¿Salado dulce? ¿dulce salado? Qué sabor tendrán estos postres que seguramente ganarán adeptos y detractores, según como sea el gusto personal y adquirido de quienes lo prueben.
Esta es la semana del helado artesanal en Argentina, una acción promovida por la Asociación de Fabricantes Artesanales de Helados y Afines (Afadhya) que cuenta con más de 500 heladerías adheridas en todo el país, que se suman con promociones y precios especiales.
En esta edición, además, la entidad distinguirá a aquellas heladerías que cuentan con más de 60 años de trayectoria "elaborando felicidad", con una placa de reconocimiento. Lo recibirán entre otros el popular Saverio, en Buenos Aires, y Michi. de Chubut.
Otra gran novedad que se suma a esta semana especial, en la que es habitual ver colas en los locales de helados para aprovechar la promo, es la aparición de gustos cada más innovadores. La pregunta es: ¿qué pasa cuando se combina algo salado en formato de postre? Para responder habrá que pasar por el local de AlChEmY de Palermo, que se caracteriza justamente por tener gustos exóticos y para veganos.
Allí innovaron al asociarse asociación con una importante empresa elaboradora de quesos, Santa Rosa, para crear tres gustos nuevos y muy particulares porque están preparados con queso Atuel, Sardo y Azul. ¿Quién se anima a probarlos?
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El helado artesanal argentino está al nivel del italiano, el que popularizaron los inmigrantes. No se sabe a ciencia cierta su origen, ya que el concepto del producto ha sufrido modificaciones en consonancia con el avance tecnológico, la generalización de su consumo y las exigencias de los consumidores. Ya en las cortes babilónicas se consumían bebidas enfriadas con nieve y el viajero incansable Marco Polo relató que en China se añadían jugos de fruta y leche al hielo 2.000 años a. C y lo llevó a su Italia natal en el siglo XIII.
En el año 1686, el siciliano Francesco Procopio dei Coltelli abrió en París un establecimiento, llamado Café Procope, alcanzando gran fama por sus helados y su café. El rey Luis XIV lo llevó a su presencia para felicitarlo por su producto. Se puede considerar a este establecimiento como la primera heladería, al menos en Europa. Así comenzaron a prepararse los helados de vainilla y de chocolate, más tarde los de crema de leche, siempre hechos con trabajo manual. Recién en 1913 se inventó la primera máquina continua para elaborar helados que constaba de un gran cilindro de acero, congelado por un equipo muy potente de frío y en la parte interior, provista con un batidor con aspas que mueve la mezcla continuamente hasta que alcance la consistencia de una crema helada.
Pasados los años y consolidado el producto en infinidad de sabores, en Argentina se da una conjunción de elementos que lo convierten suntuoso, sabroso y pleno de ingredientes distintivos. Tanto que es común escuchar de boca de los turistas extranjeros que, entre las cosas que tienen que hacer sí o sí cuando llegan a Buenos Aires, está comer un helado. Y la cara de satisfacción que ponen al probarlo no se compara con nada. Por algo esa golosina que una década atrás sólo se comía en verano pasó a estar disponible todo el año.
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