El bloque de hielo A23a, impulsado por los vientos y las corrientes, comenzó a derivar en el océano. Los científicos aseguran que, actualmente, está ubicado en el extremo norte de la Península Antártica.
Por Canal26
Viernes 24 de Noviembre de 2023 - 10:56
Un reciente reporte de la BBC reveló un sorprendente acontecimiento natural: el iceberg más grande del planeta, conocido como A23a, reanudó su movimiento tras más de tres décadas de inmovilidad en las profundidades del océano antártico.
Este bloque de hielo, que abarca una extensión aproximada de 4.000 kilómetros cuadrados, se desprendió de la costa antártica en 1986, para luego encontrar su asentamiento en el mar de Weddell, una zona del océano Atlántico Sur rara vez visitada, en 1991, donde se convirtió en una isla de hielo. Sin embargo, durante el último año, los expertos notaron su rápida deriva.
El A23a tiene su origen en una gigantesca ruptura en la Barrera de Hielo Filchner en el año 1986 luego de un proceso denominado “calving", el cual determina la producción de enormes témpanos desde los bordes de las barreras de hielo y de los glaciares que terminan en el mar. En ese momento, albergaba una base de investigación científica soviética ya desmantelada.
Cuando se indagó sobre la razón detrás de su despertar después de más de tres décadas, el experto Andrew Fleming, perteneciente a la British Antarctic Survey, compartió que, si bien se exploraron posibles cambios de temperatura en las aguas como desencadenantes, la conclusión fue más sencilla: "simplemente había llegado el momento".
"Estuvo varado desde 1986, pero con el tiempo perdería suficiente tamaño como para soltarse y comenzar a moverse. Detectamos el primer movimiento en 2020", detalló Fleming.
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En los últimos meses, el A23a fue impulsado por los vientos y las corrientes, encontrándose actualmente cerca de la punta norte de la Península Antártica. Siguiendo la ruta típica de los icebergs de la región de Weddell, es probable que sea arrastrado por la Corriente Antártica Circumpolar, encaminándolo hacia el Atlántico Sur en un trayecto que los científicos bautizaron como el "callejón del iceberg".
La comunidad científica permanece en alerta, siguiendo de cerca el progreso del A23a, ya que existe la posibilidad de que encalle en el sur de Georgia. Este escenario podría tener consecuencias preocupantes para las millones de focas, pingüinos y aves que habitan en la isla, porque el imponente tamaño del iceberg podría alterar significativamente su hábitat natural.
A medida que estos grandes icebergs se derriten, liberan el polvo mineral que se incorporó a su hielo cuando formaban parte de los glaciares antárticos. Este polvo es una fuente de nutrientes para los organismos que forman la base de las cadenas alimentarias de los océanos.
La doctora Catherine Walker, del Instituto Oceanográfico Woods Hole, enfatizó en la importancia de los icebergs y su poder de regular la biodiversidad marina: "En muchos sentidos, estos icebergs dan vida; son el punto de origen de mucha actividad biológica".
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