Trabajadores de Aerolíneas Argentinas compartieron su experiencia de un viaje humanitario a Shanghái a mediados de abril.
Por Canal26
Martes 26 de Mayo de 2020 - 16:39
Vuelos sanitarios a China.
Cuando al comandante Pedro Parrado le preguntaron si quería alistarse en los vuelos humanitarios de Aerolíneas Argentinas para llevar insumos sanitarios críticos desde China hasta la nación sudamericana, no lo pensó dos veces: "Inmediatamente dije que sí. Lo hacemos con ganas, es una forma de devolverle al país lo que nos da", comenta el piloto.
Desde que se desató la pandemia global, aquella compañía estatal cumple un rol clave para repatriar a ciudadanos varados en el exterior y traer instrumentos médicos que escasean a nivel local. Sin embargo, pasó desapercibida la acción solidaria de sus trabajadores: los viajes son voluntarios, nadie los obliga a exponerse ante la inminente amenaza del coronavirus.
Parrado, empleado de la firma de bandera albiceleste desde el 98, en las últimas semanas ya había volado tres veces a Miami (EE.UU.) y una a Punta Cana (República Dominicana), para regresar a sus compatriotas en medio de la emergencia internacional. Sin embargo, el vuelo AR 1070, con destino al país donde se originó el brote, sería completamente diferente: "Buenos Aires es la capital más lejana de Shanghái. El tiempo neto de viaje, entre ida y vuelta, es de 55 horas", detalla un vocero de Aerolíneas. Literalmente, la otra punta del mundo.
Aquel vuelo, sin pasajeros, se divide en un primer tramo de 16 horas hasta Auckland (Nueva Zelanda), una escala de aproximadamente una hora y media donde se carga combustible, y otro trayecto de 12 horas con 30 minutos, hasta aterrizar en la ciudad oriental. Además de la extensa duración, se sumaba que la última parte del recorrido era desconocida para los argentinos: "Es una ruta nueva, ese viaje no lo hacíamos regularmente", subraya el piloto. Luego, había que volver a casa, cumpliendo la misión de trasladar los materiales necesitados por los hospitales de su tierra.
En los viajes convencionales, suele haber un comandante —a cargo de toda la operación—, copilotos —en vuelos largos son dos o tres—, tripulación de cabina —responsable de la seguridad y la atención a los pasajeros—, un comisario a bordo y los auxiliares, que asisten a la gente. No obstante, para ir a China a mediados de abril tuvieron que participar cuatro pilotos, que se dividieron los tramos —Pedro comandó la aeronave desde Buenos Aires hasta Auckland— y ocho copilotos, un número mucho mayor al habitual, sumado a los técnicos.
Misión humanitaria de Aerolíneas Argentinas.
"Casi tres días arriba del avión".
El equipo sabía que estaba ante un momento histórico, de esos que recordarán a través de los años. Y Parrado, que además de amar los aviones es aficionado por la fotografía, utilizaba sus momentos fuera del volante para filmar esa aventura aérea: "Fue especial, por la pandemia, porque era un recorrido diferente y además teníamos que estar casi tres días arriba del avión", recuerda.
Hoy, esas imágenes son un documental, y aunque Pedro aclare que es "completamente 'amateur'", igual logró transmitir la emoción de toda la tripulación. "Quería hablar con mis compañeros y ver qué sentían, cuáles eran sus miedos. Cuando me tocaba descansar, en esos ratitos, agarraba el trípode, la cámara, y les tomaba testimonios", señala.
Así, mientras espera que le suene el teléfono para ponerse otra vez al servicio de su nación —posiblemente deba ir a Barcelona, próximamente—, se toma las tareas con absoluta humildad. De hecho, ningún miembro del equipo se considera un héroe anónimo o algo parecido: "Tenemos que estar, siento ese deber, y así lo vimos con todos mis compañeros". Al parecer, la intención de ayudar se contagia entre los trabajadores: "Hay gente que no puede, por ser de los grupos en riesgo. Incluso a veces se postulan como voluntarios y la compañía los tiene que rechazar. El compromiso es muy alto".
"En lugar de pasajeros, había cajas".
"Cada uno transita la pandemia como puede, pero necesitaba pensar que de algún modo estaba contribuyendo. No dudé nunca", dice Silvina Casen (55), tripulante de cabina de pasajeros y miembro de esa empresa pública hace 28 años, es decir, más de la mitad de su vida. Además del vuelo a China, ya había participado de tres repatriaciones en EE.UU., uno de los países más afectados por la pandemia.
"Mi pareja me apoyó siempre. Si no vivís solo, podés traer el contagio a casa, y él me bancó", se enorgullece. También aclara que los trabajadores no recibieron ningún tipo de presión para sumarse a las tareas, y el sindicato avaló que la participación sea optativa.
Entre los paquetes que pudo observar del viaje humanitario a Shanghái, había barbijos, mascarillas plásticas y guantes de latex descartables. La gran mayoría era solicitada por el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Así, esa mercadería a bordo iba atada con redes sobre los asientos: "En lugar de pasajeros, había cajas", cuenta Silvina. Y describe: "El avión se convirtió en un carguero. Ya no hacíamos la guardia para que los viajantes estén bien, nos turnamos para observar y cuidar la carga". Esta vez, tampoco era necesario usar el típico uniforme.
Las tareas en territorio chino duraron siete horas intensas, en las cuales debieron permanecer dentro de la zona donde aparcó el avión, siempre con los trajes protectores. Luego, emprendieron la vuelta a Buenos Aires, hacia el otro extremo del planeta: "Fue una experiencia enriquecedora, un broche increíble", dice Casen.
La tripulación completa.
"No tengo miedo".
Este 23 de mayo Silvina tuvo otro objetivo: participó de un vuelo a Madrid para llevar a casi 100 españoles —la mitad del avión ocupado— a su país, tras un acuerdo entre ambas cancillerías. Al volver, la aeronave estaba llena de argentinos, que todavía permanecían en Europa. La nómina de viajeros que regresan a Sudamérica depende del Ministerio de Relaciones Exteriores y sus dependencias, no de Aerolíneas Argentinas.
"No tengo miedo, pero hay que tomar todos los recaudos necesarios", señala Casen. Sin embargo, cuando el brote se salió de control en países como Italia, España y EE.UU., los destinos más habituales para la empresa argentina, apareció el temor entre el personal. "Significa traer 240 pasajeros durante ocho horas y media, compartir con ellos y darles alimentos", explica.
Con el correr de los días, aquella sensación se disipó y la cantidad de voluntarios creció: "Fue difícil, pero ya se normalizó y ahora somos muchos". A su vez, a pedido de los propios trabajadores, aumentaron los cuidados con mayor presencia de guantes, mascarillas y alcohol en gel. "Se adecuaron los servicios de comida en el avión, de manera que el contacto con el pasajero fuera el menor posible", agrega la entrevistada.
Para concluir, subraya la importancia de tener una aerolínea de bandera fortalecida: "Está a la vista con este tipo de vuelos, al servicio de la sociedad". Y finaliza: "Es un orgullo pertenecer".
Vuelos programados.
Desde Aerolíneas Argentinas informan que este lunes partió el vuelo número 15 de los 17 programados para ir a Shanghái. Los primeros diez trasladaron un promedio de 14 toneladas cada uno, en aeronaves de pasajeros. Para la segunda tanda de viajes, se adaptó el avión Airbus 330-200: "Se le sacaron los asientos, tiene un trabajo de contención de mallas, un poco más robusto", dicen desde la firma. De esta forma, ahora el carguero puede transportar hasta 28 toneladas, o 170 metros cúbicos. "Importa más el volumen que el peso, porque suelen ser contenidos livianos", aclaran. Por lo general, traen unas 21 toneladas.
Sobre el inventario de objetos, detallan que las misiones a China son para traer barbijos, lentes, trajes de bioseguridad, máscaras protectoras y los componentes para la fabricación de reactivos de testeo rápido. Casi todos los pedidos fueron hechos por el Ministerio de Salud nacional, pero también hay encargos de las provincias de Buenos Aires y Jujuy.
En cuanto a las repatriaciones, desde el 18 de marzo se coordinaron 88 vuelos especiales a pedido de Cancillería, habiendo regresado a unos 23.000 ciudadanos. "Los destinos más operados son Miami, Cancún y Madrid, con más de diez vuelos a cada lugar, y Brasil, que supera los 20 en distintas ciudades", señalan. También se concretaron viajes ocasionales con destinos no regulares, como Barcelona, Londres y Quito, sumado a rutas que antes de la contingencia eran más típicas, como Roma, Lima y Bogotá. A nivel local, están partiendo tres vuelos semanales a Ushuaia, conocida como 'la ciudad más austral del mundo', al extremo sur de Argentina.
Así las cosas, el país latinoamericano afronta esta situación inédita con los recursos que tiene a su alcance, mientras se espera que el pico del brote llegue en los próximos días.
Informes sobre vuelos humanitarios. Video: RT.
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