más ricos de Italia, presidente de uno de los grandes clubes de fútbol del mundo, diputado, primer ministro, no estaba predestinado a ser exitoso ni a resaltar. Hijo de un bancario y de una ama de casa, Berlusconi tuvo una infancia normal. Estudió derecho y se recibió con medalla de honor. Más tarde, incursionó en los negocios inmobiliarios y en la especulación financiera. Quienes lo rodeaban, muy pronto, descubrieron en él una voracidad y una ambición sin antecedentes.
Posteriormente decidió probar suerte en los medios de comunicación, comenzó con un pequeño canal de cable y al poco tiempo, llevó sus transmisiones a todo el país hasta conseguir tener el primer canal privado nacional.
Mientras Mediaset se convertía en un emporio televisivo y de medios, y sus negocios y empresas encabezados por Fininvest generaban millones por año, el Milan le brindó la popularidad y el éxito masivo que le faltaba.
Cuando el Manu Pulite llegó a mediados de los noventa para dar vuelta la política italiana, él supo ver otra oportunidad. Para entonces, se había convertido en uno de los personajes más ricos del planeta. Su fortuna estaba entre las doscientos más importantes del mundo y era la sexta de Italia.
Pero fue allí cuando decidió ir detrás del poder. Y esa inquietud, esa pulsión por manejar a los demás y por seguir acumulando, se convirtió en necesidad cuando percibió que el Manu Pulite además de a la clase política iba a arrastrar a los empresarios que habían sobornado y comprado esas voluntades. En tiempo récord y sin experiencia se presentó a las elecciones como primer ministro.
Con promesas de cambio, decía lo que muchos querían escuchar. No obstante, sentía que eso no alcanzaba y tejió las alianzas que fueran necesarias en distintas partes de su país. Sus canales de televisión se vieron inundados con sus discursos y mensajes cargados de propaganda.
Pero no le resultó fácil en su primera incursión. Menos de un año después, al haber perdido apoyo en su coalición, debió resignar el gobierno. Pero Forza Italia, su partido, y Silvio Berlusconi, su líder, habían llegado para quedarse. Volvió a ejercer como Primer Ministro entre 2001 y 2006 y entre 2008 y 2011.
En la campaña de regreso puso cinco objetivos que funcionaban como promesas de campaña. Si no cumplía con al menos cuatro, no se presentaría para ser reelegido. Pero sus seguidores y sus medios sostenían que sí los había cumplido; y el resto de Italia lo negaba. Se presentó y fue reelegido. Integró la Cámara Baja, el Senado y hasta el Parlamento Europeo. Ya en su cargo fue aliado de Estados Unidos pero también desarrolló una relación personal con Putin y hasta con Kadaffi.
No obstante, nunca se desprendió de sus empresas y en cada medida de gobierno pareció haber un conflicto de intereses, tal como describe Matías Bauso en un artículo del medio Infobae. Los negocios privados proliferaron pese a su labor pública y a las incompatibilidades. Mientras tanto, las denuncias ante los tribunales se multiplicaban, pero el no se corregía. Sus discursos estaban plagados de comentarios machistas, despectivos, ofensivos para cada minoría posible, como si no se diera cuenta del lugar que ocupaba.
El caso judicial que mayor escándalo produjo no estuvo ligado al manejo de las cuestiones públicas sino a una denuncia de abusar de menores de edad. Fue cuando Karima El Mahroug, una marroquí de 17 años, lo denunció por pagarle por sexo. El caso inició un tiempo antes cuando a Karima la detuvieron por un robo menor. Ella en la comisaría pidió que la comunicaran con Berlusconi.
Ante esa situación, el Primer Ministro habló con diversas autoridades policiales y judiciales para que la liberaran sin levantar cargos. Adujo que era pariente de Mubarak, el presidente egipcio y que de esa manera se evitaba un seguro incidente diplomático.
Pero poco después se supo la verdad. Ante el escándalo, uno de sus hombres propuso bajar la edad desde la que tener sexo con menores estaba penalizado. Un procedimiento parecido propuso Alfano, el ministro de justicia quien intentó sacar una ley que determinara que los cuatro hombres más importantes del estado -presidente, primer ministro y los presidentes de ambas cámaras legislativas- no pueden ser juzgados más que por delitos relacionados con el ejercicio de sus funciones. No obstante, la justicia lo encontró culpable. Su mayor condena fue por fraude fiscal que vino acompañada con una inhabilitación de dos años para ejercer cargos públicos.
La joven habló de la fiestas Bunda Bunda, donde según algunos dijeron una decena de chicas desnudas rodeaba al anfitrión en una pileta y jugaban con él bajo el agua; otros explicaron que eran como una especie de olimpiadas sexuales con strippers que incluían bailes sensuales, caño y otras acrobacias afrodisíacas; y estaban los que simplemente hablaban de orgías.
Si bien logró evitar que circulen las fotos de una fiesta en un lugar paradisíaco con mujeres hermosas semi desnudas, se filtraron cinco de ellas. En una se ve a Mirek Topolanek, en ese entonces primer ministro checo, totalmente desnudo. De hecho, en Italia son famosos los Berlusconismos. Un eufemismo para nombrar los excesos verbales de todo tipo que el empresario y primer ministro (cuando ocupó ese cargo no dejó de ejercer su actividad anterior) propinaba a todo el mundo.
Los escándalos en tanto, seguían sumándose. En un debate, mientras un opositor enumeraba gritando cada una de las transgresiones a la legalidad de Berlusconi, éste lo observaba impertérrito. Hasta que el hombre gritó que era hora que Berlusconi se fuera a su casa. Il Cavallieri lo miró con desdén y preguntó: “¿A cuál de todas? Tengo como 20″.
Tras un terremoto en Abruzzo, le dijo también a las personas que habían perdido sus viviendas que tomaran esa experiencia “como si fuera un fin de semana de camping”. Las listas de su partido las llenaba con mujeres jóvenes y llamativas, generalmente salidas de los programas de sus canales.
“Me dieron todos los análisis perfectos. Como los de cualquier hombre de mi edad: 90% de viagra en sangre”, dijo en otra ocasión cuando le consultaron por su salud a la salida de un Hospital. El año pasado debió ser internado por Covid y tras recibir el alta, meses después volvió a ser internado por secuelas dela enfermedad. Hoy, con 85 años y una salud debilitada su legado en la política deja ver que los límites morales y éticos no tienen demasiadas consecuencias.
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