En 1932 Ernst Hanfstaengl pensó que una reunión entre los jóvenes Winston Churchill y Adolf Hitler era posible. Pudo haberse concretado en Münich, pero nunca sucedió. ¿Por qué? Lo único que consiguió fue una secreta confesión antisemita del británico. Esta es la historia.
Winston Churchill, Ernst Hanfstaengl y Adolf Hitler.
Ernst Hanfstaengl nació el 2 de febrero de 1887 en Münich, Alemania. Sin embargo, no era un alemán más. "Putzi", tal el apodo por el que siempre se lo conoció, era hijo de un rico curador de arte alemán y una estadounidense, que -además de ser un destacado periodista, editor y músico- tuvo gran influencia en la llegada al poder de Adolf Hitler durante los complicados días de posguerra en la República de Weimar.
Hanfstaengl pasó sus primeros años en Alemania y luego se trasladó a los Estados Unidos, donde gracias a las raíces familiares, cultivó buenas amistades e importantes contactos. Su madre Katharine Heine Guillermina, era hija de William Heine, primo de John Sedgwick; mientras que su padrino era el duque Ernst II de Sajonia-Coburgo-Gotha. "Putzi" asistió a la Universidad de Harvard y al mismo tiempo se convirtió en un talentoso pianista que compuso varias canciones para el equipo de fútbol de Harvard, que incluso, años más tarde, serían usadas también por el Partido Nazi en Alemania.
Hanfstaengl era un hombre alto, de aspecto rudo, de cuerpo macizo y desgarbado con 1,9 metros de altura, pese a lo cual siguió usando su apodo de "Putzi", que en alemán se usa para referirse a un "pequeñito". Pero claro, este hombre no era ningún "pequeñito" y tras volver a Alemania en 1922, oyó hablar a Hitler en una vieja cervecería de Múnich, momento a partir del cual su vida ya nunca más sería igual. Fue cuando un miembro de la Harvard Hasty Pudding Club que trabajaba en la Embajada de los Estados Unidos, le pidió a Hanfstaengl que observara la escena política en Münich; tras lo cual el agregado militar, capitán Truman Smith, sugirió que fuera a un mitin nazi para luego informar sus impresiones de Hitler.
Hanfstaengl quedó fascinado. Vio en Hitler no sólo a un político nato, agresivo y radical; sino también a un genial orador que con un solo gesto y unas pocas palabras era capaz ade convencer al más variado auditorio. No tardó mucho en convertirse en uno de sus más íntimos y fieles seguidores, aunque de todos modos no se unió formalmente al partido nazi hasta 1931. "Lo que Hitler fue capaz de hacer a una multitud en 2 horas y media no se repetirá nunca en 10.000 años", dijo Hanfstaengl en aquella oportunidad.
Durante gran parte de la década de 1920, Hanfstaengl presentó a Hitler a la alta sociedad de Münich y ayudó a pulir su imagen actuando como una especie de asesor de imagen. También ayudó a financiar la publicación de la biblia nazi "Mein Kampf" de Hitler y el periódico oficial del NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán), el Völkischer Beobachter.
Adolf Hitler, dicho sea de paso, fue el padrino de Egon, su hijo. Entre otros aportes para los nazis, "Putzi" escribió la música para la marcha de los camisas pardas como las marchas de las Juventudes hitlerianas imitando las canciones de fútbol de Harvard. Posteriormente, ideó el célebre "Sieg Heil", muy coreado al vivo grito en las grandes concentraciones nacionalsocialistas. Hanfstaengl incluyó entre sus amigos durante este período a Hanns Heinz Ewers y compañeros del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán como el periodista Kurt Ludecke. Aunque entre los más importantes entre sus amistades y contactos personales estaban en realidad todos los más altos jerarcas nazis, como Heinrich Himmler, Hermann Göering y Joseph Goebbels, mientras que a otros los llegó a odiar hasta la médula, tal el caso de Alfred Rosemberg.
De hecho, Hanfstaengl era un verdadero idealista del nacionalsocialismo que nunca comulgó con el antisemitismo galopante del partido. Así se lo hizo saber, en la cara, reiteradas veces a Hitler. Años después, sufriría las consecuencias.
Winston Churchill, Ernst Hanfstaengl y Adolf Hitler.
De buen dominio del inglés, con muchas conexiones con la alta sociedad, tanto en Alemania como en Inglaterra y Estados Unidos, se convirtió en jefe de la Oficina de Prensa Extranjera en Berlín. Aparte de esta posición oficial, la mayor parte de su influencia se debió a su amistad con Hitler, que gozaba escuchando a "Putzi" tocar el piano. Durante largos años y tras la llegada de Hitler al poder Hanfstaengl buscó por todos los medios llevar a Hitler a la "normalidad". A veces presentándole las más bellas y refinadas mujeres para que entablara una relación seria y personal y otras procurando alejarlo de las afiebradas mentes de los efectivos más fanáticos del partido nazi, como así también buscando que Hitler hiciera viajes al exterior para que "saliera de su burbuja" y se diera cuenta que lo importante era la cuestión mundial y no sólo la meramente continental. No logró nada de lo que se propuso. Uno de esos intentos, el más curioso, visionario y ambicioso a la vez, es el que estuvo a punto de llevar al éxito cuando trató de juntar en torno a una misma mesa a Adolf Hitler y al -por entonces integrante de la Cámara de los Comunes británica-, el futuro Primer Ministro Winston Churchill. La irrupción de Hitler como figura de primer nivel enla política alemana -pero también de manera incipiente, europea - internacional- hizo que muchos se interesaran por el Führer. Hanfstaengl había tenido oportunidad de conocer previamente a Randolph Churchill (hijo de Winston), quien le manifestó que su padre vería con buenos ojos conversar varias cosas de primera mano con el ascendente político alemán. En abril de 1932 Hanfstaengl y Hitler aterrizaron en el aeropuerto de Münich y se enteraron de que Winston Churchill estaba -en ese mismo momento- hospedado en el Hotel Continental de esa misma ciudad. Así surgió de inmediato la idea de Randolph Churchill y Ernst Hanfstaegl: reunir al político británico y al alemán.
La respuesta de Hitler a la propuesta lo pintó de cuerpo entero, y fue un anticipo de lo que estaba por llegar. Siempre reacio a escuchar otras opiniones sobre el tema que fuera, y siempre esquivo a una mirada internacional, Hitler le preguntó a Hanfstaengl: "¿De qué podría yo hablar con él?".
El propio Hanfstaengl recuerda su reacción en su fantástico libro "Hitler, los años desaparecidos", al responderle: "Herr Hitler, yo iré a cenar con ellos y usted podría venir más tarde, como si fuese a buscarme a mí y así se quedaría a tomar un café".
Hanfstaengl, Hitler y jerarcas nazis.
Hitler, por supuesto, nunca llegó. Sigue recordando Hanfstaengl: "Nos sentamos a cenar aproximadamente a las diez de la noche. (...) Charlamos de diferentes cosas y luego Mr. Churchill me formuló algunas preguntas acerca de las ideas antisemíticas de Hitler". Churchill, según "Putzi", le prestó mucha atención y luego comentó poniendo en palabras su propias ideas racistas cercanas a las de Hitler: "Dígale a su jefe de mi parte que el antisemitismo puede ser un buen punto de partida, pero que en cambio es una mala etiqueta".
Lo que se dice, cuidar las formas de una elegante manera británica. Finalmente, dijo Churchill llevando una copa de cognac tan cerca de su boca para que nadie más lo llegara a escuchar: "Dígame Hanfstaengl, ¿qué piensa su jefe de una eventual alianza de su país con Francia e Inglaterra".
Corría 1932. La reunión entre Hitler y Churchill que puso ser y nunca se concretó, podría haber cambiado definitivamente el rumbo de la historia y salvar millones de vidas ahorrándole el peor drama a toda la humanidad.
Mientras el NSDAP consolidaba su poder, surgieron varios conflictos de intereses entre Hanfstaengl y el nuevo Ministro de Propaganda Joseph Goebbels ya que sus funciones se sobreponían y perdió no solo influencia, sino que se decepcionó profundamente de Hitler y del NSDAP. Hanfstaengl fue retirado del gobierno de Hitler en 1933. El encono de Hitler no se haría esperar. En 1937, Hanfstaengl recibió órdenes de lanzarse en paracaídas en una zona en poder de los sublevados en la Guerra Civil española, para ayudar en las negociaciones. Mientras, a bordo del avión temía un complot contra su vida y supo más detalles sobre el piloto de la misión; finalmente éste le admitió que había recibido la orden de lanzarlo sobre territorio republicano, lo que habría significado una muerte casi segura. Hanfstaengl convenció al piloto de que le dejara escapar.
Ernst Hanfstaengl y Adolf Hitler en Oberzalsberg.
Emigró a Suiza y luego a Inglaterra, donde fue encarcelado como enemigo extranjero después del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Más tarde fue trasladado a un campo de prisioneros en Canadá. En 1942, Hanfstaengl fue entregado a las fuerzas de Estados Unidos y a cambio de su libertad, trabajó para el presidente Franklin D.Roosvelt en el "Proyecto S", revelando información sobre aproximadamente cuatrocientos líderes nazis. Presentó 68 páginas de información sobre Hitler, incluyendo datos personales de la vida privada de Hitler, y ayudó al profesor Henry A. Murray, el director de la clínica psicológica de Harvard, y al psicoanalista Walter C. Langer y otros expertos para crear un informe para la OSS, en 1943, denominado "Análisis de la personalidad de Adolf Hitler".
En 1944, Hanfstaengl fue devuelto a los británicos, que le repatriaron a Alemania en el final de la guerra sin sufrir nuevas detenciones. Hanfstaengl escribió Unheard witness (Testigo de primera mano) (1957) sobre sus experiencias. En 1974, asistió a su 65º reunión de Harvard, donde fue galardonado con la banda de la Universidad de Harvard acerca de los autores de diversas canciones de lucha en Harvard. Su relación con Hitler no fue mencionada.
Falleció en 1975, a la edad de 88 años sin que su historia fuera del todo conocida en relación a Hitler.
Instagram: @marcelo.garcia.escritor
Twitter: @mdGarciaOficial
Nota: El artículo no expresa ideología política. Solo investigación histórica.