Fue compañero de Adolf Hitler en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial y -pese a su religión judía- el Führer nazi quiso protegerlo una vez llegado al poder. Su historia no fue como cualquier otra y hubo quienes desoyendo las órdenes del tirano, buscaron sacarlo del medio como fuera.
Adolf Hitler y Ernst Hess. Foto: DailyMail/Getty Images.
La historia de Ernst Hess llama la atención. Hablar de este jurista -nacido el 20 de marzo de 1880- y su caso tan particular implica un viaje en el tiempo hasta los lejanos días de la "Gran Guerra", la Primera Guerra Mundial. Adolf Hitler era uno más en la tropa de los alemanes, un cabo que casi no destacaba del resto de sus compañeros; pese a que supo ser protagonista de varias misiones que sacaron a relucir un desconocido costado valiente. Sus camaradas lo recordarían como un joven recluido en sí mismo, taciturno y poco propenso a entablar amistad o cualquier tipo de relación con los demás. Sin embargo, un compañero de combate solía tratar con el cabo alemán de un modo diferente. Ese hombre se llamaba Ernst Hess, un soldado alemán de orígen judío.
El odio visceral de Hitler contra los judíos es inocultable y está fuera de discusión, pero lo que no es obvio es pensar que alguna vez pudiera haber tenido miramientos hacia alguien que profesara esa religión. De hecho, los tuvo. Allí está el caso de Klaus Haushofer, el cerebro de la geopolítica y de las ideas germinales del nazismo, quien era -según la sectaria ideología nacional-socialista- "medio judío" y quien mantuvo durante mucho tiempo buena relación con el tirano alemán. Otro caso de "extraña convivencia" del Führer nazi con personas judías (hubo muchos otros) es el del médico personal de su propia madre.
La historia de Ernst Moritz Hess es diferente a otras. Cuando Hitler llegó al poder en 1933 recordó por alguna razón a aquel compañero que durante la Primera Guerra Mundial supo ser su fiel ladero y sincera amistad. Hess era tal vez uno de los pocos que lograban comunicarse verdaderamente con el futuro dictador de Alemania. No eran muchos los que podían asegurar que conocían al Hitler en profundidad, pero Hess sí que podía hacerlo.
Hitler, a la derecha, sirvió el "Regimiento de la Lista" hasta 1918. Foto: DailyMail.
Ernst Hess estuvo al mando de la compañía del Regimiento de Infantería de Reserva de Baviera 16 en la que Hitler había servido. En el período de entreguerras fue juez antes de ser obligado a dejar su cargo luego de la aprobación de las Leyes de Nuremberg por los nazis en 1935, debido a que fue clasificado como "judío de pura sangre" debido a que su madre era judía, incluso aunque había sido bautizado como protestante. En tiempos del Tercer Reich, a Hess la omnipresente GeStaPo lo seguía de cerca y -además- lo tenía identificado como judío con cuatro abuelos judíos, otro motivo más que suficiente (siempre de acuerdo a la racista visión del mundo de parte de los nazis) para eliminarlo. Como fuera, Hitler se encargó personalmente de reclamar "benevolencia " y el derecho a gozar de un trato especial para Hess.
Hess, en el extremo derecho, con su unidad durante la Gran Guerra. Foto: DailyMail.
En 1940, ya firmemente aferrado al poder absoluto y total, el Führer le comunicó al jefe supremo de las SS, Heinrich Himmler, sus deseos de que "dejaran tranquilo" a Ernst Hess, para el que pedía un trato especial de parte de los jerarcas que llevaban adelante la política criminal anti judía del régimen. Todo se plasmó en una carta (foto) redactada por Himmler, que dejaba en claro el "deseo" de Hitler de proteger a su viejo conocido.
Pero la protección de la que disfrutó Hess fue solo un respiro momentáneo. Fritz Wiedemann -su contacto y salvoconducto para seguir con vida- había sido ayudante de campo en el cuartel general del regimiento de Hess en la Primera Guerra Mundial y luego se desempeñó como ayudante personal de Hitler entre 1934 y 1939, pero por sobre todas las cosas era capaz de interceder ante Hans Heinrich Lammers, jefe de la Cancillería del Reich y mantener a raya a los asesinos que se activaban oliendo sangre.
Lammers envió una carta de seguimiento en noviembre de 1940, informando a Hess que "es, sin embargo, el deseo del Führer que no esté sujeto a más restricciones debido a su ascendencia más allá de las requeridas por la ley". Lammers dijo a Hess que usaría la carta para su protección: "Le doy esta carta, si es necesario, para que la use". Pero por algún motivo desconocido, el eslabón de la cadena que lo mantenía aferrado con vida a la burocracia nazi...finalmente se cortó.
Carta de Heinrich Himmler, dando a Hess "alivio y protección según los deseos del Führer". 27 de agosto de 1940. Foto: DailyMail.
Wiedemann fue despedido de su cargo por Hitler. En mayo de 1941, se le informó a Hess que la orden de protección había sido revocada y que pasaba a ser "un judío como cualquier otro". Los pedidos a Berlín no fueron exitosos y en junio de 1941 fue convocado a la "Oficina de Arianización" en Munich. Le quitaron la carta de protección y lo enviaron al campo de concentración de Milbertshofen cerca de la mencionada ciudad alemana, donde fue obligado a trabajar como obrero. Posteriormente fue asignado a la firma "L. Ehrengut" de Munich, para cumplir tareas como trabajador forzoso hasta el 20 de abril de 1945. Su esposa Margarete se quedó en en la ciudad de Unterwössen, donde vivía con sus padres, y su hija Úrsula (que era adolescente) fue obligada a trabajar en una empresa eléctrica.
La madre de Hess, Elisabeth, y su hermana Berta creían que la protección que había recibido también se extendía a ellas, y fue así que no cumplieron con las restricciones impuestas a los judíos en Alemania. Sin embargo, cuando se revisó su caso en 1942, Adolf Eichmann de la Reichssicherheitshauptamt (Oficina Principal de Seguridad del Reich) ordenó su deportación al campo de concentración de Theresienstadt, ubicado en Checoslovaquia. Berta fue enviada a Auschwitz, donde fue asesinada; en tanto que Elisabeth pudo escapar con rumbo a Suiza en febrero de 1945. Más tarde emigró hacia Brasil con su hijo Paul. El propio Hess solo sobrevivió debido a su "matrimonio privilegiado de mestizaje" con Margarete.
Hess junto a su esposa Margarethe y su hija Ursula, en los años '30. Foto: DailyMail.
Tras la caída de la Alemania nazi, Hess fue nominado para actuar nuevamente como juez en la ciudad de Düsseldorf, pero se negó tajantemente a aceptar el cargo porque no estaba dispuesto a trabajar con ex colegas que habían sido parte del sistema judicial nazi que tanto sufrimiento finalmente le había provocado. Comenzó a trabajar en los ferrocarriles desde 1946, y entre 1949 y 1955 se desempeñó como presidente de la Autoridad Federal de Ferrocarriles de Alemania en Frankfurt am Main. Por sus servicios a Deutsche Bundesbahn, se le entregó una Gran Cruz de la Orden del Mérito de la República Federal de Alemania y recibió una placa de honor de la ciudad de Frankfurt en el año 1970, donde murió el 14 de septiembre de 1983.
La carta con solicitud de trato especial para Hess fue encontrada por la historiadora alemana Susanne Mauss, mientras preparaba una exposición llamada "Abogados sin derecho", que ponía la mirada sobre los problemas de los abogados de origen judío en el distrito de Dusseldorf.
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Nota: El artículo no expresa ideología política, solo investigación histórica y periodística.