El país persa se encuentra en una encrucijada y debe recalcular sus decisiones tanto comerciales como diplomáticas, en donde el gigante asiático acelera como el principal receptor de crudo saudí bajo la atenta mirada de Washington.
Por Canal26
Jueves 9 de Mayo de 2024 - 19:52
La guerra que se desató en Medio Oriente aquel 7 de octubre de 2023 obligó -quieran o no- a los países de la región a involucrarse en el conflicto, ya que el ataque de Hamás, la contraofensiva de Israel, los Hutíes atacando barcos en el mar Rojo y la embestida de Irán a suelo israelí agigantan el peligro de una escalada a niveles demasiado elevados como para mirar a otro lado.
Entre esos actores, uno de los más importantes es Arabia Saudita, mayor exportador de petróleo a escala mundial, con un promedio de 9 millones de barriles por día, lo que lo convierte en un factor determinante a la hora de fijar el precio internacional de este recurso vital.
Históricamente aliado de Estados Unidos, hace tiempo que el país árabe tiene a China como nuevo socio comercial primordial. El gigante asiático es el principal receptor de crudo saudí y es quien más productos exporta hacia esa nación.
A su vez, dentro del reino, las inversiones de empresas vinculadas a Beijing crecieron exponencialmente en los últimos años. Esta relación comercial tuvo su correlato geoestratégico cuando se llevó a cabo la potente firma del acuerdo saudí-iraní -cuyas relaciones se habían paralizado en 2016- bajo auspicio chino.
Esto convertiría de repente a China como un gerente de la paz regional, puesto en el que desplazaría a Estados Unidos. Además, ambas naciones se acercaron aún más con el ingreso saudí a los BRICS, con una integración que refuerza las posibilidades comerciales y crea una mayor desconfianza para que los estadounidenses intenten inclinarse también ante los intereses saudíes.
El ataque iraní contra Israel coloca al país persa como líder y defensor de los intereses islámicos, situación doblemente compleja para el príncipe Mohamed bin Salmán, considerando que debe dejar en suspenso su "cordial" relación con los israelíes, ya que no puede sentarse en la misma mesa de quienes combaten a sus correligionarios.
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De esta manera, crece con fuerza la chance de que Arabia Saudita tenga un lugar de peso en el proceso de paz para la Franja de Gaza a través de Washington, lo que tendría como moneda de cambio eliminar la influencia china dentro del reino y reemplazar ese lugar, nuevamente, por inversiones estadounidenses.
Entonces, queda sobre la mesa incluso la posibilidad de que Estados Unidos impulse el plan nuclear árabe con su propia tecnología.
Cabe recordar que como garantía de acercamiento a Israel, el gobierno saudí propuso a los dirigentes estadounidenses el desarrollo de un proyecto conjunto para construir un programa de energía nuclear civil en el país. El proyecto, denominado Aramco nuclear, tiene como objetivo explotar el potencial de exportación de la energía atómica.
Sin embargo, las negociaciones se estancaron en repetidas ocasiones debido a la exigencia del país árabe de producir el combustible nuclear para sus reactores en tierra saudí.
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