Llegó a la Argentina en 1945 con un pasaporte falso. Vivió en la provincia de Salta en completo anonimato, hasta que en 2017 salió a la luz revelando "su secreto". Se llamaba Herman Guntherberg y decía ser Adolf Hitler. Esta es su historia.
Herman Guntherberg y Adolf Hitler.
Cuando en 1945 cayó el telón de la Segunda Guerra Mundial y la Alemania nazi quedaba reducida a ruinas, las más diversas teorías conspirativas se extendieron como reguero de pólvora. Tal vez la historia que más interés generó haya sido la de la suerte corrida por Adolf Hitler. Entre tantas versiones -y ante la inexistencia de pruebas de una muerte segura- cobró vida la versión del escape, una idea sostenida mediante un impresionante dossier de 700 páginas desclasificadas por el FBI (Federal Bureau of Investigations), de las cuales unas 70 hacen específica mención a la vida del Führer nazi en la Argentina.
Con la práctica seguridad de que Hitler no se suicidó en abril de 1945 en el búnker subterráneo de la Cancillería del Reich en la destruida ciudad de Berlin, también los testimonios verbales fueron tomando fuerza. Los avistajes de Hitler en diferentes partes del mundo se convirtieron en moneda corriente, aunque solo unos pocos tuvieron la suficiente credibilidad, gracias -precisamente- a esas mencionadas pruebas documentales.
Pero entre tantas historias, una destacó sobre manera. Fue la de Herman Guntherberg, un inmigrante alemán que llegó a la Argentina en 1945 con un pasaporte falso (de acuerdo a sus dichos, gestionado por la Gestapo) y se radicó en la provincia de Salta, al noroeste del país. Su vida fue como la de cualquier otro mortal, hasta que en 2017 su extraño caso se hizo público. Fue cuando, de buenas a primeras, se presentó ante la prensa y aseguró ser el mismísimo Adolf Hitler.
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Guntherberg contó que había estado oculto en el país durante 70 años y que había llegado la hora de revelar su identidad. Según él, ya no corría peligro, sobre todo porque los servicios secretos israelíes dejaban de perseguir a los nazis fugitivos. Lo más curioso es que este hombre, para sostener su historia, aseguraba tener -nada más y nada menos que- 128 años de edad (la misma edad que tendría el Führer en 2017). Además, dijo que estaba escribiendo su autobiografía y que -para entonces- faltaba poco para que sea publicada, algo que nunca sucedió.
También declaró Guntherberg: “Yo he sido culpado por una gran cantidad de crímenes que nunca cometí. Es por esta razón que me he estado escondiendo la mitad de mi vida de los judíos. Ese fue mi castigo. Todos creían que era malvado, solamente porque habíamos perdido la guerra”.
Como sea, la primera sorprendida fue Ángela Martínez, su esposa de 55 años de edad por ese entonces. Ante semejante revelación, la mujer no daba crédito a lo que escuchaba, y desde un primer momento se mostró incrédula sobre la historia que su anciano esposo relataba. De hecho, Martínez declaró que todo se debía a que Herman Gntherberg sufría demencia como consecuencia de un Alzheimer muy avanzado, algo que lo afectaba desde hacía varios algunos años. Cuando el relato del alemán su puso en conocimiento público, la mujer dijo también que el anciano jamás había hablado sobre Hitler hasta aproximadamente el año 2015, cuando comenzó con los primeros signos de la enfermedad degenerativa.
Desde ese momento, la existencia del misterioso Herman Guntherberg pasó de nuevo al más absoluto anonimato. Nada más se supo de él, y tampoco se sabe hasta qué año sobrevivió guardando en los rincones más lejanos de su mente, ese "secreto" que se animó a contar a quien quisiera escucharlo. Pese a que pocos llegaron a creerle.
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Nota: El artículo no expresa ideología política. Solo investigación histórica.