DÓLAR. REUTERS
POR SEBASTIÁN DUMONT
¿Terminó la pandemia? No. Lejos aún que eso ocurra. Sin embargo, las noticias del avance de las vacunas sumadas a una caída en los casos de contagio diario, provocan la sensación que lo peor habría transcurrido. Pero como en toda inundación, la verdad se observa cuando baja el agua y aquí no será distinto. La realidad que está emergiendo en el camino de la post pandemia muestra a la Argentina con indicadores preocupantes y con algunas luces de esperanza para lo que viene. Veamos.
La semana comienza con un día feriado de difícil explicación. No se trata de discutir el derecho al descanso y el esparcimiento de quienes han podido trabajar durante todos estos meses, pero quizá haya que pensar si, en estos momentos tan particulares, hacía falta frenar la incipiente recuperación de la tan necesaria actividad productiva y comercial. A nadie se le ocurrió levantar este día de ocio para otro momento. Si se estuviera en otras circunstancias, vaya y pase. Pero justo este año hace más ruido que otra cosa.
En realidad, ello viene a colación de una serie de indicadores de la economía que habrá que seguir de cerca en los días próximos. El dólar es uno de ellos. Mientras las miradas se posan en la cotización del dólar blue, el Banco Central convalida a diario una devaluación por goteo de la cotización del oficial. Es más, sumado a los impuestos que se le aplican, el “solidario” o “turista” ya cotiza casi en línea con el dólar bolsa - surge de la compra y venta de bonos y acciones en el mercado local -. Mientras tanto, las reservas siguen en caída y se calcula que desde la reestructuración de la deuda privada a principios de agosto se vendieron más de 4 mil millones de dólares. Aunque el Presidente Alberto Fernández se empecine en afirmar que no sucederá, aún no se descarta una nueva devaluación más notoria.
Por eso es que el Ministro de Economía busca dar señales claras en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, que el viernes terminó su misión en la Argentina y se promete acuerdo, si es que lo hay, para el mes de febrero. No antes. Para ese entonces, ya habrá jurado el nuevo Presidente de los Estados Unidos y el panorama político en el Norte estará más claro en cuanto a su mirada sobre América Latina y Argentina en particular. Eso sí, nada será gratis. Martín Guzmán conforma a la tribuna de los propios cuando dice que el programa económico no lo decidirá el organismo multilateral. Pero al mismo tiempo se reúne con los empresarios más importantes del país y les asegura que el déficit fiscal será menor al que se votó en el presupuesto y cómo pide el Fondo.
Alberto Fernández, cual arquero que es en los picados que se hacían en Olivos, vuela de palo a palo para conformar a todos. Libera aumentos de tarifas, cancela el IFE y hace un guiño a reducir el gasto, al tiempo que envía leyes como la legalización del aborto para calmar a la platea más progresista. Y, de paso, alentar a quienes ven fantasmas siempre en cada maniobra.
A las puertas de diciembre, mes difícil si los hay sobre todo desde 2001, la inflación muestra síntomas de acelerarse. En Noviembre el cálculo es que estará cerca del 4 por ciento, y para el último mes del año podría llegar a 5%. El aumento de la nafta anunciado en los últimos minutos del domingo presionará en ese sentido.
Como se ve, los frentes abiertos que tiene el gobierno aún son muchos, variados y complejos. Pero algunos datos le permiten aferrarse a ciertas esperanzas. Por un lado, llegar a marzo con acuerdo del FMI y el ingreso del dólares producto, mayormente de la cosecha. El precio de la soja ya está por encima de los 430 dólares la tonelada y con vistas de seguir creciendo por la fuerte demanda en la recuperación de la economía china. Y si a ello se le suma la llegada de la vacuna para los primeros meses del 2021, el gobierno podría recrear la idea de un año venidero algo más tranquilo. Nadie podrá pasar por alto que será un tiempo electoral. Y el éxito en las urnas está ligado, de manera directa, en la economía. Aunque algunos encuestadores se empecinen en sostener que el principal problema del país es la corrupción. ¿Será?
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