El navío forma parte de un programa militar de construcción de cinco naves acordado entre Nicolás Sarkozy y Lula da Silva. Militares y diplomáticos de nuestro país temen que se vea afectada la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales.
Por Canal26
Sábado 15 de Diciembre de 2018 - 08:59
Michel Temer y Jair Bolsonaro, presidentes saliente y entrante de Brasil, presentaron junto a la Marina de Guerra de su país, el primero de los cinco imponentes submarinos que planea construir.
El Riachuelo, nave de 72 metros de longitud y con capacidad para 35 tripulantes, es parte de un acuerdo de cooperación con Francia, que contempla el desarrollo de un submarino de propulsión nuclear.
Este deja muy lejos del camino a la Argentina, sacudida aún por la desaparición del ARA San Juan hace poco más de un año y sin presupuesto en el horizonte extra para reequipamiento militar.
Sectores militares y diplomáticos en Argentina se ven preocupados por la reciente presentación del país vecino. Esto se debe a que sectores cívico militares buscan desde hace tiempo afectar la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales, que nació en 1991 junto con el Mercosur y ha sido fundamental para el desarrollo nuclear de uso exclusivamente pacífico verificable y la mutua contención de rivalidades del pasado, que los presidentes Ricardo Alfonsín y José Sarney comenzaron a sanear.
El Riachuelo fue botado en el Complejo Naval de Itaguí, cercano a Río de Janeiro. Luego le harán la pruebas de puerto durante dos años para evaluar su estabilidad y flotabilidad para después incorporarlo a la flota de submarinos.
De tipo Scorpene, pesa 1.800 toneladas, está equipado con torpedos y misiles, y puede estar hasta 70 días sumergido a 300 metros de profundidad.
Los submarinos convencionales son del modelo Scorpene y tienen propulsión diésel eléctrica. El Riachuelo es el primero de este contrato que acordaron los presidentes Nicolas Sarkozy y Lula da Silva, y que el proyecto nacionalista brasileño continuará más allá de la llegada de Bolsonaro al poder a partir del 1° de enero, y quien se espera que encuentre algunos obstáculos a su proyecto privatizador precisamente en algunos nichos del Estado que manejan sus aliados militares.
El programa se firmó en 2009 con los astilleros franceses DCNS, controlados por el Estado, y el plan brasileño se llama Programa de Desarrollo de Submarinos (Prosub).
La construcción del Riachuelo incluye transferencia de tecnología y cooperación militar por 6.700 millones de euros (aproximadamente U$S 7.600 millones). Trabajan en los astilleros brasileños 250 ingenieros y técnicos de la Marina que recibieron capacitación en Cherbourg (Francia).
El objetivo es la defensa de la llamada "Amazonía Azul", como la Marina se refiere a los cerca de 4,5 millones de kilómetros cuadrados de aguas marinas brasileñas, que cuentan con una gran biodiversidad de especies y gigantescas reservas minerales y de petróleo. Curiosamente, el cuidado medioambiental no figura entre los planes que simpatizan a Bolsonaro, quien ha manifestado su interés de retirarse del Acuerdo de París, al igual que Donald Trump.
Los otros tres submarinos convencionales ya están en proceso de construcción y estarán listos a finales de 2022. Tras el Riachuelo, será botado en 2020 el Humaitá, en 2021 el Tonelero y en 2022 el Angostura.
La meta final del proyecto es el año 2029, cuando el submarino nuclear sea botado y Brasil pase a formar parte del exclusivo grupo que domina la tecnología de la propulsión nuclear para submarinos.
Sólo dominan este terreno Estados Unidos, China, Francia, Rusia y Gran Bretaña, que son los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
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