La trayectoria de la Organización de las Naciones Unidas está plagada de fracasos y gruesos errores en su gestión por evitar guerras y muertes innecesarias. Desde su creación -tras el acto fallido de la vieja Sociedad de las Naciones- hasta el presente, queda clara su inocultable inacción. Los hechos hablan por sí solos.
La ONU y una larga historia de fracasos. Fotos: Reuters/Getty Images.
La invasión que Rusia desató desde el 24 de febrero de 2022 contra la vecina nación de Ucrania fue la gota que colmó el vaso. Mientras las huestes del Kremlin cumplen a rajatabla todas y cada una de las órdenes impartidas por Vladimir Putin, el líder supremo de la Federación Rusa; y a medida que las atrocidades propias del conflicto bélico van quedando en flagrante evidencia (incluso con crímenes de guerra de parte del país invasor a la vista de todos); el mundo entero entra atónito a otro peligroso universo: el de la inocultable inacción de la Organización de las Naciones Unidas (más conocida como ONU). Desde el preciso instante en que las acciones enmarcadas en la "Operación Especial" (así se empeñan en llamar a la guerra ahora) comenzaron a crecer en intensidad y dramatismo, no hubo día en que el organismo internacional no haya dejado de esbozar alguna mínima declaración. Pero claro que eso es la nada misma. Se trata de tibias palabras obligadas por las apremiantes circunstancias, cuya finalidad es (en apariencias, y vaya uno a saber con qué objetivos) la de "ganar tiempo". Y no es que en otros tiempos la ONU haya servido de mucho, pero al menos en la coyuntura podría haber estrenado algo de autoridad real, que todo parece indicar que no la tuvo, no la tiene y -tal vez- no la tendrá.
Si se trata del sentido común, todo es muy simple y no debería llevar a duda alguna: hay que salvar vidas, la de la gente común, que no es otra cosa más que la razón de ser de una Nación (sea cual fuera), y que da forma a un concepto que excede lo territorial, lo étnico, lo religioso, lo político. Pero la ONU no acusa recibo, y a esto también se está acostumbrando la humanidad. Entonces, ante la encrucijada de creer o no creer, confiar o desconfiar, dos preguntas surgen inevitables: 1) ¿Para qué sirve la ONU? y 2) ¿Sirve?
La historia de la ONU.
En su sitio web oficial, al describirse, la Organización de las Naciones Unidas dice que "cuando la Segunda Guerra Mundial estaba a punto de terminar en 1945, las naciones estaban en ruinas y el mundo quería la paz. Representantes de 50 países se reunieron en San Francisco, Estados Unidos, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional del 25 de abril al 26 de junio de 1945. Durante los siguientes dos meses, procedieron a redactar y luego firmar la Carta de la ONU, que creó una nueva organización internacional, las Naciones Unidas, que, se esperaba, evitaría otra guerra mundial como la que acababan de vivir. Cuatro meses después de la finalización de la Conferencia de San Francisco, las Naciones Unidas empezaron a existir oficialmente el 24 de octubre de 1945, después de que la Carta fuera ratificada por China, Francia, la Unión Soviética, el Reino Unido, los Estados Unidos y la mayoría de los demás signatarios".
Nace la idea de la ONU, habla Franklin Delano Roosevelt. Foto: Getty Images.
El término Naciones Unidas fue pronunciado por primera vez durante los días oscuros de la Segunda Guerra Mundial -el 1 de enero de 1942- por Franklin Roosevelt, presidente de los Estados Unidos; en la Declaración de las Naciones Unidas refiriéndose a una alianza de 26 países en la que sus representantes directos tomaron el compromiso de defender la Carta del Atlántico y tras el objetivo de destinar sus vastos recursos en la guerra sin cuartel contra el Eje Roma-Berlín-Tokio (la Italia fascista, la Alemania nazi y el Imperio de Japón). La idea de darle vida a la ONU ya había sido previamente barajada en oportunidad de la declaración lanzada durante la conferencia de Yalta, que fue llevada a cabo de manera conjunta por los aliados en febrero de 1945, un momento en que Roosevelt sugirió el nombre de Naciones Unidas.
Entre tantas buenas intenciones, lo real y concreto es que la ONU nació de una criatura enferma, por no decir ya fallecida: la Sociedad de la Naciones, creada entre gallos y medianoche tras la Primera Guerra Mundial y formalmente establecida el 28 de junio de 1919 en virtud del Tratado de Versalles "para promover la cooperación internacional y para lograr la paz y la seguridad", según declaraba. De su palmarés surge el siguiente resumen: no logró resolver ni uno solo de los graves problemas que se plantearon en los años '20 y '30, y el 18 de abril de 1946 dejó de existir (si es que en realidad había existido). Punto. Y en esto, la Organización de las Naciones Unidas le ha seguido los pasos.
Primeras etapas del organismo internacional. Foto: Getty Images.
La larga lista de fracasos de la ONU.
Lo dicho sobre los "logros" de la Sociedad de las Naciones también aplica -casi calcado- para la ONU. Armamos la lista, que es larga, con hechos (que más allá de posturas atendibles en cada caso) son incontratables: desde el año 1948 hasta el presente, la ONU no ha podido dar solución al conflicto generado por la creación del Estado de Israel, en el que hasta ese momento era el Mandato de Palestina, bajo la Administración del Reino Unido. Ese mismo año se mostró inoperante en su propósito de resolver el conflicto sobre la posesión de la zona de Kashmir que enfrenta a la India y a Paquistán.
El siguiente "gran" fracaso se dio en Camboya, mientras hacía la vista gorda ante el genocidio cometido por el Khmer Rouge, (Jemeres Rojos, Khmer Krahom en camboyano), el nombre con el que se conocía a los miembros del Partido Comunista de Kampuchea que, finalizada la guerra de Vietnam, concretada la salida de Estados Unidos y producido el derrocamiento del general Lon Nol (que implementó una dictadura militar desde 1970), tomó de facto el poder el 17 de abril de 1975, y manejó los hilos del poder hasta 1979. La política de Estado más clara fue la del exterminio, que llevó directo al asesinato del 25% de la población total del país. El fin del terror llegó por la acción directa de las Fuerzas Armadas vietnamitas, y todo mientras la ONU lanzaba declaraciones de ocasión y se quedaba cruzada de brazos.
Sede de la ONU en Nueva York. Foto: ONU/Getty Images.
Hay decenas de casos, pero se puede destacar lo sucedido en 1994, por espacio de tres largos meses, en Ruanda donde la mayoría Hutu asesinó a 800 mil personas de la minoría Tutsi, no sin dejar de violar a 250 mil mujeres de ese mismo grupo étnico. Así mismo, la ONU también se mostró altamente incapaz de ser útil para algo cuando no pudo (no supo, o no quiso) evitar la monumental invasión a Irak de parte de una extensa coalición internacional liderada por los Estados Unidos. En esa oportunidad fue derrocado el tirano y dictador Saddam Hussein (otro inocultable criminal). Con motivos fundados (y otros no tanto), los nuevos Aliados lanzaron un feroz ataque -bajo el pretexto de que Saddam tenía armas químicas- que dejó entre los años de 2003 y 2011 un lamentable saldo de 1 millón de muertos. Todo perfectamente evitable, menos para la ONU. También están allí las guerras de Corea y Afganistán, solo por mencionar las más salientes; a las que ahora se suma la de Ucrania.
António Guterres, secretario general de la ONU. Foto: NA.
Y una vez más, la tibieza. Fue António Guterres, el actual secretario general de la ONU, quien expresó en febrero pasado (apenas desatada la invasión del Kremlin sobre la nación vecina) que el mundo se enfrenta a “un momento de peligro” por la crisis de Ucrania. Un "visionario" que luego agregó en su memorable discurso que “nuestro mundo se enfrenta a un momento de peligro. Realmente esperaba que no llegara (...), pero los últimos acontecimientos relacionados con Ucrania son motivo de gran preocupación”. Revelador. Pero Guterres "redoblaba" la apuesta y la "presión de la ONU y sostuvo (en febrero) que “en este momento crítico, llamo a un inmediato cese del fuego y al restablecimiento del estado de derecho. Necesitamos moderación y razón. Necesitamos reducir las tensiones ya". Más de un mes después, los misiles rusos siguen cayendo sobre la población civil ucraniana.
Pero claro que para que la pantomima fuera completa se necesitaba otro gran montaje: una sesión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, cosa que se produjo recién el lunes 7 de marzo, varios (muchos) días después de comenzada la escala bélica rusa. Y el resultado fue tan decepcionante como esperable, otra vez la nada misma. Y es que hay un "pequeño detalle": Rusia -el país agresor de Ucrania- es miembro permanente de ese Consejo de Seguridad (los otros son Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la República Popular China, más diez miembros no permanentes) y por lo tanto... tiene derecho al veto de cualquier resolución. Más fácil imposible.
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Foto: Reuters.
Ya lo hemos visto todo. Una y mil veces. Y lo volveremos a ver. Ataques indiscriminados a poblaciones civiles, escuelas, hospitales, tanques de guerra aplastando automóviles con gente en su interior, lanzamiento de bombas racimo, misiles hipersónicos Y violaciones de mujeres, todo ante la "atenta" mirada de la ONU. Es un hábil movimiento de manos, un peligroso juego de humo y espejos en el que se simula hacer algo mientras que nada sucede en realidad. Y sigue la larga lista de "daños colaterales" de esta -otra- "Operación especial", en un claro intento por no emplear la expresión de "crímenes de guerra" ante los que la Organización de las Naciones Unidas hace poco y nada, y los que asiste como si se tratara de un videojuego mortal (que solo mata a los demás).
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